Biografias

Manuel Candamo Iriarte

Militar y político peruano que destacó su gestión en cargos públicos como un personaje conciliador y dialogante, logrando llegar a ocupar el cargo de Presidente de la república. Pero, falleció a los pocos meses de asumir el cargo.


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presidente manuel candamo iriarte


Manuel Candamo Iriarte (Lima, 1841 - Arequipa, 1904) fue hijo del acaudalado empresario Pedro González de Candamo —natural de Valparaíso— y de Mercedes Iriarte. Cursó sus estudios en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe y, posteriormente, en el Colegio de San Carlos; en 1862, obtuvo el grado de bachiller en Jurisprudencia, expedido por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Tras la muerte de su padre, en 1866, sus tres hermanos —Carlos, Virginia y Mercedes— dejaron el Perú para establecerse en Europa, y Manuel se quedó en el país. Desde entonces, tuvo una constante relación epistolar con sus hermanos, y muy en especial con Carlos, quien —durante muchos años— fue ministro del Perú en Francia e Inglaterra. Hay referencias a un viaje que hizo alrededor del mundo a fines de la década de 1860 e inicios de la siguiente, durante el cual sin duda visitó a sus hermanos en Europa. En 1873, contrajo nupcias con Teresa Álvarez Calderón Roldán, con quien tuvo siete hijos, entre los cuales debemos destacar a Teresa y María, quienes fundaron, en 1919, la congregación de las Canonesas de la Cruz, de gran importancia en el Perú del siglo XX y hasta la actualidad.

A fines de la década de 1860, Manuel Candamo fundó la empresa Candamo y Compañía, en sociedad con sus hermanos, y se dedicó a negocios diversos. Pocos años después fue nombrado director de la sucursal peruana de The Anglo Peruvian Bank Limited, banco formado en Londres con capitales peruanos, con el objeto de financiar operaciones que el Perú realizaba en Europa. Sus negocios fueron variados y entre ellos figura la exportación del guano.

Su interés por la política se manifestó desde su juventud. Ya en la década de 1860, fue desterrado por un corto tiempo a Chile por haberse opuesto a la firma del Tratado Vivanco-Pareja, y poco después apoyó la revolución contra el presidente Pezet, liderada por Mariano Ignacio Prado. En 1867, se trasladó a Chile para desempeñarse como secretario de la Legación del Perú en Santiago, aunque por un periodo muy breve. Poco después, se vinculó al Partido Civil desde sus tiempos fundacionales. Cuando Manuel Pardo llegó al poder, colaboró en su gestión gubernativa. En 1872, fue nombrado por Pardo coronel de la flamante Guardia Nacional y, tres años después, fue enviado por el gobierno a París para efectuar gestiones en el ámbito financiero en relación con la deuda externa del Estado peruano.

Así, desde joven, tuvo notable figuración pública. A inicios de la década de 1870, se hizo cargo de la sección del diario El Comercio en la que se presentaban las noticias más relevantes de la vida política. En 1876, fue teniente alcalde de Lima y, en ese mismo año, recibió el nombramiento de prior del Tribunal del Consulado de Lima.

Durante la Guerra con Chile, prestó cruciales servicios al país. Tres días después del inicio del conflicto, fue nombrado miembro de la Junta Central Administradora de Donativos, que presidió el obispo Pedro José Tordoya; no obstante, su función más trascendente fue la de integrar, junto con Carlos M. Elías y en tiempos de la ocupación chilena de Lima, la Delegación del Gobierno y la Agencia Confidencial, designadas por Lizardo Montero cuando él presidió el Gobierno peruano —desde Cajamarca y posteriormente desde Huaraz— luego de la deportación a Chile del presidente Francisco García-Calderón. Como delegados y agentes, llevaron a cabo un importante trabajo de coordinación política en el contexto de la guerra y estuvieron en permanente contacto con las legaciones de estados extranjeros en Lima para lograr el final del conflicto y que ello no implicara cesión de territorios a Chile. Por esa labor —y en particular por el apoyo que brindaron al general Cáceres para sus campañas en la sierra central—, Candamo y Elías fueron desterrados a Chile por las fuerzas de ocupación. Estuvieron allí catorce meses junto con un grupo mayor de peruanos que se oponía a la entrega de territorios a Chile como parte de las negociaciones de paz. En el caso de Candamo, se trató del periodo más duro de su vida familiar, como se constata en el conjunto de cartas que —desde su destierro— envió a su esposa e hijos, quienes permanecieron en Lima. Al concluir la guerra, regresó a nuestra capital para sufrir luego otro destierro en Chile —muy breve— dispuesto por el presidente Miguel Iglesias, del cual Candamo fue opositor.

