Agustín Gamarra Messía
Destacado político y militar peruano del siglo XIX, se destacó por su participación en la lucha por la independencia de Perú que ocupó la presidencia del Perú en dos ocasiones, reconocido por su habilidad militar y liderazgo, así como por su afán por promover el desarrollo económico y modernizar el país.

Para Gamarra, cusqueño nacido el 27 de agosto de 1785, el Alto y Bajo Perú constituían una realidad unitaria intrínseca, ya que entrelazaban relaciones comerciales seculares, así como profundas herencias culturales, lingüísticas, étnicas y familiares compartidas, que fueron desmembradas de cuajo por los antojos del libertador Simón Bolívar.
Él comprendió la importancia de mantener esa unidad económica, cultural y especialmente geopolítica para beneficio del Perú; tal vez entendió mejor que muchos liberales y terratenientes costeños de su tiempo, contra quienes luchó incesantemente, las consecuencias negativas que supondría para el progreso de esos pueblos la ruptura con el Alto Perú (tal como sucedió tras su muerte). Por entonces, solo un militar de su mismo grado y mando tuvo similar pensamiento, uno que estuvo situado en la acera de enfrente sopesando el beneficio que traería dicha unión para Bolivia, y que fue su principal antagonista: el gran mariscal Andrés de Santa Cruz.
Como casi todos los generales que intervinieron en el proceso emancipador, Agustín Gamarra inició su carrera militar alistándose en el ejército realista (1809), tras estudiar en el franciscano colegio de San Buenaventura del Cusco, donde se inició en Teología y aprendió con dominio el latín (se dice que llevó consigo continuamente una edición de las sentencias de Horacio).
Su dominio del quechua y sus dotes militares le granjearon la estima del general arequipeño José Manuel de Goyeneche, bajo cuyo mando luchó contra los primeros ejércitos juntistas de La Paz y Buenos Aires hacia 1810. En el Cusco, enfrentó a los hermanos Angulo y, junto al general Juan Ramírez Orozco, venció al prócer Mateo Pumacahua en la batalla de Umachiri (1815). Ascendido a comandante de batallón, ingresó a Lima con el ejército realista del general José de Canterac (1820). Sin embargo, diversos y confusos sucesos, lo llevaron a pasarse a las filas patriotas, uniéndose al ejército de San Martín en Huaura.
Señalado como hábil en el arte de la intriga y la doblez, Gamarra prontamente adquirió mando y responsabilidad en los ejércitos de San Martín y de Bolívar. Con la misma diligencia surgieron sus desavenencias con los “extranjeros”, sean estos el argentino Arenales, el venezolano Sucre o el cuencano La Mar; que luego sintetizó en su consigna “¡No más extranjeros! ¡No más!”. Un testimonio juvenil de José Rufino Echenique refiere que la antipatía hacia Sucre surgió por el olvido deliberado que hiciera al no mencionarlo como partícipe de la victoria de Ayacucho: Gamarra fue quien escogió el terreno para la batalla.
En 1825 ejerció de prefecto en el Cusco, lugar donde fundó varios colegios, hospicios, la beneficencia y la Universidad San Simón; también renovó la prohibición del servicio personal indígena y ordenó su empadronamiento. En esas fechas, se casó con Francisca Zubiaga Bernales a quien la historia conoció como La Mariscala. Poco después, dejó la prefectura para socorrer a unos sublevados bolivianos empeñados en derrocar a Sucre. Al no contar con autorización congresal y desobedecer el mandato del presidente La Mar, Gamarra invadió Bolivia con la mente puesta en suprimir dicha república y recuperarla para el Perú, pero, a cambio, obtuvo la paz de Piquiza (1828), y con ella el fin del sueño bolivariano. Al poco tiempo, dirigió su ejército al norte para apoyar al presidente en la lucha contra los colombianos en Tarqui (1829). Esta derrota, marcada por las intrigas y demoras, culminó en el triunvirato con La Fuente y Santa Cruz, la deportación del mariscal La Mar y el nombramiento de Gamarra como presidente.
Este primer gobierno se caracterizó por “la persecución de un gobierno fuerte”: imponer el orden y robustecer la autoridad como pasos para lograr la paz que conduzca al progreso. Por ello, se rodeó de políticos conservadores como José María Pando o Felipe Pardo y Aliaga, pero no tenía amigos, solo confiaba en La Mariscala. Debió enfrentar 17 sublevaciones y aún se dio tiempo para reglamentar distintos aspectos (construcción de muelles, reactivación comercial y aduanera, creación de departamentos, reforma de la Casa de la Moneda), pero su principal interés fue la creación del Colegio Militar y la reforma del ejército, al que consolidó como un cuerpo militar homogéneo.
Al dejar la presidencia, inició su etapa de conspirador. Desde el Cusco, dirigió una intentona golpista a su sucesor, el mariscal Luis José de Orbegoso (1834), en la que participó La Mariscala, pero que fracasó. Entonces realizó un interesado acercamiento a Santa Cruz para unir fuerzas, pero también fracasó. El boliviano prefirió el poder legítimo.
En 1835, la anarquía imperante llegó a su clímax porque cuatro militares dominaban el Perú: Orbegoso en Lima, Salaverry en el norte, Gamarra en el Cusco y Santa Cruz intervenía desde Bolivia. Las disputas terminaron con el fusilamiento de Salaverry, la deportación de Gamarra a Costa Rica, el desmembramiento del Perú en dos estados y con Andrés de Santa Cruz como protector de la Confederación Perú-Boliviana (1836).
Dos años después, Agustín Gamarra desembarcaba en Valparaíso para integrar la segunda expedición restauradora a cargo del general chileno Bulnes junto a otros peruanos (Pardo y Aliaga, Vivanco, Balta, entre otros). Arribaron a las costas de Ancón y en la Guía obtuvieron su primera victoria sobre Orbegoso. Tras tomar Lima, Gamarra fue nombrado por un reducido círculo presidente provisorio (fue criticado por ello). Se trasladó al Callejón de Huaylas con los expedicionarios donde esperó al ejército confederado de Santa Cruz y se enfrentaron en Yungay (1839); una victoria que concluyó el efímero ciclo confederado y el dominio de Santa Cruz, pero que no cerró las pretensiones unificadoras de Gamarra.
Tras su elección como presidente constitucional (1839-1845), sancionó una nueva Constitución (Huancayo, 1839). Al poco tiempo, envió al general Ramón Castilla a Arequipa para debelar la revuelta encabezada por Manuel Ignacio de Vivanco. Y aún, cruzó una vez más la frontera boliviana a solicitud del general Ballivián, quien, en un misterioso giro del destino, pasó a ser su oponente y lo derrotó en la pampa de Ingavi, donde perdió la vida el gran mariscal Agustín Gamarra (1841).
Su hijo Andrés (fruto de su primer matrimonio con la argentina Juana María Alvarado) quedó como su heredero universal y recibió varias onzas de oro, medallas y espadas de oro y diamantes, así como tres ricas propiedades en Cusco, Lurín y Surco, obtenidas como premios por sus esfuerzos militares. Gamarra, el mariscal mestizo, dos veces presidente, héroe de Ayacucho, fue uno de los hombres más ricos de la región cusqueña.
Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]