Desde Ulán Bator (AFP)

Los trabajadores norcoreanos de Mongolia deben dejar el país

Los más de 1.000 trabajadores norcoreanos presentes en Mongolia, uno de los pocos países que los acoge, deben dejar el país por las nuevas sanciones internacionales contra Pyongyang.

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Unos obreros norcoreanos trabajan en la construcción de un edificio, el pasado 6 de octubre en Ulán Bator - AFP/AFP
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Los más de 1.000 trabajadores norcoreanos presentes en Mongolia, uno de los pocos países que los acoge, deben dejar el país por las nuevas sanciones internacionales contra Pyongyang.

Trabajan en la construcción o ejercen sus talentos de acupuntura, a veces explotados y en difíciles condiciones de vida. En noviembre, eran unos 1.200 los norcoreanos establecidos en Mongolia.

Pero la aplicación de las sanciones internacionales contra el régimen de Kim Jong-Un llevó al gobierno mongol a darles un ultimátum: para fin de 2017 deberán partir, sus autorizaciones de trabajo de un año no serán renovadas.

"Cuando sus contratos lleguen a término, las entidades privadas no podrán proponer nuevos, debido a la resolución de la ONU", dijo a la AFP Shijeekhuugiin Odonbaatar, un alto responsable del ministerio de Relaciones Exteriores mongol.

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Un grupo de obreros norcoreanos trabaja en la construcción de un edificio, el pasado 6 de octubre en Ulán Bator (AFP/AFP)

La ONU estima que unos 100.000 norcoreanos trabajan en el extranjero, proporcionando una preciosa fuente de divisas para su país al que envían unos 500 millones de dólares cada año.

En septiembre, tras el último ensayo nuclear de Pyongyang, el Consejo de seguridad adoptó una resolución ordenando a las naciones concernidas cesar de acordar permisos de trabajo a los norcoreanos.

La mayoría de los expatriados norcoreanos trabajan en China y en Rusia, pero algunos se aventuran hasta África y en Medio Oriente. Junto a Polonia, Mongolia es uno de las pocas democracias que les abre las puertas.

Sus condiciones de vida en el extranjero no son envidiables. Tienen jornadas laborales de 12 a 16 horas con dos días de descanso por mes. Pyongyang confisca entre el 70% y el 90% de sus salarios (entre 300 y 1.000 dólares por mes), según el departamento de estado estadounidense.

En Mongolia las empresas del sector de la construcción reclutan norcoreanos por su capacidad a trabajar largas jornadas sin quejarse.

- Vida en el subsuelo -

La mayoría duerme en las obras, sin autorización para pasear solos en la ciudad. En Ulán Bator, la capital, las temperaturas pueden caer en invierno a -40ºC. "Muchos viven sin calefacción en los subsuelos de los edificios que construyen", explicó a la AFP un militante surcoreano.

Éste, que pidió el anonimato por razones de seguridad, intentó ayudar a varios obreros norcoreanos en Mongolia, pero se convirtió en algo "muy arriesgado verlos en persona". "Los contactaba a través de un intermediario, pero desapareció de repente", agrega, preocupado.

Junto a una obra que emplea norcoreanos, el equipo de periodistas de la AFP fue atacado por los obreros que no querían responder preguntas.

En el sector textil, un centenar de norcoreanos dejaron los talleres de Gobi Cashmere, primer fabricante de cachemira del país. Sus contratos terminaron en agosto.

"Los habíamos contratado porque no teníamos suficientes mongoles calificados para trabajar con las máquinas de coser", explicó a la AFP Tsogtbayariin Tsaschiker, abogado de la empresa, que defendió además las condiciones laborales.

"La prensa surcoreana pretende, erróneamente, que les pagamos con camisetas... Les pagamos exactamente igual que a nuestros empleados mongoles, para una jornada laboral idéntica, de ocho horas diarias", insiste.

También hay norcoreanos que ejercen acupuntura o la quiropráctica, técnicas coreanas tradicionales muy apreciadas en Mongolia.

Las clínicas, que los albergan y alimentan, pagan los sueldos directamente a la embajada de Corea del Norte, pudo saber la AFP. La embajada no quiso hacer comentarios.

Sunjidmaa Mitiya, jefe médico de "Sky", un hospital privado de medicina tradicional, asegura que "los pacientes están muy satisfechos" con los tratamientos que dan los norcoreanos, hecho que atrae a "más clientes". "Están contentos de estar en Mongolia", dice a la AFP.




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