Durante los años de la reconstrucción posterior a la guerra, Candamo adquirió mayor relieve en la vida política peruana. Debe destacarse sobre todo su actividad parlamentaria. Fue senador por Lima en dos periodos: 1886-1893 y 1896-1898, y senador por Lambayeque entre 1899-1902. Tanto sus correligionarios como sus adversarios ponderaron sus aportes en el Congreso como inteligentes y serios. En todo ese tiempo, además, Candamo ganó fama de personaje conciliador y dialogante. Fueron precisamente esas virtudes las que lo llevaron a ser designado —con el consentimiento tanto de caceristas como de pierolistas— presidente de la Junta de Gobierno que, en 1895, se instaló tras los violentos sucesos políticos de ese año. Su acertada dirección de dicha junta elevó más su prestigio y le permitió culminar la reorganización del Partido Civil, que se formalizó en un acto celebrado en el salón general del convento de Santo Domingo. En el discurso central, Candamo defendió la continuidad de dicho partido, y señaló la necesidad de la existencia, en toda democracia, de una variedad de grupos que orientaran a la opinión pública.

El proceso de reorganización del Partido Civil no fue fácil. Su fundador, Manuel Pardo, había sido asesinado poco antes de la guerra, y sus integrantes estuvieron posteriormente dispersos. En ese proceso, en primera instancia, Candamo se vinculó —junto con otros civilistas— con el general Cáceres y con su Partido Constitucional. A inicios de la década de 1890, los civilistas se distanciaron de Cáceres y propugnaron la creación de la Unión Cívica, fuerza política que llegó a controlar las dos cámaras del Congreso y que se propuso conjurar la amenaza del militarismo. Al mostrar respeto por la institución castrense, Candamo fue muy claro, en esos años, en manifestar que las fuerzas armadas no constituían un poder deliberante y que su misión era obedecer y no mandar. Durante su trayectoria parlamentaria se caracterizó por no confundir los desacuerdos políticos con la enemistad personal. Ese espíritu de diálogo le permitió fomentar el acercamiento entre civilistas y demócratas —seguidores de Piérola—, que durante muchos años habían estado enfrentados. Precisamente, esa aproximación hizo posible la estabilidad económica y política que caracterizó al Perú a partir de 1895 y durante más de dos décadas. Además, ese talante sereno, no personalista ni protagónico, le generó las necesarias simpatías como para ser elegido candidato a la presidencia de la República y finalmente alcanzar la primera magistratura de la nación en 1903.

Sus discursos y manifestaciones públicas en esa campaña electoral y durante su corta presidencia encierran mensajes que pueden ser hoy en día muy útiles. Por ejemplo, al aceptar la candidatura, expresó que lo hacía con el único propósito de defender los intereses del Perú y que se empeñaría en contar con la colaboración de las personas más idóneas sin tener en cuenta sus afiliaciones políticas. Su llegada a la presidencia se produjo en un ambiente de tranquilidad pública, al que su propio temperamento contribuyó. Además, su trayectoria en defensa del imperio de la ley y de los derechos ciudadanos fue vista por muchos como garantía de un gobierno que buscaría el bien común. 

Sus planes y objetivos en el gobierno fueron ambiciosos y buscaron plantear reformas en sectores clave, como el educativo y el de la recaudación fiscal, al igual que proseguir con empeños nacionales, como el de la adecuada convocatoria de un plebiscito que decidiera el futuro de Tacna y Arica. Su ilusión por servir al Perú se vio truncada por una grave enfermedad que ocasionó su fallecimiento ocho meses después de haber alcanzado la presidencia.

Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]




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