Desde Yerba (Túnez) (AFP)

Los turistas abandonan la isla tunecina de Yerba tras el atentado de marzo

A pesar del buen tiempo, las tumbonas en la piscina de este hotel de cuatro estrellas de la isla de Yerba, una de las principales atracciones turísticas de Túnez, siguen vacías, dos meses después de un atentado en la capital del país que dejó 22 muertos.

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La piscina vacía de un hotel de cinco estrellas en la turística isla tunecina de Yerba, el 8 de mayo de 2015 - AFP/AFP
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A pesar del buen tiempo, las tumbonas en la piscina de este hotel de cuatro estrellas de la isla de Yerba, una de las principales atracciones turísticas de Túnez, siguen vacías, dos meses después de un atentado en la capital del país que dejó 22 muertos.

"Esto está muerto. No hay que esperar nada de este año", asegura Adel Tarres, director del centro.

El hotel solía estar lleno en primavera y en verano, principalmente de turistas italianos. En 2015, la temporada se anunciaba incluso "perfecta", según el hotelero, que dice haber contratado a 25 personas más que de costumbre. Pero el panorama cambió por completo el 18 de marzo, cuando 21 turistas extranjeros y un policía tunecino murieron en un atentado reivindicado por el grupo estado Islámico contra el prestigioso Museo del Bardo, en la ciudad de Túnez, a 500 kilómetros de Yerba. De inmediato, el operador turístico italiano que había reservado 170 habitaciones de mayo a octubre anuló el contrato, con una pérdida estimada de 1,4 millones de euros (1,6 millones de dólares). "Las repercusiones del atentado fueron muy graves", resume Tarres.

El turismo, que representa alrededor del 7% del PIB de Túnez y cerca de 400.000 empleos directos e indirectos, estaba ya muy afectado por las repetidas crisis políticas, y el auge de la influencia yihadista tras la revolución de 2011.

Solo en Yerba, unos 30 centros han cerrado por el desinterés de los turistas desde hace cuatro años, señala a la AFP Farhat Ben Tanfous, secretario general de la Federación Regional de Hostelería.

"Los últimos cuatro años han sido convulsos. Hemos tenido muchos ministros de turismo y muchos gobiernos; es decir, una fuerte inestabilidad política, lo cual no ha permitido trabajar a largo plazo", explica Ben Tanfus. El atentado contra el Museo del Bardo "ha agravado todavía más la situación", agrega.

Desde entonces, la temporada estival, que representa entre el 60 y el 70% de los ingresos anuales del turismo, "se anuncia mala. Esperemos que no sea catastrófica", ruega el presidente de la Federación, Jalel Henchiri.

- 'Prefieren quedarse en el hotel' -

Ben Tanfus espera que los daños se limiten a una caída del 5% en relación a las cifras del año pasado, que estaban ya por debajo de las expectativas. "Eso nos permitiría tener al menos una esperanza para los próximos años. Pienso que no hay que hablar de este año ni de 2016; más bien de una estrategia para salir a flote", señaló.

Los datos eran ya decepcionantes incluso antes de los atentados del Bardo. En el primer trimestre de 2015, los ingresos turísticos caían un 6,8% en relación al mismo periodo de 2014; y el número de noches de hotel un 10,7%.

Sin embargo, en Yerba, asegura Ben Tanfus, se han hecho esfuerzos para resolver el problema de la gestión de basuras, que denunciaron el año pasado tanto vecinos como profesionales del turismo el año pasado. Además, la seguridad se ha reforzado en la isla en previsión de la temporada turística.

Pero en los zocos, los comerciantes dudan de que estas medidas basten para atraer clientela. "Los pocos turistas que están en Yerba tienen miedo después de lo que sucedió en el Bardo y prefieren quedarse en el hotel. Desde 2011, ningún año ha sido mejor que el anterior, pero este año es el peor", suspiró Yassine Ben Othmane, un artesano del cuero.

"Decir que tengo miedo de estar aquí sería un poco fuerte", aseguró una turista australiana, Renata Payer. "Diría más bien que no me siento libre para desplazarme porque, por seguridad, he evitado alquilar un automóvil y he preferido ir con amigos".

Queda por ver si la campaña publicitaria lanzada por las autoridades, principalmente en las redes sociales, para animar a los turistas a volver dará frutos. "Si seguimos a este ritmo, voy a verme obligado a cambiar de oficio. El turismo ya no da más para vivir", se desespera Ibrahim Zagdid, que vende ropa tradicional.




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