Desde Nairobi (AFP)

Cajeros automáticos de agua para los barrios pobres de Kenia

Normalmente, la gente utiliza distribuidores automáticos para retirar dinero. En Kenia, máquinas similares permitirán ahora a la gente de los barrios pobres acceder, a un precio reducido y en condiciones de higiene decentes, a un bien de primera necesidad: el agua.

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Un vendedor de agua con varios bidones en el barrio Mathare de Nairobi, uno de los más pobres de la capital keniana, el 22 de marzo de 2012 - AFP/AFP/Archivos
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Normalmente, la gente utiliza distribuidores automáticos para retirar dinero. En Kenia, máquinas similares permitirán ahora a la gente de los barrios pobres acceder, a un precio reducido y en condiciones de higiene decentes, a un bien de primera necesidad: el agua.

Se han instalado cuatro máquinas de este tipo en tres barrios pobres de Nairobi, la capital. Con la ayuda de una simple tarjeta recargable, los habitantes pueden servirse agua potable.

"El agua es pura, buena para cocinar y sobre todo es barata", resumió Peter Ngui, jefe de un pequeño restaurante de calle en el barrio de Mathare.

Para los habitantes de estas zonas superpobladas de Nairobi, privadas de sistemas de canalización y de evacuación dignas de tal nombre, obtener agua sana a un precio razonable suponía hasta ahora todo un reto. Sin agua corriente en las casas, la gente acudía a los vendedores de calle, que recorren las estrechas callejuelas sin asfaltar, empujando o tirando de carretas cargadas de bidones. El agua estaba a menudo sucia, a veces extraída de forma totalmente ilegal de las canalizaciones.

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Un hombre utilizando su tarjeta para llenar un bidón de agua, el 24 de junio de 2015 en el barrio Mathare de Nairobi, uno de los más pobres de la capital keniana (AFP/AFP)

Las nuevas máquinas, instaladas por el servicio municipal de agua y de saneamiento, el Nairobi Water and Sewerage Company (NWSC), evitan pasar por intermediarios y permiten a los habitantes pagar por el agua hasta seis veces menos.

Comprados a los vendedores de calle, los 20 litros de agua -el mínimo cotidiano por persona según la Organización Mundial de la salud (OMS)- costaban tres shillings (tres céntimos de euro), una cantidad importante en los barrios pobres, cuyos habitantes sólo subsisten gracias a ocasionales trabajos diarios pagados con apenas 200 shillings al día (alrededor de dos euros). Gracias a las máquinas, la misma cantidad no cuesta más de 0,5 shilling.

- Mejor higiene -

"Cada vez más gente va a tener acceso, con dignidad, al agua", se felicitó el director de NWSC, Philip Gichuki, delante de una de estas máquinas, donde espera una larga fila de mujeres para rellenar sus bidones. "Las normas de higiene van a mejorarse y la gente va a gastar menos dinero", añadió.

Las autoridades esperan también supondrá un salto en materia de higiene. Hasta ahora, el agua disponible estaba a menudo contaminada.

Estos barrios pobres, donde los casos de diarrea son habituales, son incluso conocidos por sus "baños volantes". Sin servicios en las casas y teniendo sólo acceso a letrinas públicas poco numerosas y repugnantes, la gente defeca en sacos de plástico que tiran después en la calle.

Antes de la aparición de los distribuidores automáticos, "tenía agua disponible cerca de mi casa", confió Francisca Mbenya, otra habitante de Mathare. "El problema, era la higiene, había una canalización justo al lado de un punto de agua", prosiguió, al mismo tiempo que hacía cola con su nueva tarjeta. "Este nuevo punto de agua es limpio", se felicitó.

Para recargar sus tarjetas, los habitantes pueden elegir entre pequeños quioscos próximos y el muy popular sistema de pago por teléfono móvil, un servicio en el que Kenia fue pionero. "Si tengo 50 shillings, los ingreso en mi tarjeta y puedo tener agua en este punto de distribución por un mes entero", explicó Francisca Mbenya, madre de tres hijos.

Las máquinas son gestionadas por jóvenes y mujeres del barrio, que, según NWSC, se embolsarán un 40% de los beneficios.

El servicio municipal espera que implicar a la población permitirá mantener las máquinas en buen estado y además poner fin de esta manera a la costosa extracción de sus canalizaciones.

"El proyecto es viable comercialmente", se felicitó Philip Gichuki. "El suministro ilegal de agua va a desaparecer porque los habitantes tendrán acceso a un agua de calidad".




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