Desde Zhaba (China) (AFP)

La etnia tibetana que abandonó su tradicional libertad sexual en China

Cuando Trinley Norbu era joven, se colaba de noche por las ventanas de las muchachas a las que cortejaba. Pero las historias de una noche, otrora normal en la etnia tibetana del sudoeste de China, ya no gozan de tanta popularidad.

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Imagen de una calle del pueblo donde habita la etnia tibetana de los zhaba, en la provincia de Sichuán, en el sudoeste de China, el 28 de mayo de 2017 - AFP/AFP
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Cuando Trinley Norbu era joven, se colaba de noche por las ventanas de las muchachas a las que cortejaba. Pero las historias de una noche, otrora normal en la etnia tibetana del sudoeste de China, ya no gozan de tanta popularidad.

Según este conductor de 37 años, la capacidad de escalar hasta las ventanas fue durante mucho tiempo una vía de seducción mucho más eficaz que una invitación a cenar o al cine en su comunidad, en la provincia de Sichuán, dominada por las mujeres.

Con 14.000 miembros, los zhaba privilegian una vida sexual sin compromisos frente al matrimonio. La tradición son los "matrimonios ambulantes", una forma de denominar estos pícaros paseos con los que los hombres buscaban a sus compañeras de esa noche.

Esta práctica va desapareciendo poco a poco en esta región, ya que ahora las mujeres exigen un compromiso algo más fuerte de sus compañeros sexuales, explica Trinley Norbu.

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La política del hijo único que estableció China en los 80, que imponía multas para las madres cuyos hijos no tuvieran un padre declarado, hizo que los zhaba adquirieran costumbres más tradicionales (AFP/AFP)

La llegada de internet, los teléfonos inteligentes y las series de televisión sentimentales surcoreanas, junto al desarrollo de los transportes y la oportunidad de estudiar, han expuesto a los zhaba a otros modos de vida.

"Las mujeres empiezan a querer las mismas cosas que en otros lugares: matrimonios fijos y bienes materiales como una casa o un automóvil", explica.

Y se divisa un desafío aún mayor: con la construcción en sus alrededores de una de las mayores presas del mundo obligará a los habitantes de la zona a realojarse y, por tanto, dispersarse.

- Aparecieron los celos -

"La economía va a desarrollarse y el comportamiento de la gente se verá pervertido. Todo será cuestión de dinero y nuestras tradiciones locales van a desaparecer", prevé Khando Tsering, amigo de Trinley Norbu.

El "matrimonio ambulante" empezó a decaer en la década de 1980 con la política del hijo único, que establecía multas para las madres cuyos hijos no tuvieran un padre declarado, obligándolas a obtener certificados oficiales de matrimonio.

El avance del matrimonio clásico en los últimos 30 años hizo que se desarrollara entre los zhaba la noción de celos, un sentimiento que hasta entonces apenas se expresaba en público, subrayó en un estudio la antropóloga Feng Min, de la Universidad de Qinghai (noroeste).

Según este estudio, solo un 49% de los 232 hogares encuestados mantenía la tradición de las uniones libres en 2004.

Los niños nacidos en esas familias zhaba tradicionales suelen quedarse con sus madres. Los padres, que pueden aportar una ayuda económica, viven en general con sus propias madres.

"Yo no tengo marido. El padre de mis hijos vive en otro lugar", explica la matriarca Dolma Lhamo, de 60 años, junto a dos de sus hijas.

- "Ya no es tan divertido" -

Cuando Tsultrim Paldzone, de 30 años, era más joven, sus amigos y él solían participar en un ritual de seducción: les robaban a las chicas a las que querían seducir una ficha que ellas portaban y que debían devolverles durante una visita nocturna.

"Cuando ella estaba de acuerdo, corría con lentitud. Y si estaba totalmente en contra, no dejaba que le quitaran la ficha", explica riendo este pintor de frescos.

Entonces, era raro ver automóviles en la zona, y Tsultrim Paldzone recuerda que un noche caminó 10 km para llegar a casa de su amada.

En la actualidad ya nadie vive a más de media hora en moto de otra persona, las citas se acuerdan por mensajes de celular y el falso pudor del juego de la ficha casi ha desaparecido.

"Ya no hay desafío. Claramente ya no es tan divertido como antes", lamenta Tsultrim Paldzone.




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