Desde París (AFP)

Una nueva campana de acero de 36.000 toneladas cubre el reactor accidentado de Chernóbil

Una bóveda de acero, construida por las empresas francesas Vinci y Bouygues, pasa a cubrir el sarcófago que rodea al reactor nuclear accidentado de Chernóbil para protegerlo de las agresiones climáticas y confinar la radiactividad.

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Vista de la nueva bóveda de acero que cubre el reactor accidentado de Chernóbil a través de una valla, tomada durante su ceremonia de inauguración, el 29 de noviembre de 2016 - AFP/AFP
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Una bóveda de acero, construida por las empresas francesas Vinci y Bouygues, pasa a cubrir el sarcófago que rodea al reactor nuclear accidentado de Chernóbil para protegerlo de las agresiones climáticas y confinar la radiactividad.

Fabricada en Italia, ha costado cerca de 1.500 millones de euros y está diseñada para durar un siglo.

La cúpula reposa sobre dos vigas rectangulares de cemento y pesa 36.000 toneladas, es decir, tres veces y medio el peso de la Torre Eiffel.

Mide 108 metros de altura, lo equivalente a un edificio de 30 pisos y 162 metros de longitud. También podría cubrir un estadio de fútbol estándar.

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Ficha del recinto de contención del reactor dañado de la central nuclear de Chernóbil y del nuevo sarcófago que lo debe reemplazar (AFP/AFP)

La campana cubre el improvisado sarcófago construido en seis meses por obreros soviéticos, conocidos como 'liquidadores', tras el peor accidente nuclear de la historia, la explosión del reactor cuatro de la central de Chernóbil, el 26 de abril de 1986.

En cuatro años, 600.000 'liquidadores' fueron despachados al lugar del accidente con escasa o ninguna protección -muchos de ellos murieron- para apagar el incendio, aislar el reactor bajo una estructura de cemento y limpiar las inmediaciones.

La campana cumple dos objetivos: "confinar el polvo radioactivo, permitir el futuro desmantelamiento del reactor accidentado y el tratamiento de 200 toneladas de magma altamente radiactivo del antiguo sarcófago", que llega al final de su vida útil, para que quede protegido durante los próximos 100 años, precisó a la AFP Nicolas Caille, director del proyecto.

Dispone de instalaciones capaces de realizar las futuras operaciones de desmantelamiento del reactor en "condiciones máximas de seguridad", limitando "al máximo las intervenciones humanas", según Novarka, empresa común de Vinci y Bouygues, encargada de la obra.

Fue concebida bajo licencia alemana para proteger al sarcófago de agresiones exteriores y preservar al medio ambiente y a la población de "eventuales proyecciones" radioactivas.

Su sistema de ventilación debe asegurar el control de la atmósfera dentro del recinto de la campana, regular la temperatura, la humedad, y evitar la fuga de residuos a la atmósfera.

Unos 1.200 obreros ucranianos han trabajado en esta obra durante su momento más intenso y unos 2.500 han intervenido en total en el sitio, alternando 15 días de trabajo y 15 de licencia, para que las dosis de radioactividad recibidas "permaneciesen siempre por debajo de las normas de seguridad fijadas por las autoridades en seguridad nuclear".

En algunas zonas, el trabajo cotidiano se limitó a cuatro horas. Novarka asegura haber vigilado incansablemente los niveles de radiactividad y contaminación atmosférica durante la obra.

La cúpula está diseñada para resistir temperaturas de -43 a 45 grados centígrados, un tornado de fuerza tres -improbable en Ucrania, aunque tomado en cuenta "por precaución extrema, en caso de cambio climático", según Caille- o un seísmo de hasta seis grados, ya que Ucrania "tiene un riesgo sísmico bajo".

De esa forma, "si el sarcófago se desplomase dentro de la cúpula protectora [a causa de un terremoto], el polvo quedaría confinado [en su interior]", precisó.

Los 1.500 millones de euros que ha costado su construcción han sido administrados por un fondo del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) creado en 1997 por iniciativa del G7 y financiado por donaciones internacionales.

Esta cifra no cubre los costes de desmantelamiento y funcionamiento de la bóveda, a cargo de Ucrania.

"Se necesita mucha inversión para enterrar el material radioactivo que sea recuperado", considera un experto del Centro nacional Ucraniano de Ecología, Olexi Passiouk.




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