La posición no da lo mismo
Preámbulo, juegos, afrodisíacos, sensualidad en el ambiente para un encuentro sexual con disfrute para los dos. ¿Hasta dónde quiere llegar? Decida y luego adopte su postura.

Más allá de la diversidad y la dosis de novedad como antídoto para la rutina, el movimiento y las posturas sexuales son determinantes a la hora de las sensaciones y estimulación de una relación sexual. Para la mayoría de ellas no es necesario más que ganas de jugar y probar. Sin embargo, le advertimos, que para algunas se requiere un estado físico más que aceptable. Busque la posición que le acomode, todo importa, el ánimo del día, la audacia, las ganas.
Cada postura tiene su cualidad, que van desde la profundidad, su ángulo, ritmo y tiempo de penetración en que estimula zonas como el clítoris, presiona más el pene o potencia un acercamiento más íntimo y afectuoso, aumentando las posibilidades de tocar, abrazar, acariciar o mirar al otro. Cada posición jugará también con la cadencia o ritmo del coito: movimientos largos y rápidos, cortos y rápidos, largos y lentos o cortos y lentos.
Las variables son tantas como parejas, pero como en gustos no hay nada escrito, pruebe con las siguientes y tome posición:
Mujer dominante (clásica)
Esta postura es clásica, la mujer en posición dominante, es decir, encima del hombre, de manera que ella puede frotar su clítoris en el vientre de su compañero con más facilidad y según su gusto, al menos más que en otra más clásica como la del “misionero”. Se produce una buena estimulación si presiona con fuerza su pelvis contra la de ella, ayudándose con las manos.
Esta ubicación favorece a las mujeres que toman más tiempo en llegar al orgasmo o necesitan una estimulación muy directa del clítoris y los labios vaginales. En esta posición ella modera la cadencia y el ritmo, mientras que el hombre queda con sus brazos y manos disponibles para acariciar, por ejemplo los glúteos, meter sus dedos en el ano o atraerla hacia su cuerpo fuertemente desde las nalgas.
Profundidad
Esta es una posición de penetración total, por eso su nombre. Ella, de espalda en la cama, con las piernas elevadas y abiertas es penetrada. El hombre calza sus hombros con las piernas de ella. Sus manos servirán de apoyo a la altura de los hombros de ella que tendrá sus piernas sobre los hombros de él.
En apariencia complicada, pero permite una penetración absoluta y un contacto genital único: los testículos se posan suavemente entre los glúteos y el clítoris se encuentra presionado por la abertura de las piernas. La dificultad para besarse y la distancia de los rostros pueden ser punto de excitación para ambos.
Cara a cara
Postura clásica y universal, pero no por eso aburrida, el cara a cara permite una infinidad de variantes para hacerla más atractiva y excitante. La movilidad de las manos, la cercanía de los rostros y la comodidad de los cuerpos son algunas de las ventajas que la hacen famosa y tiene siempre disponibles nuevos tipos de contacto durante el coito: ella toca los glúteos y el ano de su compañero, él frota el clítoris o bien ella misma lo puede hacer, las piernas de ambos pueden estar más cerradas de manera de imponer una “cierta resistencia” a la penetración que puede resultar atractiva. Como es la postura clásica o inicial, quizá con la que todos y todas se han iniciado sexualmente, es que se la identifica con mayor grado de romance o amor, pero ojo, que vale la pena experimentarla en todas las etapas de la vida sexual y sacarle ventajas a sus posibilidades.
El arco
El arco es una posición que tiene una pequeña variante del "Cara a cara", pero que modifica de forma importante las sensaciones. La mujer permanece acostada boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas, apoyando sus brazos detrás de los hombros. Cuando su compañero está listo para penetrarla, eleva sus caderas y se posa sobre las piernas flexionadas del compañero. El placer que ella recibe se centra en la penetración profunda y en la particularidad de sentir toda la zona vaginal y abdominal envuelta de la piel del hombre. El cansancio que se experimenta al mantener la posición se ve recompensado con la potencia del orgasmo que puede provocar.
Deleite
Suena inmejorable. Se trata del hombre regulando el ritmo de la penetración de rodillas junto a una cama o banca donde está ella encima. El pene está a la misma altura de la vagina que es penetrada. Ella se inclina un poco hacia atrás en una sutil relajación. Al mismo tiempo, el cuerpo de él es envuelto por las piernas de ella. Él marca el ritmo de la penetración.
El molde
Más conocida como “cucharita” busca encajar. La mujer recostada con las piernas juntas y recogidas para presionar mejor el pene. Él se recuesta detrás de ella, en la misma posición y la penetra. Los movimientos son suaves y coordinados y la penetración lenta y profunda. Ambos cuerpos se amoldan y mueven acompasados como una pieza. Esta posición es perfecta para quienes necesitan más estimulación del clítoris. Las piernas son las grandes responsables de lograr este efecto tan placentero.
El abrazo
Ambos de pie y de frente, ella trepa sobre él a la altura de sus caderas, abrazándolo con sus piernas y con los brazos en los hombros. En esta posición él la acerca más y la penetra. El abrazo más o menos apretado determinará el ritmo de penetración, de arriba hacia abajo se produce un fuerte roce de la vulva en el cuerpo de él y el peso hace que la penetración cobre una intensidad de la que se carece en las posiciones horizontales. El coito también puede ser adelante y atrás. La elección siempre dependerá de la forma que les proporcione más placer. El hombre requiere de cierta fortaleza para esta postura y la mujer habilidad para aferrase. Inténtelo, si lo logra, la sensación de riesgo aporta a la excitación.
