Desde París (AFP)

Volkswagen, otra multinacional que trastabilla tras toparse con una oenegé

Las oenegés, hasta hace poco entidades testimoniales, se convirtieron en actores de peso en la vigilancia de los derechos sociales y normas ambientales de las multinacionales, como acaba de comprobarlo en su propia piel Volkswagen.

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El logotipo del constructor alemán Volkswagen, en la sede de la compañía en Wolfsburgo, Alemania, el 23 de septiembre de 2015 - AFP/AFP
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Las oenegés, hasta hace poco entidades testimoniales, se convirtieron en actores de peso en la vigilancia de los derechos sociales y normas ambientales de las multinacionales, como acaba de comprobarlo en su propia piel Volkswagen.

El caso que dejó maltrecha la reputación del gigante automovilístico alemán, con una plantilla mundial de 590.000 operarios y un volumen de negocio de 200.000 millones de euros, fue sacado a la luz por el International Council on Clean Transportation (ICCT), una organización no gubernamental (oenegé) con sede en Estados Unidos, que cuenta apenas con 27 colaboradores, según su página web.

El ICCT e investigadores de la Universidad de Virginia Occidental revelaron que Volkswagen había instalado un 'software' de manipulación de resultados de los controles de contaminación de vehículos diésel. El caso ya forzó la renuncia del presidente de Volkswagen, hundió sus acciones bursátiles y le valió un aluvión de demandas judiciales que podrían costarle decenas de miles de millones de dólares.

"Las oenegés se han convertido en actores insoslayables en las denuncias" de malas prácticas empresariales, afirma Yann Louvel, de la red asociativa BankTrack, que vigila los procedimientos del sector bancario.

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El logotipo de Volkswagen de un taxi en Roma el 22 de septiembre de 2015 (AFP/AFP)

Volkswagen se suma así a otros mastodontes del mercado que cayeron en las redes de las investigaciones de las oenegés. En agosto pasado, varios bancos renunciaron a financiar un proyecto megaproyecto minero en Australia, tras una campaña de defensa de la gran barrera de coral.

El gigante francés de la construcción Vinci se halla enfrascado en una batalla judicial abierta por la asociación Sherpa, por las condiciones laborales impuestas en las obras del Mundial de fútbol de 2022 en Catar.

La misma asociación presentó una denuncia contra el grupo de gran distribución Auchan, por el derrumbe en 2013 del edificio Rana Plaza cerca de Daca, en Bangladesh, que costó la vida a 1.138 obreros textiles. Numerosas oenegés no cesaron desde entonces de acentuar la presión para que diversas marcas, como la italiana Benetton, que hacían fabricar sus productos en ese edificio, contribuyesen a un fondo de indemnización.

Multinacionales del sector de la alimentación también tuvieron que ceder ante oenegés de protección de la selva tropical y revisar sus contratos de aprovisionamiento de aceite de palma.

Y el gigante estadounidense de la informática Apple, acusado de cerrar los ojos sobre las condiciones deplorables de trabajo en las fábricas de sus proveedores, acabó por aceptar la inspección de una oenegé en las instalaciones de su subcontratista chino Foxconn.

Las investigaciones de las oenegés también alertaron a las autoridades nacionales sobre las tretas de compañías como Starbucks o Google para eludir impuestos.

- Activistas con corbata -

"Las oenegés se han profesionalizado y fortalecido", explica Nicolas Vercken, de la oenegé Oxfam.

"Hace diez años, cuando pedíamos una cita (en el Ministerio francés de Exteriores), creían que veníamos a pedir dinero por una catástrofe humanitaria, pero hoy en día nos reciben por nuestra pericia o porque nos perciben como una amenaza potencial", incluso sobre asuntos sumamente técnicos como los gravámenes a las operaciones bursátiles, añade.

El caso Volkswagen ilustra a la perfección esa profesionalización del activismo. La trampa fue descubierta por una oenegé integrada principalmente por encorbatados extrabajadores de la industria automotriz cargados de títulos universitarios.

La asociación Sherpa monta sus expedientes legales con sus equipos de abogados y juristas, capaces de sofisticadas "acrobacias legales" para llevar al banquillo a poderosas multinacionales o de lograr avances en la legislación, explica su directora, Laetitia Liebert.

Sharpa, al igual que las demás oenegés, sabe además jugar a fondo la carta de las redes sociales, "una fuerza que puede servir de palanca y también de protección durante los juicios contra grandes empresas", agrega.

Para Yann Louvel (de BankTrack), el escándalo Volkswagen "confirma el papel preponderante de las oenegés", pero también "muestra un vacío y hace que uno se pregunte cómo pudieron los reguladores tradicionales no darse cuenta de lo que ocurría". "Es algo preocupante, dada la escasez de medios de las oenegés", apunta.

"Nunca tendremos la capacidad de estar detrás de cada empresa, detrás de cada uno de sus contratos", coincide Nicolas Vercken, de Oxfam.




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