Los chalecos amarillos vuelven a las calles en Francia en busca de un nuevo impulso
Los chalecos amarillos esperan contrarrestar el lento declive de su movimiento contra la política fiscal y social del presidente francés Emmanuel Macron, con manifestaciones en toda Francia, sentadas en la Torre Eiffel y movilizaciones de mujeres, en el 17º fin de semana de protestas.
Los "chalecos amarillos" esperan contrarrestar el lento declive de su movimiento contra la política fiscal y social del presidente francés Emmanuel Macron, con manifestaciones en toda Francia, sentadas en la Torre Eiffel y movilizaciones de mujeres, en el 17º fin de semana de protestas.
El 17 de noviembre, cuando comenzaron las protestas sin colores políticos ni sindicatos detrás, contra el alza de los combustibles y reclamando mayor poder adquisitivo, llegaron a congregar a 282.000 personas en toda Francia.
El movimiento se convirtió rápidamente en la peor crisis social para el presidente Macron desde su llegada al poder en mayo de 2017.
Pero cuatro meses después, la cantidad de participantes contabilizados por el ministerio de Interior francés no deja de caer. El fin de semana pasado los manifestantes eran menos de 40.000 en todo el país.
Pero estas cifras están sujetas a dudas. Los manifestantes las refutan y aseguran que su movilización sigue determinada, mientras falta una semana para que termine el "gran debate nacional" que tuvo que lanzar el gobierno para intentar apagar la crisis.
"Acto decisivo: no nos moveremos". En París los manifestantes proponían hacer sentadas al pie de la Torre Eiffel. Pero el viernes por la noche, cuando algunos de ellos intentaban instalar unas estructuras cerca del emblemático monumento, la policía los desalojó rápidamente, constató AFP.
- 'Primero el refrigerador' -
Como desde hace 17 sábados, este sábado por la mañana los manifestantes se congregaron en París al pie del Arco del Triunfo, adonde también convergieron sindicalistas con chalecos rojos, niñeras con chalecos rosas y mujeres que manifiestan por la igualdad, al día siguiente del Día internacional de los Derechos de la Mujer.
Pero esta convergencia de circunstancia pareció difícil de mantener, pues una parte de los manifestantes, los sindicalistas y las "chalecos rosas", bifurcaron hacia los jardines del Luxemburgo, dejando solos a los "chalecos amarillos".
Nejeh Farhat, de 40 años, un "chaleco amarillo", 'veterano' del movimiento, parece decepcionado. "Es una organización de mierda", dice, bajo la lluvia. "La convergencia no es algo malo, mientras más seamos, más fuertes seremos. Pero el combate no cambió, la prioridad es (poder llenar) el refrigerador. Luego, la igualdad y todo eso, si se hace, se hace. Pero primero el refrigerador".
Hay manifestaciones previstas en varias ciudades de Francia, con el temor a que se repitan las violencias que marcaron las protestas de las semanas anteriores.
Para los "chalecos amarillos", el objetivo del mes de marzo es dar un nuevo impulso al movimiento, con el espíritu de cuando comenzó, y aumentar la presión sobre el presidente Macron.
Y ya se lanzaron convocaciones para una nueva protesta la semana próxima, el 18º sábado de movilización, que sería al día siguiente del fin del "gran debate". Esperan entonces reunir en París "a toda Francia" para dar un "ultimátum" al gobierno.
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