Desde París (AFP)

Simon Coencas, el último aventurero de la cueva de Lascaux

De los cuatro exploradores que descubrieron la cueva francesa de Lascaux, hogar de las mundialmente famosas pinturas rupestres, sólo uno sigue vivo. Simon Coencas, de casi 90 años, recuerda con emoción ese día de septiembre de 1940.

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Simon Coencas, el último miembro vivo de la banda de adolescentes que descubrieron las cuevas de Lascaux en 1940, en su casa, en París, el 18 de Noviembre del 2016 - AFP/AFP
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De los cuatro exploradores que descubrieron la cueva francesa de Lascaux, hogar de las mundialmente famosas pinturas rupestres, sólo uno sigue vivo. Simon Coencas, de casi 90 años, recuerda con emoción ese día de septiembre de 1940.

"Con mis amigos estábamos explorando un hueco, avanzábamos poco a poco y de repente nos encontramos en la sala de los toros", cuenta a la AFP. "Una maravilla. Tan grande, tan impresionante", agrega Coencas abriendo los brazos.

"Estábamos como locos. Nos dijimos '¡No es posible descubrir algo semejante!", agrega este nonagenario durante una entrevista en su domicilio parisino, cerca del Arco del Triunfo.

"Nos dimos cuenta enseguida que los autores de esas pinturas eran hombres prehistóricos porque sabíamos que habían vivido en varias cuevas de la región", afirma.

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Lascaux: una nueva réplica de la gruta será inagurada el sábado (AFP/AFP)

Un perro, que se detuvo frente a un hueco profundo en una colina de Lascaux el 8 de septiembre de 1940, está al origen de este extraordinario descubrimiento.

Su dueño, Marcel Ravidat, un aprendiz mecánico de 18 años, decidió regresar para explorarlo cuatro días después. En su camino, se encontró con un grupo de tres adolescentes, Jacques Marsal, Georges Agniel y Simon Coencas, quienes lo acompañaron.

En ese entonces, Francia estaba ocupada por los alemanes. El pueblo de Montignac, en la región de Dordoña, se encontraba en zona libre.

Simon, de apenas 13 años, vivía en ese pueblo de forma temporal. Sus padres, judíos de origen griego, estaban instalados en París.

"Con mi grupo de amigos buscábamos el subsuelo de un viejo castillo vecino. Esperábamos encontrar un tesoro. Hallamos uno, pero no el que teníamos en mente", cuenta, esgrimiendo una sonrisa.

Con la ayuda de un cuchillo, Ravidat amplió la entrada del hueco para poder entrar. Fueron avanzando con una lámpara en manos y poco a poco descubrieron las pinturas rupestres. Caballos, toros, ciervos... Estaban estupefactos.

- 'La Capilla Sixtina de la prehistoria' -

"Decidimos guardar el secreto. Era nuestro tesoro", cuenta Simon Coencas.

"Pero soy un parlanchín y esa misma noche se lo conté a mi hermano". "Dios me castigó", dice, bromeando, en alusión al cáncer de las cuerdas vocales que sufrió hace unos quince años.

"Ninguno logró guardar el secreto. Decidimos decírselo al profesor Léon Laval", apasionado en arqueología. "No nos creía, nos pidió ver los dibujos y fue a la cueva. No lo podía creer".

El 21 de septiembre, un profesor del Colegio de Francia, una de las instituciones de enseñanza superior más prestigiosas del país, visitó la cueva y la describió como "la Capilla Sixtina de la prehistoria".

Para Simon, la aventura de Lascaux terminó poco después.

Tuvo que irse de Montignac para instalarse en París con su familia. Sus padres fue deportados al campo de exterminio de Auschwitz y nunca regresaron.

Simon se salvó por poco. Fue detenido por la policía en 1942 y llevado al campo de Drancy al noreste de París. Pero como no tenía aún 16 años fue liberado.

"Si estoy aquí es porque el destino así lo quiso", afirma.

Simon Coencas regresó en 1986 a Lascaux, donde se reunió con sus tres cómplices, ahora fallecidos. Desde entonces, asiste a todos los grandes eventos organizados en relación con este tesoro del patrimonio.

El sábado asistirá a la inauguración de una nueva réplica de este concurrido sitio en Montignac, en la que estará presente el presidente François Hollande.




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