Desde Tourtoirac (Francia) (AFP)

Una ciudad de Francia celebra al rey francés de la Araucanía

Una localidad de Dordoña, en el suroeste de Francia, recuerda cada año al efímero rey francés de Araucanía (sur de Chile), en una ceremonia donde se entrelazan la celebración de la fantástica historia de un aventurero del siglo XIX y la lucha actual de los indígenas mapuches.

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Frédéric Luz (en el centro), elegido como el sucesor del rey francés de Araucanía, visita el Museo de los Reyes de Araucanía y Patagonia de Tourtoirac, en el suroeste de Francia, el 19 de agosto de 2019 - AFP/AFP
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Una localidad de Dordoña, en el suroeste de Francia, recuerda cada año al efímero "rey" francés de Araucanía (sur de Chile), en una ceremonia donde se entrelazan la celebración de la fantástica historia de un aventurero del siglo XIX y la lucha actual de los indígenas mapuches.

Una misa en honor a santa Rosa de Lima, primera santa de América, una visita al Museo de los Reyes de Araucanía y Patagonia de Tourtoirac y dejar un ramo de flores en la tumba del "rey" de Araucanía. Éstos fueron algunos de los actos en honor a Antoine de Tounens (1825-1878), que tuvieron lugar este domingo en esta población de 650 habitantes, en el suroeste de Francia.

"Su historia real supera la ficción. Parece un verdadero western. Si hubiera sido estadounidense o inglés, Hollywood ya habría hecho decenas de películas sobre él", asegura Jean-François Gareyte, un historiador aficionado.

Autor de dos libros sobre el "rey" de Araucanía, Gareyte investigó sobre su vida a través de archivos militares, judiciales y artículos de prensa, así como recogiendo el testimonio de la memoria oral de la comunidad mapuche.

- ¿Un loco o un aventurero?-

Tras haber viajado a Chile movido por su apetito político y comercial, este franc-masón del suroeste de Francia se encontró reinando entre los mapuches, después de algunas peripecias políticas.

En 1960, los líderes de esta tribu de indígenas del sur de Chile lo nombraron "Aurelio-Antonio I, rey de Araucanía y Patagonia".

Dos años más tarde, en plena disputa territorial en Araucanía y Patagonia, las autoridades chilenas lo arrestaron y lo expulsaron, tachándolo de enfermo mental. Pero regresaría al menos en tres ocasiones al sur de Chile antes de morir enfermo en Tourtoirac.

¿Su aventura fue una "bufonada" de un "mitómano de provincias", como lo describía entonces la prensa parisina? ¿O el destino de un aventurero que se vio "atrapado en una serie de circunstancias históricas"?

Según Gareyte, los archivos de Santiago de Chile muestran que las autoridades chilenas de mediados del siglo XIX tomaron muy en serio sus campañas, para nada "pacíficas", y se preguntaron si contaba con el apoyo de París, ya que coincidió con los intentos de Napoleón III de implantarse en México (1861-1867).

Desde 2018, Frédéric Luz, un heraldista del sur de Francia, conocido como Federico I, es el sucesor oficial en el legado del "rey" francés de Araucanía, después de que a finales de 2017 muriera su antecesor. Pero su legitimidad está cuestionada y se vio inmerso en una querella dinástica.

El Consejo del "reino" de Auraucanía está formado por mapuches, como Reynaldo Mariqueo, que vive en Reino Unido y dirige la oenegé Auspice Stella, que desde el 2013 tiene un estatuto consultivo en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC).

La "Casa real", a través de esta oenegé, aporta ayuda material y hace presión en defensa de la causa del pueblo mapuche.

- "Caja de resonancia" -

Según Federico I, el legado de Antoine de Tounens no representa una historia cómica y folclórica, sino que genera un interés creciente en América Latina, donde los mapuches disponen de un mayor reconocimiento desde hace 20 años.

En 2017, la entonces presidenta chilena Michelle Bachelet pidió oficialmente "perdón" por "los errores y los horrores" históricos contra esta comunidad indígena.

"No somos una micronación de broma ni tampoco queremos crear un estado, no nos planteamos reivindicar ningún territorio", explica Federico I a la AFP.

Según él, la "Casa real" de Araucanía tiene como objetivo evocar la figura de Antoine de Tounens, pero sobre todo servir "de caja de resonancia para ayudar a los mapuches en la defensa de sus tradiciones".

"El actor principal de esta historia no es él (Antoine de Tounens), sino el pueblo mapuche", afirma.



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