Desde Ciudad del Cabo (AFP)

El coronavirus recuerda a la guerra contra el sida en Sudáfrica

El doctor Eric Goemaere recuerda muy bien la primera vez que puso un pie en el township tentacular de Khayelitsha, a las puertas de la Ciudad del Cabo. Era 1999, y Sudáfrica descubría con espanto los estragos del sida.

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Eric Goemare, doctor de Médicos Sin Fronteras, sigue el progreso del hospital de campaña levantado en un pabellón deportivo en Khayelitsha, cerca de Ciudad del Cabo, el 22 de mayo de 2020 - AFP/AFP
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El doctor Eric Goemaere recuerda muy bien la primera vez que puso un pie en el "township" tentacular de Khayelitsha, a las puertas de la Ciudad del Cabo. Era 1999, y Sudáfrica descubría con espanto los estragos del sida.

"Todos los días, había atascos delante de los cementerios", cuenta el médico belga. "La gente caía como moscas (...) no había tratamiento por lo que los enfermos se contentaban con ir a la iglesia".

Dos décadas después, el doctor Goemaere, de 65 años, y sus colegas de Médicos Sin Fronteras (MSF) se encuentran en la antesala de otra epidemia letal.

La megalópolis del Cabo y su provincia, Cabo Occidental, concentran dos tercios de los 27.500 casos de coronavirus registrados en el país, de ellos 580 mortales. La barriada de Khayelitsha es uno de los principales focos.

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Nompumelelo Mantangana, enfermera de Médicos Sin Fronteras, cuenta su experiencia el 22 de mayo de 2020 en un hospital de campaña levantado en un polideportivo en Khayelitsha, cerca de Ciudad del Cabo (AFP/AFP)

"El número de personas infectadas aumenta rápidamente", dice el médico que coordina la construcción de un hospital de campaña con 65 camas para acoger a los enfermos.

La experiencia de los veteranos en el combate del VIH como él es preciosa para encarar la covid-19.

"Intentamos tratar la enfermedad lo más cerca de los pacientes", dice. "En esta ocasión, hemos implicado a la población mucho antes" de que llegara la epidemia.

En 1999, la aparición del sida sembró el pánico en Khayelitsha. El virus causaba decenas de víctimas al día y los únicos tratamientos que había se administraban en hospitales lejanos, a precios inaccesibles para los pacientes.

- Prejuicios -

En las clínicas locales, los médicos "extranjeros" eran recibidos con recelo. "Las enfermeras nos decían 'no vengan, nos van a infectar'", recuerda el doctor Goemaere.

"De hecho, la mayoría de los pacientes que recibíamos eran portadores del virus. Pero como no había pruebas de detección, nadie se daba cuenta del peligro".

Entonces, se pensaba que el sida era una enfermedad importada del extranjero, como el coronavirus, y estaba asociada a la prostitución y la homosexualidad. Se necesitó mucho tiempo para eliminar los prejuicios y la estigmatización y convencer a los pacientes de venir a consultar.

Este laborioso trabajo de sensibilización de las población se repitió cuando aparecieron los primeros casos de covid-19.

"La covid-19 está considerada como un virus importado por los blancos", explica Nompumelelo Mantangana, enfermera de MSF. "En el terreno, nuestro personal va de puerta en puerta para distribuir folletos explicando qué es la covid-19".

También utilizan las redes sociales y los medios locales para acallar las noticias falsas y los bulos.

Como en la época de la epidemia del sida, el personal sanitario que combate ahora el coronavirus también sufre retrasos en el tratamiento de los test de diagnóstico.

"Al principio del sida había que enviar los test a un laboratorio central", subraya Eric Goemaere. En 2001 se resolvieron los retrasos con la puesta en marcha de un test cuyos resultados estaban disponibles en veinte minutos.

- Tratamiento para todos -

"Fue una revolución", agrega el médico. "El día que podamos disponer de un test rápido (para el coronavirus) en Khayelitsha, cambiará todo". A condición, no obstante, de disponer de un tratamiento. "Si no, ¿de qué te sirve saber que estás infectado si no se puede hacer nada?"

Lo que llevó al doctor Goemaere a Khayelitsha fue precisamente hacer que el tratamiento estuviera disponible para los enfermos.

En aquella época, trabajaba en la disminución del riesgo del contagio del VIH de la madre al hijo gracias a la AZT, uno de los primeros medicamentos antirretrovirales.

Al llegar a Sudáfrica tuvo que enfrentarse con las autoridades que negaban la realidad de la epidemia, empezando por el propio presidente de la época Thabo Mbeki. "Era terrible. El gobierno me sugirió que me quedara tranquilo".

El gobierno "se negaba a que MSF utilizase ciertos medicamentos", confirma la enfermera Nompumelelo Mantangana. "Tuvimos que llevar a nuestro propio gobierno a los tribunales para que ofreciera un tratamiento a los enfermos".

"Es diferente con la covid", agrega la enfermera. "Ahora, han actuado rápidamente, trabajamos juntos".

El doctor Goemaere se felicita por la reactividad del gobierno sudafricano ante la pandemia actual. Espera que no demore en proponer un tratamiento a los ciudadanos, a diferencia de lo que ocurrió con el sida.

"En cuanto haya un tratamiento o una vacuna disponible, haremos todo lo posible para que sea accesible en los países más pobres", promete el médico.




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