La carretilla
Es simplemente entrar en el juego. Al borde de la cama ella, con los brazos apoyados, y el hombre levanta sus piernas por detrás y sosteniéndola de los muslos. El hombre dirige esta carretilla que concentra el estímulo en los genitales de ambos, llevando el ritmo y atrayendo y alejando el cuerpo del suyo. La gran posibilidad de esta posición es la variedad de movimientos y sensaciones: circulares, ascendentes y descendentes, con las piernas de ella más cerradas o bien abiertas. Una verdadera faena de trabajo.
El trapecio
El hombre sentado en la cama con las piernas abiertas y ella sentada frente a él es penetrada. La idea es que tomados de las muñecas, ella se va relajando hacia atrás hasta caer por completo. Es necesario intentar estar bien relajada al tiempo que el compañero intenta atraerla hasta su cuerpo con sus brazos provocando la embestida necesaria para el coito. Es un juego algo complejo, pero es verdaderamente una oportunidad de innovar y probar las sensaciones que este vaivén provoca. Una fuerte dosis para romper la rutina, profundizar en los equilibrios y jugar.
El tornillo
Suena complicado, pero la posición del “tornillo” es de las más placenteras para la mujer y estimulante para los hombres. Ella al borde de la cama con sus piernas juntas, flectadas hacia cualquiera de los costados de su cuerpo. En esta posición, el hombre de rodillas en el suelo, al borde de la cama penetra a la mujer, permitiendo que los labios vaginales atrapen el clítoris, lo presionen y lo estimulen como en pocas posturas se logra. Ella puede contraer y relajar toda la zona, mientras él la penetra y toca sus pechos. Verdaderamente una delicia a toda prueba.
Sorpresa
No sé por qué esta postura se puede llamar “sorpresa”, pero lo que importa es que se le atribuye un estado más salvaje o primitivo. Se trata del hombre de pie que por detrás penetra a la mujer tomándola desde la cintura. Ella se relaja inclinándose hacia delante, momento en el cual él la “sorprende” marcando la cadencia del coito. La gracia de esta “sorpresa” es que el placer se concentra en el ángulo de abertura de la vagina que, al ser limitado, provoca una sensación de estrechez muy placentera para muchas mujeres. En cambio, él es invadido por una sensación poderosa se extiende desde el glande, que entra y sale de la abertura vaginal a su antojo y acaricia el clítoris en las salidas más audaces. Esta primitiva postura proporciona un aliciente visual del ano, glúteos y la espalda femeninas, zonas altamente erógenas para muchos a lo que se suma el control total de la situación.
Las fusiones
Hay dos versiones de esta llamada postura de la “fusión”, que se parece bastante al trapecio. Se trata del hombre en la cama, un poco recostado apoyados sobre sus manos a los costados. Las piernas estiradas o flexionadas. La mujer encima pasando sus piernas por los costados y apoyada hacia atrás en sus manos. En este caso la batuta la lleva la mujer: ella domina el ritmo y la intensidad, y la movilidad del hombre está reducida al mínimo. La estimulación en esta postura es distinta a otras frontales o con más contacto corporal. Aquí las manos quedan fuera del juego, dejando espacio a recursos como la mirada, las palabras o la probación de la misma distancia. La conexión es la penetración, la cadencia y la fuerza.
La variante de “la fusión” es más relajada y ya el hombre está completamente recostado (sin apoyo de los brazos) y ella sigue sobre él, pero más levantada, casi sentada sobre él. La penetración se hace más profunda y la mujer sigue dominando la situación con mayor capacidad de movimiento, sobre todo de arriba hacia abajo, que es lo que le resulta más fácil. Ambos tienen las manos libres y pueden usarlas…
Las “fusiones” pueden ser en secuencia o alternadas con otras parecidas como el “trapecio”. Como siempre, lo que manda es el placer que cada una le cause y la voluntad de ambos.
La amazona
Siguiendo la línea salvaje, esta postura se ve algo compleja, pero remite a lo primitivo y salvaje de una cabalgata. El hombre bien relajado de espaldas en la cama con las piernas recogidas hacia su pecho y levemente abiertas. Ella se acomoda en cuclillas, sentándose en su pene erecto, muy lentamente. Será la fortaleza de sus muslos los que darán el movimiento de arriba hacia debajo de la penetración. La audacia de esta cabalgata está hecha para los espíritus salvajes y aventureros.
La acrobática
Pone a prueba la flexibilidad. Si está fuera de forma o está iniciando esta ruta sexual, déjela para el final de la jornada. Si la elasticidad alcanza disfrutará de una excitación especial. Él acostado boca arriba encima de la cama u otra superficie, ella se posa sobre él, también boca arriba, momento en que es penetrada. Ella flexiona sus rodillas y se inclina hacia atrás tratando que el pene permanezca adentro. Este trabajo no es fácil, pero tiene recompensa, la manera de generar el movimiento depende de ella, levanta el vientre y relaja, se cansa y excita como nunca hasta el orgasmo. Mientras él tiene acceso fácil a los pechos y el clítoris. Si no le resulta a la primera, siga participando.
[Fuente: lanacion.cl]