Desde Rakita (Serbie) (AFP)

Pequeñas centrales hidroeléctricas provocan tensiones en Serbia

En lo profundo de los bosques del este de Serbia, una excavadora abre un canal a través de los árboles para instalar una tubería que canalizará el agua de los ríos, aunque los esfuerzos del país para impulsar energías limpias desencadenan una fiebre del oro relacionada al agua.

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- AFP/
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En lo profundo de los bosques del este de Serbia, una excavadora abre un canal a través de los árboles para instalar una tubería que canalizará el agua de los ríos, aunque los esfuerzos del país para impulsar energías limpias desencadenan una "fiebre del oro" relacionada al agua.

La remota y casi deshabitada región de Stara Planina -que significa "Vieja Montaña" en serbio-, en la frontera con Bulgaria, es famosa por sus escarpados picos y ríos prístinos que atraviesan densos bosques.

Pero la región está en el centro de una enérgica reacción contra controvertidos proyectos hidroeléctricos a pequeña escala, que Serbia ha alentado para intentar cumplir con ambiciosos objetivos de energías renovables como parte de los compromisos para unirse a la Unión Europea.

"No eres bienvenido", se lee en un letrero en la pequeña aldea de montaña de Rakita. El mensaje está dirigido a los trabajadores de los proyectos, que están protegidos por guardias mientras trabajan para instalar las tuberías que desviarán hasta el 90% del agua del río local hacia una turbina generadora de energía.

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La región de Stara Planina es el corazón de la resistencia a los polémicos proyectos de pequeñas centrales hidroeléctricas en Serbia (AFP/AFP)

La comunidad rural local considera al río Rakitska, que atraviesa el pueblo, como un salvavidas y teme que la planta devastará la vida acuática, hará que los pozos artesianos se sequen y priven de agua al ganado.

Los habitantes de Rakita han pasado dos años luchando contra la planta de energía, realizando protestas en Belgrado o en la ciudad más próxima, Pirot. Y no están solos.

La batalla por la política energética ya se extiende a gran parte de los Balcanes, donde los activistas dicen que varios miles de proyectos hidroeléctricos a pequeña escala amenazan el futuro de algunas de las vías fluviales más puras de Europa y las vastas franjas de flora y fauna que sostienen.

- Dependencia del carbón -

Serbia depende del carbón para aproximadamente el 70% de su electricidad, y la energía hidroeléctrica representa alrededor de un 25%. Por su parte, la energía eólica y solar actualmente es marginal.

Pero el país, que negocia su acceso a la UE, está dispuesto a reducir su dependencia de los combustibles fósiles y se comprometió con un ambicioso objetivo de desarrollar energías renovables por el 27% para el próximo año.

En un informe de 2018, la Comisión Europea dijo que el país "aún no está en camino" para cumplir con el objetivo. Y las atenciones se centraron en los cursos de agua.

De acuerdo con el ministerio serbio de Medio Ambiente, hasta el momento se han construido unas 100 pequeñas centrales hidroeléctricas.

Al mismo tiempo, la compañía eléctrica estatal EPS ofrece fuertes subsidios, comprometiéndose a comprar la electricidad generada por pequeñas centrales hidroeléctricas a un precio 50% más alto que la tasa del mercado.

Esto ha atraído a personas adineradas interesadas en invertir en el sector, muchas sin ninguna experiencia previa.

- Sin "varita mágica" -

El impacto ambiental de los pequeños proyectos hidroeléctricos no es un secreto, dijo Dragan Josic, jefe de la asociación nacional que reúne inversionistas privados en el sector.

Pero ese impacto "no es nada comparado con el efecto producido por las centrales eléctricas de carbón", dijo a la AFP.

"No hay una varita mágica, si queremos electricidad tenemos que producirla a partir del potencial que tenemos", añadió.

Según un estudio reciente realizado por la oenegé Health and Environment Alliance, la contaminación por carbón es responsable de la muerte prematura de 570 personas al año en Serbia, el mayor número de víctimas en los Balcanes.

Pero Ratko Ristic, decano de la facultad de ciencias Forestales de la Universidad de Belgrado, ve el carbón como una opción pragmática. "Simplemente no podemos cerrar las generadoras de energía y volver a la edad de piedra", dijo.

Ristic dijo que, de acuerdo con proyecciones que datan de la década de 1980, unas 856 pequeñas centrales hidroeléctricas estaban destinadas a Serbia, pero argumenta que solo producirían "2% a 3% de nuestras necesidades anuales de electricidad".

Pero "entubarían 2.400 kilómetros de ríos en las regiones más vulnerables", señaló.

RiverWatch y los activistas de la campaña EuroNatur dicen que hay una alternativa y argumentan que las naciones podrían alcanzar o incluso superar la energía generada por pequeños proyectos hidroeléctricos con otras fuentes renovables, especialmente la energía solar y eólica.

En enero, los residentes de Rakita encontraron un aliado en el ministerio de Medio Ambiente, que ordenó el cese de los trabajos de construcción.

El ministro Goran Trivan dijo en ese momento que la "contribución" energética de tales plantas "es pequeña en comparación con el daño" que provocan.

Pero la prohibición no tuvo efecto, porque tiene que ser implementada por otros departamentos gubernamentales.

Las casas abandonadas y casi en ruinas ahora salpican el pueblo, que ha visto a su población reducirse de 2.000 a solo 200.



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