Desde Beira (Mozambique) (AFP)

En Beira, las organizaciones de salud trabajan para evitar una epidemia de cólera

En Beira, la segunda ciudad de Mozambique, azotada por el ciclón Idai y las inundaciones, médicos y enfermeros trabajan dentro de carpas blancas montadas de urgencia en el patio del hospital de Macurungo, un barrio pobre de esta ciudad, para rastrear los posibles casos de cólera.

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Una mozambiqueña y su hijo entre las carpas del centro de salud de Macurungo, en Beira (Mozambique), el 27 de marzo de 2019 - AFP/AFP
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En Beira, la segunda ciudad de Mozambique, azotada por el ciclón Idai y las inundaciones, médicos y enfermeros trabajan dentro de carpas blancas montadas de urgencia en el patio del hospital de Macurungo, un barrio pobre de esta ciudad, para rastrear los posibles casos de cólera.

Unas decenas de pacientes sospechosos de haber contraído cólera están repartidos en función de la gravedad de sus síntomas.

"No queremos dejar lugar a dudas. Todos los casos de diarrea son tratados como posibles casos de cólera", explica AFP un responsable de sanidad local.

En la entrada de las carpas se huele el cloro utilizado con agua para desinfectar las botas de los que ingresan.

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Personal de salud en el centro de Macurungo, en Beira (Mozambique) el 27 de marzo de 2019 (AFP/AFP)

Dos semanas después del paso del devastador ciclón, las autoridades y las organizaciones humanitarias hacen lo posible para frenar la epidemia.

Se registraron en Beira y sus alrededores al menos 139 casos, según las cifras oficiales publicadas el jueves. "Hasta ahora, nadie murió de cólera", insistió el director general de salud mozambiqueño, Ussein Isse.

Pero todas las condiciones están reunidas para que este balance sea mucho más grave en las próximas semanas.

El ciclón Idai dejó unos 500 muertos y centenares de miles de personas sin vivienda. Muchos de ellos viven en zonas aún inundadas con agua sin tratar.

- Agua potable -

"El cólera se propaga a través de la materia fecal. Una inundación repleta de agua sin tratar, de letrinas, contamina el agua", subraya David Wightwick, a cargo de las operaciones en la zona siniestrada para la Organización Mundial de la salud (OMS).

"Es una enfermedad que se propaga fácilmente", insiste.

En una de las carpas, Victoria limpia a su hija Irene, de tres años. "Tiene diarrea porque bebió agua contaminada hace unos días", explica la mujer.

"Luego de las inundaciones ya no teníamos agua potable, pero teníamos sed, no teníamos opción", explica.

Las autoridades y las organizaciones desplegaron unidades de purificación de agua en las zonas siniestradas accesibles, así como cantidades colosales de agua potable. Montaron asimismo nueve centros de salud, como el de Macurungo.

"El objetivo es controlar el aumento de la cantidad de casos", subrayó David Wightwick.

"El lunes deben llegar unas 900.000 dosis de vacunas. Empezaremos la campaña de vacunación lo antes posible la semana que viene. Se está formando personal" para ello.

"Hay una dosis por persona, lo que quiere decir que estarán protegidos por un periodo de tres meses", señala. "Esto nos hace ganar tiempo, pero también quiere decir que deberemos probablemente organizar una nueva campaña de vacunación".

- Calle por calle -

Uno de los principales desafíos sigue siendo el de enviar la ayuda necesaria a las comunidades aisladas. "Está llegando mucha ayuda a algunos lugares, pero otros siguen inaccesibles", según Wightwick.

El responsable de la OMS asegura asimismo que se lanzó una campaña de sensibilización. "Tenemos equipos con altavoces que van literalmente calle por calle en Beira y explica a la gente lo que deben hacer. También hay mensajes transmitidos por radio".

Lavarse las manos, no beber agua contaminada, asegurarse que los alimentos no estuvieron en contacto con agua contaminada, "si seguimos esos procedimientos relativamente fáciles, podremos controlar la propagación", espera Wightwick.




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