Desde Buenos Aires (AFP)

Argentinos aguzan ingenio frente a la inflación sin tregua

El precio de la harina se duplicó en menos de un año, los huevos y el aceite en alza. Las compras diarias son un dolor de cabeza para muchos argentinos que apelan al trueque o a mercados al por mayor para enfrentar una inflación galopante.

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Una mujer mira ropa en un mercado de intercambio en Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires, el 21 de septiembre de 2018 - AFP/AFP
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El precio de la harina se duplicó en menos de un año, los huevos y el aceite en alza. Las compras diarias son un dolor de cabeza para muchos argentinos que apelan al trueque o a mercados al por mayor para enfrentar una inflación galopante.

"Está complicado hacer todas las compras en un único sitio. Caminamos todo el día para encontrar los mejores precios", explica Agustina Saravia frente los puestos de la feria semanal de Nueva Pompeya, un barrio de Buenos Aires donde viven familias de clase media baja y aún más modestas.

"Aquí los tomates cuestan 50 pesos el kilo, en la verdulería cuestan 30", señala la treinteañera, antes de irse a ver cuánto salen en el mercado vecino. Sólo después decidirá dónde comprar.

Igual que ella, la mayoría de los clientes del mercado estudian los precios de los carteles con atención, dudan, los comparan y sólo después, quizás, volverán a por un kilo de manzanas o algo de verduras.

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Alimentos expuestos en un mercado de intercambio en Monte Grande, en la provincia de Buenos Aires, el 21 de septiembre de 2018 (AFP/AFP)

Según el Instituto nacional de Estadísticas (Indec) entre enero y agosto la inflación sumó 24,3%. En el caso de los alimentos básicos, el alza es mucho más notoria con picos en el aumento del precio de la harina (115%), huevos (56%) y aceites (40%).

- "Platos rotos" -

Otro modo de defender los ingresos, son las compras al por mayor en las que muchas cadenas de supermercados se han especializado en los últimos años.

"Si compro por mi casa un paquete de arroz por día, aquí compro dos paquetes familiares. Así con todo", explica Vanessa Ledesma, una madre de cuatro niños delante de un supermercado mayorista al que llegó después de un viaje de 40 minutos en autobús.

Vanesa, estudiante de Enfermería, va una vez por semana para hurgar los precios más interesantes. En su carrito, las compras del día se limitan a cuatro o cinco productos básicos.

"No compré mucho porque aumentaron los precios", explica. En agosto los tomates aumentaron 10%, el pollo 8%, las papas 7%.

"Todos quieren dólares, pero no toman en cuenta que los que pagan los platos rotos son los pobres, que no cobran en dólares", lanzó con amargura en referencia a la caída del peso, que desde enero perdió el 50% de su valor.

- Club de trueque -

Sobre un espacio verde, detrás de la estación de tren en Monte Grande, a unos 40 km al sur de Buenos Aires, las compras al por mayor tienen otra cara.

Tamara, de 28 años, vino para cambiar algunos paquetes de azúcar comprados en el 'mayorista' algunos meses atrás.

Sin trabajo, con una hija que mantener y un alquiler que pagar, el trueque organizado se convirtió para ella en el único medio de hacerle frente a la crisis.

"Me manejo con esto. Hace dos meses que no voy al supermercado. Compro todo con el trueque. Vengo tres veces por semana", explica la joven que acaba de cambiar dos kilos de azúcar por conservas, tomates y ropa.

Surgidos durante la devastadora crisis económica de 2001, los clubes de trueque nunca desaparecieron del todo en Argentina.

Las dificultades económicas actuales les hicieron recobrar vigor y ahora las redes sociales facilitan los contactos entre potenciales clientes.

"Nos organizamos vía facebook para que la gente pueda tener pedidos para el viernes y hacer canjes concretos (...). Algunos hacen hasta una hora de viaje", explica Miriam Silva, una de las administradoras del grupo "Canje solidario MG", de unos 3.000 miembros y que realiza una sesión de trueque todos los viernes en Monte Grande.

Los candidatos a los intercambios, la mayoría mujeres, se identifican por medio de números marcados en pancartas o en las espaldas.

"No nos conocemos pero ayudamos", se congratula Liliana Trobiano, enfermera de 46 años, que mantiene sola a sus dos hijos y participa por primera vez de un trueque.

En el caso de los medicamentos, cuyo precio también aumentó considerablemente, el grupo decidió que solo se darán por medio de donaciones, no serán intercambiables. "Somos también una red solidaria", destaca Miriam Silva.




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