Desde Caracas (AFP)

Vendo caramelos para sobrevivir: jubilados claman mejores condiciones en Venezuela

La voz de Alí Enrique Moreno, un jubilado venezolano de 67 años que trabajó durante 40 años en la administración pública, se quiebra al describir la situación que lo ha obligado a vender golosinas en la calle para costear sus medicamentos.

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Jubilados piden que se cumpla lo expresado en el artículo 91 de la Constitución de Venezuela sobre el derecho a un salario que permita vivir con dignidad. - AFP/AFP
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La voz de Alí Enrique Moreno, un jubilado venezolano de 67 años que trabajó durante 40 años en la administración pública, se quiebra al describir la situación que lo ha obligado a vender golosinas en la calle para costear sus medicamentos.

"Vendo caramelos en la calle para sobrevivir", cuenta al mostrar una bolsa con dos paquetes de dulces que acaba de comprar y que exhibe durante una manifestación este martes organizada por jubilados, a propósito de la visita de delegados de la Organización internacional del Trabajo (OIT).

Exigen mejores condiciones para los más de cinco millones de pensionados que perciben unos 28 dólares mensuales después del incremento decretado por el presidente Nicolás Maduro en marzo... hasta entonces cobraban el equivalente a dos dólares.

"Tomo cinco pastillas diarias, díganme ustedes ¿cómo las compro? Voy a cumplir 70 años pasando hambre y necesidad", declaró Alí a la AFP durante la protesta a las afueras del Ministerio de Trabajo en el centro de Caracas.

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Arnoldo Benitez, quien trabajó durante 30 años en la administración pública, se contó entre los pensionados que reclamaron mejores condiciones este martes a las afueras del Ministerio del Trabajo en Caracas. (AFP/AFP)

Los manifestantes gritaron consignas y mostraron pancartas con sus reclamos: "Queremos seguir viviendo", "No más pensiones de muerte", "Fiscal de la CPI nos están matando de hambre", "Los pensionados no queremos morir antes de tiempo".

Emocionado hasta las lágrimas, Arnoldo Benitez, 75, quien se jubiló hace 15 años luego de trabajar como empleado público durante tres décadas, plasmó su molestia con una pancarta colgada en su pecho con la frase: "Me quiero morir de viejo, no de hambre".

Sostiene que de no ser por las remesas que le envían sus hijos, dos de ellos en Colombia y uno en Chile, se "moriría de hambre".

"Vivo de lo que me envían mis hijos", comentó lloroso.

Arnoldo y los jubilados que se sumaron a la protesta reclaman que se cumpla lo expresado en el artículo 91 de la Constitución de Venezuela, que señala que todos los trabajadores tienen derecho a un salario "que les permita vivir con dignidad".

Sin embargo, los 28 dólares de pensión están lejos de los más de 470 que se necesitan para comprar la canasta básica, según cálculos del privado Centro de documentación y análisis de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas).

"Entonces tengo que cobrar 15 pensiones para comer un mes", subraya Arnoldo, al mostrar un estuche donde guarda las múltiples píldoras que debe consumir para sobrellevar sus dolencias de vejez.




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