Desde Berlín (AFP)

Los hospitales de Alemania, desbordados por la ola de bronquiolitis infantil

La brasileña Debora Zilz tuvo suerte y, luego de pasar una noche en el servicio de urgencias, pudo hospitalizar a su pequeño Andreas, aquejado de una seria complicación respiratoria, en el hospital St. Joseph de Berlín, desbordado por la epidemia de bronquilitis que golpea a varios países europeos.

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Andreas, de 12 días de edad, con un respirador en una unidad de cuidados intensivos en la sala de pediatría del hospital St. Joseph de Berlín el 13 de diciembre de 2022 - AFP/AFP
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La brasileña Debora Zilz tuvo suerte y, luego de pasar una noche en el servicio de urgencias, pudo hospitalizar a su pequeño Andreas, aquejado de una seria complicación respiratoria, en el hospital St. Joseph de Berlín, desbordado por la epidemia de bronquilitis que golpea a varios países europeos.

"Cuando llegué al servicio de urgencias hace dos días no había más lugar", cuenta Zilz, de 33 años.

El personal "llamó a todos los hospitales de Berlín y de Brandenburgo", el estado vecino, en busca de una cama para su bebé de apenas 13 días de vida.

"Al final, tras pasar una noche en el servicio de urgencias, pudimos quedarnos", dice. Su hijo, en el servicio de cuidados intensivos, ha bajado de peso hasta los 3,1 kilos, los que pesaba cuando nació.

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Vista de las puertas automáticas que dan acceso a la unidad de cuidados intensivos en la sala de pediatría del hospital Saint Joseph de Berlín, el 13 de diciembre de 2022. (AFP/AFP)

El pequeño sufre bronquilitis, infección de pecho que afecta sobre todo a la primera infancia y en este momento golpea duramente a Alemania.

Tras dos años de pandemia de coronavirus en los que el uso generalizado de mascarillas protegió a los más jóvenes de la exposición a virus respiratorios, ahora varios países europeos viven un fuerte resurgimiento de esta enfermedad.

La situación en 2022 es especialmente mala entre recién nacidos y niños expuestos por primera vez al virus sincitial respiratorio (RSV) que comúnmente causa la bronquiolitis.

El equipo de pediatría del hospital St. Joseph de Berlín hace lo que puede con una plantilla más reducida que nunca.

"Estamos con el agua al cuello", confiesa Beatrix Smchmidt, jefa del departamento de pediatría y neonatología del hospital, a la AFP.

"Una cantidad increíble de niños enfermos, trabajadores infectados y a la vez, una escasez crónica de personal" son la tormenta perfecta en la que ahogarse, explica esta responsable.

- 'Los niños pagan el precio' -

Ubicado en el barrio de Tempelhof, cerca del centro de Berlín, el Saint Joseph normalmente tiene 80 camas para niños enfermos, pero debido a la escasez de sanitarios, actualmente solo pueden utilizarse 51.

En la unidad de cuidado intensivos, las 18 disponibles se encuentran ocupadas.

Muchos pequeños enfermos han tenido que ser transportados en helicóptero a otras regiones, como el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental (noreste) y Baja Sajonia.

De acuerdo con datos del instituto de salud Robert Koch, 9,5 millones de personas en Alemania sufrían algún tipo de enfermedad respiratoria en Alemania la semana pasada, en todos los grupos de edad, en un país de 84 millones de habitantes.

La cifra se sitúa bastante por encima del mismo periodo en 2021 y se encuentra más alto que el pico de la epidemia de gripe de 2017-2018.

Schmidt considera que muchos problemas se derivan de la política de reducción de costes.

"Durante muchos años hemos ahorrado en nuestro sistema de salud. Y los niños son los primeros en pagar el precio", dice la doctora.

- Bajos salarios, inversión insuficiente -

En la actualidad hay 18.000 camas de hospitales para niños en Alemania frente a las 25.000 de 1995, según la agencia federal de estadística.

Con una población envejecida y menos niños que muchos de sus vecinos europeos, el país ha invertido poco en atención pediátrica, según Schmidt.

Los menores "no votan y no se gana dinero tratando a niños", afirma.

Las sucesivas reformas del sistema sanitario con el objetivo de reducir costes han sido particularmente dañinas para la atención pediátrica, y las carreras médicas luchan para atraer a nuevos profesionales, dicen los críticos.

"Muchos pediatras van a jubilarse en los próximos años", recuerda Schmidt, de 63 años, que se prepara para dejar de trabajar.

La generación más joven, considera, aspira a conciliar vida laboral y familiar, un desafío en una profesión que requiere con frecuencia largos turnos e impredecibles horarios.

A lo se suma, dice la doctora, que en un país de ingresos elevados como Alemania, los sueldos del personal sanitario con frecuencia dejar mucho que desear.




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