Biografias

Pedro Pablo Bermúdez Ascarza

Militar peruano que mediante golpe de estado llegó a ser Presidente del Perú, pero que tuvo un corto gobierno debido a su falta de mando y carisma para convocar y mantener a su lado a la població civil y militar durante el periodo de la guerra civil posterior a la independencia del Perú.


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Pedro Pablo Bermúdez (Tarma 27/6/1793 - Lima 30/1/1852) gobernó el Perú tres meses y medio, uno de los periodos presidenciales más cortos de nuestra historia. Su gobierno muestra, bastante bien, la precariedad e inestabilidad política de los primeros años independientes, aquellos que corresponden a la primera etapa del denominado “Primer Militarismo”. Bermúdez llegó al poder por golpe de Estado el 4 de enero de 1834, y perdió el mando de la misma forma el 24 de abril, sin lograr ejercer un gobierno efectivo, ya que sus poco más de tres meses en el “sillón de Pizarro” constituyeron días de una cruenta guerra civil.

En términos sencillos, su periodo gubernamental constituye un apéndice del primer gobierno de Agustín Gamarra (1829-1833), que, hasta ese momento, había sido el gobierno más estable y largo de la historia nacional. Bermúdez fue, paradójicamente, el candidato oficialista para las elecciones de 1833, a pesar de que había sido opositor a Gamarra en sus primeros años presidenciales. Estas elecciones fueron decididas por el Congreso de la época (la Convención Nacional) y, pese al desgaste del gobierno gamarrista, Bermúdez las perdió de forma relativamente ajustada: sacó 36 votos versus los 47 del ganador Orbegoso.

Esto demuestra el poder que aún mantenía el sector ligado a Gamarra, no obstante, las diversas tensiones de los “largos” 4 años de gobierno y de los 8 intentos golpistas durante el último año de 1833.

Luis José de Orbegoso, al iniciar su mandato, el 21 de diciembre de 1833, tuvo que enfrentar el problema de tener que lidiar con toda una estructura político-militar gamarrista que se mantenía intacta. Hay que recordar que no hubo una transición de gobierno de algunos meses, como se acostumbra hoy. La elección se había registrado solo un día antes, el 20, y no hubo posibilidad de negociación ni coordinación alguna para preparar la llegada de una nueva administración. Así Orbegoso comenzó gobernando desde el Palacio de Gobierno de Lima, teniendo la “protección” de militares de confianza de su enemigo político. Vista esta precaria situación, Orbegoso ordenó una serie de cambios militares, con el objeto de desmontar la estructura militar heredada. Esta acción –sumada a una serie de rumores acerca de una alianza en ciernes, entre Santa Cruz y Orbegoso, que haría que el caudillo boliviano intervenga en el Perú– encendió el golpe de Estado gamarrista. La cabeza de este golpe fue Pedro Pablo Bermúdez (el sucesor de Gamarra), quien, el 3 de enero de 1834, fue proclamado, por la guarnición de Lima, como “Jefe Supremo provisional”. Se inició, de esta manera, uno de los gobiernos más cortos de nuestra historia y que tuvo como principal característica la guerra civil que enfrentó a gamarristas y orbegosistas.

Bermúdez, en su gobierno, paralelo al de Orbegoso, contó con la adhesión de los departamentos del sur, salvo Arequipa. Así Cusco, Puno y Ayacucho apoyaron al nuevo régimen, con el beneplácito de los caudillos locales: Bufanda, San Román y Frías. En Lima, en cambio, la población se mostró a favor del presidente Orbegoso. Este apoyo popular se volvió más explícito a partir del 24 de enero, cuando se tomó conocimiento del pronunciamiento de Arequipa a favor de Orbegoso. La actitud popular de oposición a Bermúdez fue mellando a sus tropas, las cuales sufrieron la defección de la artillería. Esto levantó los ánimos populares aún más, generándose el primer enfrentamiento y triunfo, en nuestra historia, del pueblo sobre los militares, lo que obligó a la salida de las tropas gamarristas de la capital el 28 de enero de 1934. Bermúdez decidió abandonar Lima sin coordinar con las tropas que sitiaban el Callao, dejando con cierta desprotección a Francisca Zubiaga de Gamarra, la célebre “Mariscala”, que era la cabeza de ese ejército. Este acto, quizá impulsivo, por parte del militar tarmeño, mellaría su prestigio y eso sería decisivo en su futuro político.

Bermúdez se retiró al centro del país, que era su región de origen, y lideró a las tropas gamarristas en este tercer frente de la guerra civil. Militarmente su labor fue exitosa, ya que venció a las tropas de Orbegoso, superiores en número, en la batalla de Huaylacucho –cerca de Huancavelica– el 17 de abril de 1834. Sin embargo, el éxito militar no fue decisivo, ya que Bermúdez no persiguió a los derrotados de inmediato. De forma extraña, como muchos otros capítulos de su vida, solo 7 días después de este triunfo, Bermúdez experimentaría el fin de su corta presidencia. José Rufino Echenique, futuro presidente del país entre 1851-1854, junto con otros jefes de su ejército, lo depusieron arguyendo falta de liderazgo y buen trato con la tropa. Influyó también el hecho de observarse una clara disposición popular (en las diferentes regiones del Perú) en contra de la causa “gamarrana” que defendía Bermúdez. Se dice, pesó más esto último, ya que se conoce que los oficiales liderados por Echenique intentaron convencer a Bermúdez para celebrar un Tratado con Orbegoso. Eso indica que el descontento por su labor “caudillista” no era absoluto, más aún, se le reconocían “condiciones” militares. Así –al negarse Bermúdez a traicionar la causa de Gamarra– fue depuesto y expulsado junto con su ministro Pando, el célebre político peruano-español de tendencia conservadora. Sus tropas se quedaron bajo el liderazgo de Echenique y se unieron a las de Orbegoso, en el célebre “abrazo de Maquinhuayo”. Con este hecho, acabó el gobierno de Bermúdez, pero no la guerra civil entre orbegosistas y gamarristas que continuaría algún tiempo más.

Bermúdez fue obligado a salir al exilio y retornó al Perú, recién, en 1837, ante una invitación de Santa Cruz. Fue vicepresidente del Estado Nor-Peruano y participó en el bando derrotado de la Confederación en la decisiva batalla de Yungay. Luego obtuvo otros muchos cargos políticos, pero nunca más ostentó el título de presidente del Perú. Su hoja de vida indica un desempeño militar exitoso, llegando a ser ministro de Guerra; sin embargo, al mismo tiempo, muestra una cierta falta de carisma y mando que lo ayudara a convocar a las masas y a otros mandos militares alrededor suyo –en un espectro temporal y espacial amplio– como ocurrió con Gamarra o Santa Cruz. Pedro Bermúdez es, así, el modelo de un caudillo: eficiente como militar, pero no como líder político, en una época en la que se necesitaba contar con una aureola “cuasi sagrada o divina”.

Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]




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