Desde Londres (AFP)

Creatividad británica para acabar con el desperdicio de comida

El Reino Unido, uno de los países que más alimentos desperdicia, está empezando a actuar contra el derroche gracias a varias iniciativas para ayudar a los pobres y, en esta época, crear un poco de alegría navideña.

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Alimentos donados por los supermercados Waitrose para su reparto gracias a voluntarios de la organización FoodCycle, el 21 de diciembre de 2016 en Londres - AFP/AFP
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El Reino Unido, uno de los países que más alimentos desperdicia, está empezando a actuar contra el derroche gracias a varias iniciativas para ayudar a los pobres y, en esta época, crear un poco de alegría navideña.

"Salgo por eso, para tener una pequeña charla ... No es sólo la comida", dijo Bassia Hamech, de 76 años, cuando le sirvieron un plato de sopa caliente en un comedor en el este de Londres dirigido por una organización benéfica llamada FoodCycle.

La cocina sirve almuerzos semanales vegetarianos para hasta 50 personas en el barrio de Hackney, muchas de las cuales tienen problemas de salud o están en riesgo de aislamiento social.

Una de las voluntarias, la artista Anne Engel, dijo que las donaciones más generosas provienen de los fruteros turcos de la zona, mientras que los grandes supermercados son menos fiables y hoy sólo dieron una bolsa de pan.

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Voluntarios de FoodCycle preparan comida donada por varias empresas en Londres el 21 de diciembre de 2016. Uno de los países más derrochadores en comida del mundo, Gran Bretaña, ha empezado a actuar para ayudar a otros con la comida que se tira (AFP/AFP)

"Les damos de comer todo tipo de cosas silvestres y maravillosas", dijo Engel, que consiguió mangos, menta y huevos para una cocina llena de frutas y verduras que estaban destinadas a la basura por ser estéticamente feas o haber superado la fecha de caducidad.

Con todas ellas, armaron un menú compuesto de sopa, frittata italiana y ensalada de frutas.

"Se trata de cambiar la actitud hacia la comida, tenemos muchos voluntarios que tienen miedo de comer algo que ha superado la fecha de vencimiento", dijo Engel.

2016 fue un año de referencia para los activistas internacionales que tratan de evitar que alimentos comestibles acaben en la basura. Italia y Francia aprobaron leyes para facilitar que los comercios donen esta comida.

Gran Bretaña anda rezagada respecto a sus vecinos al no haber legislado sobre el tema, dejando a los grupos comunitarios y algunos negocios llenar el vacío.

El país tira alrededor de 10 millones de toneladas de alimentos al año, según cifras de la organización de beneficiencia Waste and Resources Action Program (WRAP).

La UE en su conjunto tira 88 millones de toneladas de alimentos anuales, según estimaciones de 2012.

La serie de televisión británica 'War on Waste' (guerra al derroche) ha contribuido a despertar la conciencia de la población británica.

- De la basura a Selfridges -

Los clientes habituales de la nueva hornada de bares y tiendas de alimentos antes condenados a la basura incluye a activistas bienintencionados, así como a pobres y gente que busca compañía.

Un exvoluntario de FoodCycle, Ben Whitehead, explicó que había conseguido 15 toneladas de fruta desde que pidió que le dieran lo que iban a tirar en su mercado local.

"Me ofrecieron 12 cajas de piñas realmente increíbles, iba en mi bicicleta, así que me miraron y se rieron", dijo sobre su encuentro inicial con los comerciantes.

Después de experimentar con diferentes frutas consideradas no lo suficientemente aptas para llegar a los consumidores, Whitehead creó una empresa en 2015 llamada SpareFruit que seca rodajas de manzanas y peras para convertirlas en algo parecido a las papas fritas.

Snact, que elabora una fruta seca similar, nació en 2014 tras recaudar 14.000 libras esterlinas (17.000 dólares, 17.000 euros) a través del microcenazgo.

Ambas compañías esperan crecer en el nuevo año, e introducirse en las estanterías de los almacenes de lujo Selfridges. Tal posibilidad muestra lo mucho que cambió la actitud británica, como descubrió Whitehead cuando preguntó a los consumidores si se comerían algo que de otro modo se tiraría.

"La respuesta de todo el mundo fue: 'mientras sea limpio y saludable, y esté bueno comer, ¿por qué no?'"




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