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El 7 de febrero de 1866, la Escuadra Aliada derrotó a las fragatas españolas Villa de Madrid y Blanca en el histórico Combate Naval de Abtao, uno de los últimos capítulos de la ocupación española en tierras americanas.

Combate de Abtao


El 7 de febrero de 1866, la escuadra aliada (integrada por las fuerzas navales de Perú y Chile), derrotó a las fragatas españolas Villa de Madrid y Blanca en el histórico Combate Naval de Abtao, uno de los últimos capítulos de la ocupación española en tierras americanas.

A postrimerías del año 1865, las fuerzas peruanas no contaban con naves adecuadas para enfrentar a la poderosa escuadra española. Por aquellos años, el monitor Huáscar y la fragata Independencia recién estaban construyéndose en Inglaterra. A fin de aguardar la llegada de las dos naves y preparar la ofensiva contra el enemigo, el gobierno peruano, presidido por Mariano Prado, envió sus cuatro naves principales a Chiloé, lugar donde se unirían a la escuadra chilena.

El 3 de diciembre de 1865 las fragatas Apurímac y Amazonas iniciaron la travesía. 44 días después lo harían las corbetas Unión y América, de reciente adquisición en Francia. Mientras tanto, el capitán de navío chileno Juan Williams Rebolledo organizaba en Chiloé el Apostadero Naval de Abtao con la corbeta Esmeralda, la goleta Covadonga y el vapor Maipú. La unión de las fuerzas navales peruanas y chilenas fue conocida como la Escuadra Aliada.

Una semana más tarde, el gobierno chileno dispuso el desplazamiento del vapor Maipú hasta Magallanes para interceptar los transportes españoles Odessa y Vascongada. El 4 de febrero llegaron a Abtao las corbetas peruanas Unión y América. Como estas naves necesitaban algunos requerimientos logísticos, el capitán Rebolledo decidió ir con la Esmeralda hasta Ancud para conseguirlos.

A las 6:30 de la mañana del 7 de febrero de 1866, el vigía del apostadero divisó un buque que se acercaba. Por un momento pensó que era la corbeta Esmeralda, pero 90 minutos después se identificaron dos fragatas enemigas que avanzaban en forma lenta y precavida: Villa de Madrid, al mando del comandante Claudio Alvargonzález, y Blanca, capitaneada por el comandante Juan B. Topete.

Ambas habían zarpado el 10 y 14 de enero de Valparaíso, respectivamente, y luego, cerca a las 3 de la tarde, ambos bandos quedaron a la vista. Afortunadamente, las fuerzas aliadas aprovecharon el tiempo transcurrido desde el avistamiento inicial. Las cuatro naves –la chilena Covadonga y las peruanas Apurímac, América y Unión– calentaron máquinas y cubrieron con sus cañones los dos accesos a la ensenada.

Las fragatas peruanas fueron dotadas con lo necesario, se cubrieron los cañones montados en tierra y se estableció una enfermería de campaña. A las 3:30 de la tarde, la Escuadra Aliada rompió el fuego al mando del capitán de navío peruano Manuel Villar. Primero lo hizo la Apurímac, seguida después por todas las unidades a una distancia de alrededor de 1 500 metros.

Durante el combate, una de las espías de la corbeta América se cortó. Las espías son las cuerdas o tirantes con las que se mantienen fijos y verticales los maderos de las naves. Ante ello, la Covadonga largó la suya a la Unión y fue a remolcar a la América, que estaba próxima al fuego del enemigo. Cortado el remolque, la Covadonga decidió acercarse a 600 metros de la Blanca y empezó a cañonearla por sobre el istmo que forma la isla Abtao.

El duelo se prolongó por casi dos horas, intercambiándose unos 2 000 tiros entre ambas naves. Como las fragatas españolas no se animaban a acortar la distancia, los resultados del enfrentamiento no fueron decisivos. Finalmente, ante el rechazo de las fuerzas aliadas, las naves españolas decidieron regresar a Valparaíso sin cumplir con la misión asignada.




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