Biografias

Mariano Ignacio Prado

Mariano Ignacio Prado fue un militar y político peruano que llegó a ser Presidente de la República en cuatro oportunidades. Enfrentó el inicio de la Guerra del Pacífico con Chile.


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Mariano Ignacio Prado Ochoa


Mariano Ignacio Prado Ochoa, nació en Huánuco el 18 de diciembre de 1826. Fue el segundo hijo de Ignacio Prado Marín y de Francisca Ochoa Tafur, miembros de una destacada familia de criollos de Huánuco dedicados a la agricultura.

Quedó huérfano a temprana edad y por ello, Mariano Ignacio Prado vivió sus primeros años en Huánuco, donde cursó estudios básicos de 1837 a 1845. Su preceptor, el sacerdote Agustín Rato, consiguió trasladarlo a Lima para que estudiara Derecho en el Convictorio de San Carlos (luego parte de la Universidad de San Marcos), pero truncó estos estudios pues falleció su hermano mayor, teniendo que retornar a Huánuco para administrar los negocios agrícolas de su familia.

Posteriormente, liquidó estos negocios y se estableció en Lima, dejando en Huánuco a María Avelina Gutiérrez y a un hijo natural tenido en ella, Leoncio Prado, quien con el tiempo sería uno de los héroes máximos del Perú.

Se incorporó a la Guardia Nacional con el grado de capitán y criticó los manejos económicos del gobierno de José Rufino Echenique, por lo que fue desterrado a Chile en 1854. Regresó y desembarcó en Arica, pasando luego a Arequipa donde se unió a la revolución liberal encabezada por Ramón Castilla.

Durante el primer gobierno de Castilla fue diputado de la Convención Nacional representando a Huánuco, en 1857. Luego se reincorporó al ejército y asumió el comando del regimiento Lanceros de la Unión, con el que pasó a enfrentar al movimiento revolucionario iniciado por Manuel Ignacio de Vivanco en Arequipa y que intentaba extender hacia el norte. De vuelta a Lima, fue requerido nuevamente por Castilla para liquidar de forma definitiva la revolución de Vivanco y participó en el asalto final a Arequipa el 6 de marzo de 1858.

Fue nombrado prefecto de Tacna en 1858, pasando luego a ejercer el mismo cargo en Arequipa, en 1859. Al estallar la guerra con el Ecuador, reasumió el comando de los Lanceros de la Unión y estuvo en la entrada triunfal en Guayaquil, a la izquierda del mismo presidente Castilla, el 29 de diciembre de 1859.

En febrero de 1865, el coronel Prado inició una revolución en Arequipa contra el gobierno de Juan Antonio Pezet por la firma del Tratado Vivanco Pareja. considerado como una muestra de debilidad frente a las pretensiones de España en el Pacífico. Esta revolución adoptó el nombre de 'restauradora'.

Prado marchó hacia Cuzco y Ayacucho con el fin de dominar todo el sur peruano, preparándose para la toma de Lima. En simultáneo, el coronel José Balta inició la sublevación en Chiclayo, también con destino revolucionario en Lima. El 25 de abril de 1865, Prado se proclamó Jefe Supremo Provisorio. Pero los demás revolucionarios invocaron el respeto a la constitucionalidad y por eso pidieron al segundo vicepresidente del gobierno de Pezet, general Pedro Diez Canseco, que asumiera la presidencia. Éste aceptó, y Prado se vio obligado a reconocer su autoridad.

El 22 de octubre, el 'Ejército Restaurador' de Prado marchó sobre Lima. El día 27 llegó a Chilca y luego a Lurín, donde acamparon. Prado ingresó por Chorrillos e ingresó por la Portada de Guadalupe. El Palacio de Gobierno cayó después de un violento combate de seis horas. Pezet, que contaba aún con un ejército, no quiso presentar batalla y se retiró, refugiándose en una corbeta británica surta en el Callao.

