Biografias

Domingo Nieto y Márquez

Destacado político y militar que participó en la Guerra de la Independencia del Perú y ocupó importantes cargos políticos, incluyendo el de ministro de Guerra y Marina y presidente del Congreso Constituyente.


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En la convulsa época de “determinación de la nacionalidad” signada por la anarquía y el caudillismo militar, surgieron hombres que, en base al prestigio ganado limpiamente, el mérito y la entereza ética, sentaron las bases del futuro orden castillista. Es el caso de Domingo Nieto y Márquez, cuya azarosa vida política y militar iniciada a temprana edad da cuenta de su valor, de su honradez, pero también de “sus valores republicanos y su moralidad como soldado”, en un entorno dominado por el fragor de la guerra.

Hijo de Francisco Nieto Hurtado y María del Carmen Márquez, Domingo nació el 4 de agosto de 1803 en la hacienda de Loreto, Ilo. Aunque vinculado por línea paterna con los condes de Alastaya, don Francisco no era un acaudalado aristócrata: compartía por ese tiempo el cargo de recaudador de diezmos con el de arrendatario y administrador de fincas, sin que ello fuera un obstáculo para el paulatino progreso del peculio familiar y la posibilidad de alternar estancias entre Ilo y Moquegua.

Es probable que los vientos revolucionarios que agitaban el sur peruano hayan inflamado el espíritu de Domingo y el de su familia. No en vano sus hermanos mayores apoyaron la causa rebelde de Pumacahua. Lo cierto es que, con 17 años de edad, Nieto se adhiere a las filas libertarias que, en nombre de San Martín, dirigía Guillermo Miller, participando en la acción triunfal de Mirave, en Tacna (1821), hecho que le valió el grado de teniente de caballería. De esta manera, el futuro mariscal iniciaría un largo periplo político-militar en el que prestigio y ascensos irían de la mano con una participación en todas las guerras libradas en territorio peruano desde la independencia hasta 1844.

Sin pretender agotar el itinerario, son de destacar su presencia en las expediciones a Puertos Intermedios (1823), en las campañas libertadoras de Junín y Ayacucho (1824) como ayudante de campo del general La Mar, así como en el segundo sitio del Callao que capituló en 1826. Finalizada la independencia, participa en la guerra con la Gran Colombia (1829), nuevamente bajo el mando de La Mar, ganando fama tras el lance victorioso con el comandante Camacaro en Portete de Tarqui.

Interesa también su papel durante la Convención Nacional dominada por los liberales (1833-1834), en un contexto en el que vencía el mandato del general Agustín Gamarra y se procedía a la elección de un presidente provisorio, cargo que recayó en el general Luis José de Orbegoso. No obstante, el grueso del ejército, controlado por Gamarra, impone a Pedro Bermúdez, allegado de este. En tales circunstancias, Nieto, ascendido a general, dirige, desde Arequipa, la resistencia en defensa de la Constitución. Estalla la guerra civil, no sin antes ofrecérsele el mando supremo del sur dentro de un plan de unión federativa del norte y sur peruano con Bolivia, propuesto por Gamarra y Andrés de Santa Cruz, envite que Nieto rechazó. Pese al reconocimiento de Orbegoso como jefe de estado, las aguas turbias de la sedición, instaladas al interior del ejército, conducen a la sublevación de Felipe Santiago Salaverry, quien se proclama Jefe Supremo del Perú. Deportado a California (1835), Nieto logró escapar para, finalmente, exiliarse en Chile.

