Adicción a Internet
En general, definimos una adicción como una actitud o conducta generada como consecuencia de una dependencia. La adicción es el abuso habitual, independiente de la voluntad, de una sustancia o actividad, con resultado de dependencia.
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El incremento tan importante en el uso de Internet en los últimos años ha conducido en determinados casos a un uso patológico del mismo, que se ha catalogado como adicción a Internet y, por extensión, a las nuevas tecnologías como teléfonos móviles, videojuegos, compact disc (CDs), etc. También se le conoce con el nombre de trastorno adictivo a Internet.
El uso patológico de Internet se ha descrito como incontrolable, marcadamente estresante, gran consumidor de tiempo o que resulte en dificultades sociales, laborales, o económicas y no solamente presente durante las fases hipomaníacas o maníacas del trastorno psiquiátrico.
¿A quién afecta?
Según un informe de la Comisión Europea de 2001, los jóvenes occidentales de 15 a 24 años usan regularmente la informática en casi la mitad de su tiempo libre. El teléfono móvil es la nueva tecnología más usada, ya que es usado por 8 de cada 10 jóvenes. El uso del correo electrónico aumenta con la edad aunque, contrariamente, el uso de videojuegos se reduce con la edad. El “chat” es la forma más habitual e incluso preferida de comunicación de numerosos adolescentes y jóvenes.
El uso patológico de Internet y de otras nuevas tecnologías puede afectar a cualquier persona, pero vemos con preocupación cómo afecta cada día con mayor frecuencia a niños y jóvenes de ambos sexos, hasta el punto que se les ha llamado la generación “net”. Los chicos usan más el “chat” y los videojuegos que las chicas, aunque éstas escuchan más la radio y dedican más tiempo a grabar la música que luego escucharán o intercambiarán.
¿Qué formas de adicción existen?
Existen varias formas de adicción a Internet según el tipo de abuso realizado. Entre los más frecuentes nos encontramos:
- Cibersexo
- Foros de debate ("chats")
- Juegos por Internet
- Búsqueda patológica de información
Otro grupo estaría integrado por los llamados “hackers” o piratas informáticos, catalogados como una tribu moderna o grupo marginal. Estas personas, generalmente jóvenes con grandes conocimientos informáticos, a menudo autodidactas, han creado nuevos rituales, nuevos lenguajes y ritmos especiales que inducen a la adicción.
¿Qué consecuencias acarrean estas adicciones?
Los jóvenes dependientes de Internet y de las nuevas tecnologías en general dedican un excesivo tiempo a estas actividades en detrimento de otras como los estudios o el trabajo, el descanso y el sueño, la lectura de libros, ver la televisión o simplemente charlar con familiares o amigos, con el consiguiente empobrecimiento de las relaciones sociales.
El tiempo dedicado a estas actividades y los motivos de uso son dos variables que ilustran eficazmente sobre el grado de dependencia y necesidad-preferencia de estas nuevas tecnologías. Son jóvenes grandes consumidores de todo producto tecnológico-virtual. El consumismo se constata más en la estética y en la moda que en el uso-necesidad del producto en sí, generándose una cierta avidez o deseo de comprar siempre lo más nuevo, potente y sofisticado del mercado, independientemente, hasta cierto punto, de la necesidad real y de su uso.
¿Qué problemas de salud puede crear esta adicción?
Por el excesivo tiempo que pasan estas personas delante de la pantalla del ordenador pueden surgir problemas como irritación de los ojos, dolor de cabeza, dolor de espalda, etc.
Asimismo puede aparecer sedentarismo y ganancia de peso, incluso obesidad, falta de productividad en otros ámbitos, irritabilidad, trastornos del sueño, etc. Se ha observado en estos jóvenes una reducción de la capacidad de expresión, principalmente en el lenguaje escrito, y tendencia al aislamiento y la soledad.
Se ha constatado también que un uso problemático de Internet puede asociarse con trastornos psiquiátricos, como un trastorno en el control de los impulsos, comportamientos obsesivos, comportamientos sociales disfuncionales e incluso una enfermedad psiquiátrica llamada trastorno bipolar o trastorno maníaco-depresivo.
