La principal arteria de Madrid, el paseo de la Castellana, se convirtió este domingo en un hipódromo en un tramo cercano a donde, entre 1878 y 1933, se ubicó el que era conocido como Hipódromo de la Castellana.
Los jinetes, tres por cada una de las cuatro carreras de exhibición que se disputaron, recorrieron unos 500 metros de pista que se dispusieron sobre el asfalto de la Castellana, que se recubrió con arena para que pudieran correr los caballos.
"El resultado ha sido un éxito", aseguró Faina Zurita, presidenta de Hipódromo de La Zarzuela, la instalación que actualmente acoge las carreras de caballo en las afueras de la capital española.
"Con este espectáculo, le hemos mostrado al público de Madrid lo que pueden ver cada domingo en el hipódromo", añadió Zurita en una mañana de carreras, en las cuales el resultado era lo de menos y el objetivo, dar un espectáculo al que acudieron cientos de personas.
Inaugurado en 1878, coincidiendo con los fastos por la boda entre el rey Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans, el Hipódromo de la Castellana fue el centro de reunión de la alta burguesía y la aristocracia madrileña hasta su derribo en los años 30, para dar paso a la expansión de la capital.