Es polémica la actuación de Nieto en los años de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) y aun antes. Apoyó al presidente Orbegoso al conocer de los arreglos de Santa Cruz y Gamarra para invadir territorio patrio, lo que motivó su retorno al Perú. Sin embargo, de manera casi paralela, justificó la llegada del caudillo alto peruano a quien Orbegoso había convocado para defender su gobierno. Celebra el régimen confederado inaugurado por Santa Cruz, pero, al mismo tiempo, recela de aquel y sugiere a Orbegoso frenar las apetencias del boliviano. Por ello, al arribar Santa Cruz a Arequipa, se le exigió a Orbegoso ordenar la partida de Nieto al exterior, quien terminó embarcándose a Chile. Empero, casi de inmediato, retornaría al Perú al conocer que el general Vidal, a nombre de Orbegoso, había entrado a Lima consiguiendo, además, la adhesión de los departamentos del norte. Nieto buscaba alertar a este de las ambiciones de Santa Cruz y del riesgo que suponía para la soberanía peruana. Quizás por ello, y en una decisión discutible, aceptó el cargo de prefecto y comandante militar del departamento de La Libertad, lo que en los hechos significaba validar a Orbegoso como presidente del Estado Nor Peruano, pero también a Santa Cruz como supremo protector de la Confederación. Aunque al parecer la idea de un estado confederado que uniera Perú y Bolivia no le disgustaba, la ilegalidad, la imposición y el temor a la pérdida de la soberanía peruana llevó a Nieto a oponerse al proyecto santacrucista. Los vientos anti confederales cada vez más intensos en el norte y las noticias de la segunda expedición restauradora organizada desde Chile para acabar con el experimento confederado, lo alentaron a respaldar la libertad del Estado Nor Peruano. En tales circunstancias, se produce el desembarco de las fuerzas restauradoras peruano-chilenas. La contradicción envuelve el alma de Nieto: al impugnar la autoridad de Santa Cruz pierde el apoyo de las fuerzas altoperuanas necesarias para impedir la intromisión chilena. El rechazo a los extranjeros de uno y otro lado lo lleva a apoyar al irresoluto Orbegoso y enfrentar a las fuerzas restauradoras en inferioridad de condiciones. El resultado es la clamorosa derrota de Portada de Guía (1838). Nieto sale del país rumbo al Ecuador, mientras Gamarra es reconocido presidente. Tal vez ello explique, por lo menos en parte, el decreto por el cual el militar moqueguano –tratado como traidor a la patria– sería borrado del escalafón militar. Como lo recuerda Mc Evoy, todos los militares incluidos en el decreto supremo, a excepción de Bermúdez, habían peleado en favor del convencionalismo.

Tras el desastre de Ingavi (1841) y desaparecido Gamarra, Nieto retorna al Perú dispuesto a ofrecer sus servicios, buscar la reconciliación y reivindicar su honra. Manuel Menéndez, encargado interino del Ejecutivo como presidente del Consejo de Estado, enfrentaba a los remanentes bolivianos que se encontraban en el sur peruano cuando el inefable general Juan Crisóstomo Torrico lo depuso. La guerra civil inaugurada en 1833 se reanudaba. Nieto apoya al general Francisco Vidal en contra del ilegal pronunciamiento de Torrico. El desafío, dirimido en Agua Santa, Ica (1842), constituyó una resonante victoria de las fuerzas de Vidal bajo la dirección de Nieto, quien obtendría el ascenso al mariscalato.

Durante la efímera presidencia de Vidal, Nieto ocuparía la prefectura de Moquegua y la comandancia general de los departamentos del sur. La sublevación del general Manuel I. de Vivanco, y el acentuado carácter dictatorial del Directorio, motivó el destierro del mariscal a Chile. Después de desembarcar en Arica, iniciaría en Tacna la defensa del orden constitucional junto a Manuel de Mendiburu y, luego, Ramón Castilla. Tras el triunfo sobre las fuerzas vivanquistas en Pachía (Tacna), se constituyó la Suprema Junta de Gobierno Provisorio (1843) presidida por Domingo Nieto. Destino irónico y cruel el del mariscal de Agua Santa, convertido en jefe de estado. Enarbolando la bandera de la constitucionalidad, Nieto y su estado mayor se trasladan al Cusco con el fin de preparar el terreno para la estocada final, pero la muerte lo sorprendería. Con apenas 41 años, Nieto fallece el 17 de febrero de 1844. Pocos meses después, quien fuera su lugarteniente y sucesor en la dirección de la Junta, Ramón Castilla, obtendría una victoria definitiva sobre Vivanco en Carmen Alto (Arequipa), reestableciéndose la Constitución de 1839.

Nieto cumplió un papel fundamental en la forja del estado y la nación peruana. En gran medida sus acciones e ideas, su legado, fueron materializadas por su heredero político, Ramón Castilla.

Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]




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