¿Cómo se diagnostican estas alteraciones?
Se han elaborado distintas escalas o pruebas psicológicas para abordar este problema, denominadas escalas de adicción a Internet.
¿Qué medidas se pueden adoptar?
Al igual que intentamos conocer qué hacen nuestros hijos en el colegio, con qué amigos se relacionan y qué hacen fuera de casa o qué actividades o deberes deben realizar en casa, es necesario preocuparse por los sitios de Internet que visita, las personas con las que se comunica a través de la red o el grado de conocimientos tecnológicos que posee.
Por otra parte, de la misma manera que ocurre a menudo con la televisión, nuestros hijos, especialmente en su etapa adolescente, tienden a “engancharse” a estas tecnologías y en cierto modo abusar de ellas. Parece entonces que la negociación con ellos se convierte en una estrategia válida para que entre todos podamos hacer un uso racional de esta tecnología. Así, el tiempo que va a utilizar el ordenador para sus trabajos o para el tiempo libre, el tiempo que va a conectarse a Internet y los lugares o personas que va a visitar deben ser contenidos de esta negociación que, sin duda, al igual que otras, en ocasiones supondrá renuncias y en ocasiones victorias. El tipo de videojuegos, en caso de que los utilice, sus contenidos y el tiempo dedicado a ellos también debe ser objeto de supervisión.
Consejos y recomendaciones
Los últimos estudios sobre el uso que los niños y adolescentes hacen de Internet ha despertado cierta preocupación entre los pediatras españoles, hasta el punto que su asociación nacional ha emitido recientemente una serie de consejos o recomendaciones sobre la manera en que los adultos pueden controlar la navegación en la red de los más pequeños y que a continuación reproducimos:
- Dejar que el niño o el joven navegue en Internet sólo si está en casa acompañado de una persona adulta.
- No poner el ordenador en la habitación del niño y, en cualquier caso, situar la pantalla de forma que esté visible para la persona que entra o está en la habitación.
- Ser capaz de manejar el ordenador al menos al mismo nivel que el niño, de forma que éste sea consciente de que se tiene capacidad para poder controlarlo.
- Utilizar todos los sistemas de protección actualmente disponibles para evitar el acceso a sitios no aprobados para menores
- Hablar habitualmente con el niño sobre la navegación en Internet, tratando de tener información respecto a lo que se ve y consulta y procurando poner de manifiesto eventuales reticencias.
- Enseñar al niño que cuando se conecta a un “chat” no debe facilitar ni pedir direcciones, números de teléfono o cualquier tipo de información que pudiera identificarle. Es necesario dejar claro, aunque sin alarmarle, los riesgos que pueden derivarse de “chatear” con desconocidos.
- Evitar que el niño se conecte a Internet (particularmente en el “chat”) durante la noche.
- Alertarlo de que debe avisar a sus padres siempre que algún “amigo del chat” insista en solicitarle informaciones o hábitos personales o de su familia.
- Navegar y “chatear” algunas veces junto al niño para inducirlo a una mayor confianza con los padres respecto a los contenidos de sus conversaciones en la red.
- En la medida de lo posible, tratar de evitar que el niño tenga su propia dirección de correo electrónico y de la cual sólo él conozca la clave de acceso.
- Construir junto al niño una serie de reglas consensuadas para navegar en Internet, sin querer imponérselas.
Parece lógico pensar que un uso racional y moderado de estas nuevas tecnologías podría evitar la aparición de estas adicciones. El problema surge cuando lo que debería ser un medio o un instrumento (Internet, teléfono móvil) se transforma en objetivo en sí mismo. El abuso que de estas tecnologías hacen algunas personas, como sucedáneas de otras actividades, genera mecanismos de dependencia e incluso síndrome de abstinencia, parecidos a los que producen las sustancias psicoactivas.
En los casos de verdaderas adicciones a Internet u otras nuevas tecnologías podrá ser necesaria la intervención del equipo de salud mental (psicólogo, psiquiatra) especializado en estos trastornos.
[Fuente: Dr. Salvador Pertusa Martínez , especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.]
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