La Difteria
Es una enfermedad infecciosa y transmisible grave que puede resultar mortal y que se caracterizada por inflamación y daño de los tejidos en las vías respiratorias como la laringe, amígdalas, garganta y la nariz.
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Es una enfermedad infecciosa y transmisible grave que puede resultar mortal y que se caracterizada por inflamación y daño de los tejidos en las vías respiratorias como la laringe, amígdalas, garganta y la nariz.
La vacunación generalizada en los niños a temprana edad en todo el mundo ha logrado que la difteria sea poco común en la población. Pero, algunas deficiencias de control, social, de higiene o pobreza han permitido que esta enfermedad afecte a un reducido número personas en el planeta.
La toxina de la difteria puede afectar el corazón, causando un ritmo cardiaco anormal e incluso insuficiencia cardiaca. También puede afectar los nervios y producir parálisis (incapacidad para mover partes del cuerpo).
Un brote importante de difteria ocurrió en la ex Unión Soviética con 157,000 casos y 5,000 muertes entre 1990 y 1998, originado según estudios por la inmunización inadecuada de adultos y niños, además del reconocimiento tardío de la enfermedad.
Se han reportado casos de difteria durante este siglo en España, Bélgica, Venezuela, Filipinas, entre otros lugares más.
Los principales síntomas que pueden observarse en una persona con difteria son los siguientes:
La bacteria forma una capa espesa blanca o grisácea en la parte posterior de la nariz o la garganta que puede causar dificultades para respirar o tragar.
Esta infección bacteriana se puede contraer al estar en contacto con una persona infectada que tiene tos o estornuda frente a nosotros. Otra forma de infectarse ocurre al entrar en contacto con objetos contaminados con la bacteria.
La medida preventiva más importante es la prevención primaria, la inmunización universal (vacunación).
La vacuna contra el tétanos, difteria y tos ferina (DPT, por sus siglas en inglés) puede prevenir la difteria, pero su protección no dura para siempre. Los niños necesitan otras dosis o refuerzos alrededor de los 12 años. Los adultos deben recibir una dosis de refuerzo cada 10 años.
Para lograr una exitosa recuperación dependerá de varios factores como:
Según BMJ Best Practice, los lugares donde existe algún riesgo de contagio de difteria se ubican en: