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Complejo Arqueológico Mateo Salado
El complejo considerado uno de los más importantes de la ciudad de Lima ha terminado rodeado de estructuras modernas debido al crecimiento urbano.
El complejo considerado uno de los más importantes de la ciudad de Lima ha terminado rodeado de estructuras modernas debido al crecimiento urbano.
Complejo Arqueológico Mateo Salado
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Complejo Arqueológico Mateo Salado | |
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Dirección: | Entre las Av. Tingo María (Breña) y Mariano Cornejo (Pueblo Libre) Lima - Perú |
Teléfono: | ((01) 321-5624 (01) 618-9393 anexo 1060 |
E-mail: | [email protected] |
Facebook: | www.facebook.com/Complejo-Arqueológico-Mateo-Salado-755293434588320 |
Horario de Visita | |
Jueves a domingo: | 9:00 am. a 04:00 pm. |
Tarifas | |
Adultos: | S/. 10.00 |
Estudiantes educ. sup. y docentes: | S/. 5.00 |
Niños y escolares: | S/. 1.00 |
DESCRIPCIÓN
Origen del nombre
Cuenta la historia que un francés protestante llamado Matheus Saladé (1528-1573) llegó al Perú durante el Virreinato, luego de huir de la persecución religiosa en su país, y se instaló a vivir como un ermitaño por muchos años en lo que hoy es el complejo arqueológico que lleva su nombre. Murió en la hoguera del Primer Auto de Fe en Lima, acusado por el Tribunal de la Santa Inquisición de hereje y blasfemo.
El complejo también es conocido como “Huaca Ascona”, por encontrarse dentro de los terrenos de la antigua hacienda republicana del mismo nombre, o como “Cinco Cerritos”, por el número de edificios que lo conforman.
Descripción
El complejo que tiene una extensión de 17 hectáreas y guarda los restos de la cultura Ychma (1100-1450 d.c), fue reconocida por la Resolución Directoral Nacional N° 019/INC del 08 de enero del 2001, como Patrimonio Cultural de la Nación.
Mateo Salado se ubica en el Cercado de Lima, colindante con los distritos de Pueblo Libre y Breña. Por su extensión y monumentalidad, es uno de los complejos arqueológicos más importantes de la capital, siendo además una de las máximas expresiones arquitectónicas del Señorío ychsma (1100 1450 d.C.) en el valle bajo del Rímac. Fue la sede política y religiosa de una de las varias naciones que conformaron dicho señorío, siendo luego reocupada por los incas quienes habrían construido el camino amurallado ubicado allí, típico de la red costera del Qhapaq Ñan.
El complejo arqueológico comprende cinco pirámides escalonadas (designadas como A, B, C, D y E) construidas en tapia, el camino amurallado antes mencionado y murallas perimetrales de las que hoy todavía se conservan tramos discontinuos.
La Pirámide A es la mayor del conjunto, la misma que habría funcionado como el templo principal del complejo. La Pirámide B, por su parte, muy probablemente cumplió roles administrativos, a manera de un palacio. Las otras pirámides habrían sido palacios secundarios, pero ello todavía debe ser comprobado mediante excavaciones arqueológicas.
En contraste con la gran extensión (mucho mayor que la actual) e importancia que tuvo en época prehispánica, desde la Colonia la zona arqueológica fue víctima de un proceso destructivo que estuvo a punto de desaparecerla. Grandes saqueos, en busca de tesoros, fueron hechos entre los siglos XVI y XIX en las pirámides principales. De la misma forma, el avance de los campos agrícolas y compañías ladrilleras empezaron a cercenar el sitio.
Arquitectura
El valor más importante de Mateo Salado es su impresionante arquitectura. El complejo está conformado por cinco estructuras piramidales truncas y escalonadas (A-B-C-D-E), con anchas rampas de acceso y escalinatas que llevan a extensas terrazas, recintos, plazas centrales, zonas de depósitos y pasadizos por donde, en algunos casos, sólo se puede transitar en filas de a uno – muy probablemente debido a que el comportamiento corporal en espacios sagrados o importantes involucran silencio y energía concentrada. Uno de estos corredores es un camino amurallado inca que atraviesa el complejo y conduce al complejo arqueológico de Maranga.
La construcción
Las edificaciones del complejo son sólidas, por lo que solo las cimas y superficies fueron usadas como espacios arquitectónicos. Se usó tierra humedecida y apisonada en largos moldes (técnica conocida como “tapial”) para construir muros y cantos rodados como rellenos arquitectónicos, y las esteras y troncos de lúcumo y huarango para techar. Muchos muros estuvieron pintados de amarillo, ocre y blanco. Otros tenían relieves con aves marinas como los pelícanos. Los Ychsma obtuvieron estos colores de tintes minerales y arcillas como la limonita.
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