Desde Seúl (AFP)

El odio en internet se ceba en las familias de las víctimas de la estampida de Seúl

Lee Jong-chul perdió a su hijo en la estampida mortal de Halloween en Seúl. A esta tragedia se suma el torrente de insultos y bromas en internet que él y su familia tienen que soportar.

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Cho Mi-eun y su marido Lee Jong-chul, cuyo hijo murió en la estampida de Halloween, ante el memorial en el lugar donde ocurrió la tragedia, en el barrio de Itaewon, en la capital surcoreana, el 5 de abril de 2023 - AFP/AFP
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Lee Jong-chul perdió a su hijo en la estampida mortal de Halloween en Seúl. A esta tragedia se suma el torrente de insultos y bromas en internet que él y su familia tienen que soportar.

Su hijo, Ji-han, de 24 años, es uno de los 159 fallecidos en la avalancha humana durante la celebración de Halloween en el barrio de Itaewon en octubre pasado. Afligido, Lee Jong-chul se dirigió a los medios para implorar a los responsables políticos surcoreanos que actuaran para evitar otro drama.

Esto bastó para que un enjambre de trols en internet falseara la trágica historia de la familia.

Dos publicaciones virales, desmentidas por periodistas verificadores de la AFP, le muestran en una imagen trucada riendo tras haber recibido una compensación económica, y vinculándolo a Corea del Norte.

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Cho Mi-eun se aferra a la ropa de su hijo, fallecido en la estampida de Halloween en octubre pasado, el 20 de marzo de 2023 en el apartamento de la familia en las afueras de Seúl (AFP/AFP)

Lee y su familia se han convertido en el centro de burlas y comentarios en los foros virtuales en coreano.

Cada artículo que se publica sobre ellos desata, en pocos minutos, cientos de mensajes, la mayoría negativos, explica su hija Ga-young.

En su apartamento de Goyang, en las afueras de Seúl, la habitación de Ji-han está intacta desde que salió por última vez, aquel 29 de octubre de 2022.

Su ropa sigue colgada de la puerta, y el libro que leía permanece abierto por la página en la que lo dejó.

Su madre, Cho Mi-eun, sigue escuchando sus mensaje de voz. "Ese día cambió nuestras vidas para siempre", explica a la AFP.

"Cada noche, el padre de Ji-han sale para esperarlo, a veces durante varias horas. Dice que sale a fumar, pero sabemos que está esperando a Ji-han", cuenta. Desde octubre, su marido ha intentado suicidarse varias veces, admite.

- "Caza abierta" -

Las familias de las víctimas quieren saber por qué las autoridades no pudieron impedir la catástrofe.

Para Lee Jung-min, que perdió a su hija de 29 años, había pocos policías para canalizar a la muchedumbre esa noche y las autoridades permanecieron demasiado tiempo pasivas pese a los llamados de ayuda.

Varias familias formaron un grupo "para comprender lo que pasó realmente y responsabilizar a las autoridades concernidas", dice a la AFP este padre, de rostro cansado y barba mal afeitada.

En las redes sociales, sus esfuerzos para organizarse se han interpretado como un ataque contra el gobierno conservador surcoreano. Los internautas se han ensañado contra las víctimas, tachándolos de antigubernamentales o aprovechados.

Algunos políticos han criticado a las familias de las víctimas, lo que ha desatado una "caza abierta" contra ellas, según Lee.

Responsables políticos difundieron improbables hipótesis sobre las causas de la tragedia, como que los sindicalistas de la oposición habían vertido aceite en el suelo.

En opinión de varios analistas políticos, el gobierno teme que este drama le cause perjuicio. En 2014, otra catástrofe, el naufragio de un ferri que dejó más de 300 muertos, en su mayoría estudiantes, contribuyó a la caída de la presidenta de derecha Park Geun-hye.

Para Seo Soo-min, profesor de comunicación en la Universidad Sogang de Seúl, la vida política extremadamente polarizada del país es un terreno fértil para la desinformación.

Un superviviente del drama, de 16 años, se suicidó en diciembre, un acto que las familias de las víctimas relacionan con la campaña de odio en internet.

El primer ministro afirmó que el gobierno no tenía nada que reprocharse e incluso acusó a la víctima de tener poca "fuerza mental".

Además de su duelo, las familias también deben luchar por la memoria de sus allegados, dice Kim Yu-jin, que perdió a su hermana de 24 años. Cada día, tiene que leer decenas de comentarios odiosos sobre ella, con lo que envía mensajes a las plataformas para que los supriman.

"Sé que es un trabajo sin fin", se lamenta. "Pero tengo que seguir. ¿Quién sino luchará por mi hermana?"



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