Palestinos de Gaza cambian sus estudios por el trabajo en Israel
Cuando Hussein obtuvo un permiso para ir a trabajar a Israel, este palestino de Gaza no dudó un segundo en interrumpir los costosos estudios que estaba a punto de terminar para poder, finalmente, ganarse la vida.
Cuando Hussein obtuvo un permiso para ir a trabajar a Israel, este palestino de Gaza no dudó un segundo en interrumpir los costosos estudios que estaba a punto de terminar para poder, finalmente, ganarse la vida.
Tener la posibilidad de trabajar fuera de este enclave bloqueado por Israel desde 2007 es como si "las puertas del paraÃso se abrieran ante mÃ", asegura el joven que cursaba una maestrÃa en relaciones públicas en el pobre territorio palestino.
"No he trabajado en años y tengo 3.500 dólares de deudas que pagar por mis estudios", añade este padre de tres hijos, que prefiere esconder su apellido al sentirse, como otros, avergonzado de tener que tomar pequeños trabajos en Israel para ganarse la vida.
Tras dejar las aulas de la universidad de la ciudad de Gaza hace unos meses, Hussein es repartidor en Yafa, un barrio de Tel Aviv. Para él, este empleo es una oportunidad de mejorar los ingresos de su familia y, más tarde, retomar sus estudios.
La franja de Gaza, un minúsculo territorio con más de 2 millones de habitantes sacudido por las guerras, presenta una tasa de pobreza de cerca del 60% y un desempleo endémico que oscila en torno al 50%.
Los ingresos por habitantes se sitúan alrededor de los 1.400 dólares por año, según datos oficiales.
Mahmud, de 40 años, fue contratado en un restaurante de Herzliya, una ciudad costera al norte de Tel Aviv, tras años trabajando para organizaciones internacionales en Gaza, que forman parte precisamente de los empleadores más deseados por sus salarios elevados.
- Reapertura -
Su licenciatura en trabajo social no le sirve de nada en el establecimiento donde trabaja ahora.
Pero haciendo numerosas horas suplementarias, este padre de tres hijos puede ganar hasta 550 séqueles (170 dólares) diarios, además de tener la comida y el alojamiento cubiertos, unas cifras que están muy lejos de los estándares de Gaza.
En Israel, la mayorÃa de trabajadores gazatÃes cobran entre 250 y 700 séqueles (78 y 218 dólares) en la agricultura y la construcción, mucho más de lo que ganarÃan en la franja, aunque sin disponer de seguridad social.
Desde el bloqueo de Gaza por parte de Israel, una vez que el movimiento islamista Hamás tomó las riendas de la Franja "ya no hay oportunidades de trabajo", lamenta Mahmud.
Antes de 2007 y el bloqueo israelÃ, unos 120.000 gazatÃes trabajaban en Israel.
En 2019, Israel reanudó la concesión de permisos para hombres casados de más de 26 años que cumplan ciertos criterios de seguridad.
Estos últimos meses, tras casi un año y medio de cierre del paso fronterizo de Erez en el norte de Gaza debido al coronavirus, las autoridades israelÃes libraron 12.000 permisos, la mayorÃa de una duración de seis meses renovables.
Desde entonces, el estacionamiento del paso de control de Erez, entre Gaza e Israel, está repleto de taxis y minibuses esperándolos.
- Sin protección social -
El presidente del sindicato de trabajadores gazatÃes, Sami al Amsi, afirma que Israel podrÃa otorgar en un futuro próximo permisos a más palestinos de ese enclave. Aunque lo ve una buena noticia, pide también que se garantice una protección social en los contratos.
Actualmente, los gazatÃes solo están cubiertos ante accidentes si su empleador accede a pagar un seguro, lo que raramente ocurre, afirma la organización israelà Kav LaOved, que ayuda a este colectivo.
Hace unas semanas, un gazatà fue atropellado por un vehÃculo en su puesto de trabajo en Israel. Pero "su familia no recibió ninguna indemnización", lamenta Al Amsi.
Pero esto no asusta a Adham, un hombre de 35 años con tres diplomas en sanidad pública e informática. "No tengo exigencias, podrÃa trabajar en un restaurante, un supermercado o una fábrica", afirma.
Tampoco duda Abu Oday, que recientemente postuló para obtener un permiso.
"He trabajado durante 15 años como periodista independiente", dice este fotoperiodista de 38 años, que prefiere presentarse bajo seudónimo. "Pero no consigo ingresos decentes excepto cuando hay una guerra", añade.
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