Pedro Diez Canseco, vicepresidente de Pezet, se encargó de la presidencia, pero no adoptó decisiones drásticas con respecto al conflicto con España. El Congreso debía definir la declaratoria de guerra, pero ante la falta de ello, los jefes del ejército decidieron deponer del cargo a Diez Canseco y nombrar como Dictador al coronel Mariano Ignacio Prado.

Mariano Ignacio Prado Ochoa

Su primer gobierno fue breve, pero pleno de enérgicos deseos de reforma contra la desmoralización en la función pública. Compuso el llamado "gabinete de los talentos", en el que figuraban Manuel Pardo, José Gálvez, Toribio Pacheco, José Simeón Tejada y José María Químper, todos miembros de una nueva generación entusiasta, ilustrada y de ideas liberales. Sin embargo, o el liberalismo de las reformas resultó excesivo, o las intrigas de sus enemigos eficaces, el hecho es que una revolución (la de Diez Canseco) terminó con su gobierno en el inicio de 1867 y lo devolvió a un país bien conocido por los políticos peruanos caídos en desgracia: Chile. Estuvo ahí varios años, dedicado al negocio del carbón y engrosando una fortuna que le permitió realizar el ritual y costoso viaje a Europa que caracterizaba a los miembros de la élite.

Con el encumbramiento a la presidencia de la república de su amigo Manuel Pardo, volvió al Perú en 1873. Recibió el grado de general y se acercó al partido civil. Fue elegido diputado por Cañete en 1874 y luego presidente de la Cámara de Diputados. En las elecciones de 1876 se impuso a Lizardo Montero, y llegó otra vez a la Presidencia, en la que debía permanecer hasta 1880.

La agobiante crisis fiscal le impidió emprender una amplia acción de gobierno. Tuvo que enfrentar la oposición de los intereses salitreros, el cierre del crédito internacional por la moratoria de la deuda externa y la devaluación de la moneda nacional. El parlamento, dominado por el civilismo y dividido frente a la cuestión del salitre, desarrolló una labor de oposición que también lo ató de manos. Producidos en 1878 los primeros escarceos de la guerra del salitre, no tuvo la energía suficiente para impedirla, ya presionando a Bolivia para que resolviera pacíficamente sus diferencias con Chile, ya canalizando la cuestión de las salitreras hacia soluciones que esquivasen el conflicto.

La guerra contra Chile convertiría al héroe del dos de mayo en una especie de traidor nacional. Al comienzo se trasladó al sur para dirigir personalmente el conflicto, pero tras la derrota de Angamos, decidió emprender viaje a Europa, el mismo día que cumplía los 53 años. La razón de este viaje fue realizar personalmente compras de armamento en Europa, pero la población, azuzada por los caudillos rivales, lo entendió como una huida vergonzosa. El presidente abandonaba el país en plena guerra y tras la destrucción de lo principal de nuestra escuadra.

Sobre el viaje de Prado se tejieron muchas leyendas: Dicen que huyó llevándose el dinero público y el recolectado para el armamento. Dentro de la imaginación popular, se creyó que este hurto fue el origen de la fortuna familiar de los Prado.

En la presidencia quedó el general La Puerta, quien fue depuesto a los pocos días por Nicolás de Piérola. Éste, en un furibundo decreto del 22 de mayo, declaró a Prado traidor a la patria y le retiró sus grados militares y todos sus derechos ciudadanos. Manuel Ignacio Prado regresó al Perú en 1887 y se mantuvo lejos de la opinión pública y de la política, aunque en dos oportunidades fue elegido presidente de la Sociedad Fundadores de la Independencia y Vencedores del 2 de Mayo de 1866 (1890-91 y 1896-97).

Regresó en 1899 a Europa por motivos de salud y falleció el 5 de mayo de 1901 en París (Francia). Al año siguiente su cadáver llegó al Callao y fue trasladado al mausoleo de la familia.



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