Francisco García-Calderón Martínez-Landa
Jurista, político y Presidente del Perú en un corto periodo durante la época de la guerra con Chile, llamado como el Gobierno de La Magdalena.
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Nace en la ciudad de Arequipa el 2 de abril de 1834. Hijo del magistrado Eduardo García-Calderón y Crespo, y de doña María Ventura Martínez-Landa y Guerola. Realiza sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de la Independencia Americana y los superiores en la facultad de Jurisprudencia de la Universidad de San Agustín en su ciudad natal.
En 1859, se traslada a Lima con un proyecto ambicioso: publicar su Diccionario de la legislación peruana. Fue tanta la importancia de la obra que el presidente Ramón Castilla ordenó su publicación por cuenta del Estado. El mérito y la importancia del Diccionario fue tal que, en 1862, el Congreso de la República le otorgó una medalla de oro a su autor.
Inicia su carrera parlamentaria en 1867, al ser elegido diputado del Congreso Constituyente por su departamento. Desde la tribuna parlamentaria, García-Calderón contribuye a la causa del, por entonces, llamado “descentralismo” y del fortalecimiento del Poder Legislativo a través de la interpelación y la defensa de la inmunidad de sus representantes.
En el campo privado, juega un rol importante como fundador de la Compañía Salitrera del Perú en 1878, al ser presidente de directorio. Un año después, el 5 de abril, Chile declara la guerra al Perú, enfrentamiento que resulta desastroso para el Estado peruano y para el país en su conjunto, pues lo sume en una crisis económica y en la bancarrota fiscal, de manera que irrumpe su proceso de modernización.
En enero de 1881, tras las derrotas militares de San Juan y Miraflores, el ejército chileno ingresa a Lima, en tanto que el dictador Piérola inicia la organización de la resistencia en el interior y crea tres grandes zonas políticas y militares: norte, centro y sur. Mientras tanto, el gobierno de Chile anuncia públicamente que, en vista de los acervos ataques del dictador al ejército victorioso, acusándolo de violación de armisticio y por los desmanes del triunfo, jamás trataría la paz con él; pero sí con quien tuviera la autoridad y el poder para hacerlo.
Ante la necesidad de contar con un gobierno legítimo y con el fin de buscar la paz y acabar con la guerra, se reúnen ciento catorce personalidades en casa de Mariano Felipe Paz Soldán y Dionisio Derteano, y forman una “junta de notables” presidida por Aurelio Denegri. En ella, se acuerda la formación de un gobierno provisional unipersonal, sujeto a la Constitución de 1860, con amplias facultades en materia de hacienda pública, que debía convocar a un Congreso y celebrar un armisticio. El 22 de febrero, la junta elige como presidente de la República a Francisco García-Calderón y, después de mucho esfuerzo, sus personeros Denegri y Manuel María Gálvez obtienen el otorgamiento por Chile del carácter de zona neutral del pueblo de la Magdalena y se instalan ahí como sede de su gobierno el 12 de marzo, hasta que es hecho prisionero por el general en jefe del ejército de ocupación, Patricio Lynch, en noviembre.
García-Calderón, no obstante, su limitado radio de acción, declara la vigencia de la Constitución de 1860, la instalación de un parlamento, el funcionamiento del Poder Judicial y busca la reestructuración económica a través de préstamos realizados por el Banco de Londres, México y Sudamérica. El 15 de mayo, se reúne el legislativo en la Escuela de Clases de Chorrillos con 32 miembros, en una de las pocas casas que no habían sido destruidas.
El Congreso reconoce como presidente a García-Calderón y autoriza la negociación de la paz, conforme a la Constitución vigente y sin cesión de la integridad territorial. A pesar de las múltiples presiones sufridas por parte del invasor, Francisco García-Calderón, en estricto cumplimiento de la autorización recibida del Congreso de la República, se niega a firmar un acuerdo de paz que implicase la sesión de territorio patrio a Chile.
Consideraba que, a pesar del estado de bancarrota fiscal económica y de las derrotas militares, quedaba aún por recorrer el camino de las relaciones internacionales y la presión que pudiera esta ejercer para inclinar la balanza a nuestro favor, a la vez que buscaba remediar la crisis que amenazaba ganar el interior del país. En esta situación, el cuerpo diplomático juega un rol importante en la formación de su gobierno y se contacta con el gobierno de los Estados Unidos a través de su ministro agregado en el Perú, Stephen Hurbult, con el fin de obtener la paz sin concesión territorial. El asesinato de James Garfield, sin embargo, cambiaría la suerte de las negociaciones a favor del interés chileno.
Al continuar oponiéndose el gobierno de la Magdalena a la cesión definitiva de territorio peruano, en base a la inaplicabilidad del derecho de conquista en América, se manifestó dispuesto, una vez más, a pagar una indemnización razonable por los gastos de guerra, para lo cual tenía los medios suficientes. Se arriesgaba la segura caída del gobernante peruano que firmara una paz de ese tipo, la renovación eventual de las hostilidades. Ante la negativa chilena, García-Calderón comienza a organizar de forma secreta la resistencia en todo el territorio, con el fin de combatir a las fuerzas invasoras.
En esa situación, y seguro de que se tomarían medidas contra su persona, García-Calderón manda citar clandestinamente al Congreso en su propia casa en la ciudad de Lima el 29 de septiembre. Al declararse resignado al sacrificio personal y proponer la elección de un vicepresidente, el presidente recomienda para dicho cargo, por su graduación y por dominar un sector del territorio, al contralmirante Lizardo Montero.
El 6 de noviembre de 1881, el general Lynch decreta el fin del gobierno de la Magdalena, el apresamiento de García-Calderón y de su ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Gálvez, los cuales son conducidos al Callao para ser enviados a Chile a bordo del blindado Cochrane.
Sin embargo, y a pesar de su determinación de no permitir la cesión territorial, el Tratado de Ancón, firmado por Iglesias, dispuso la entrega a perpetuidad de la provincia de Tarapacá, así como la de Tacna y Arica por diez años, cuando mediante un plebiscito se resolvería su suerte y destino final.
En 1886, García-Calderón vuelve al Perú y es elegido senador por Arequipa en junio del mismo año. Frente a tan importante acontecimiento, una gran multitud acude a recibirlo en el puerto del Callao. El 22 de mayo del mismo año, García-Calderón es también elegido rector de la Universidad de San Marcos, cargo que mantuvo a través de tres reelecciones sucesivas (en 1895, 1899 y 1903).
La madrugada del 21 de septiembre de 1905, fallece el presidente de la Magdalena en lo que fue un duro golpe para la sociedad peruana.
Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]
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