Desde Santiago (AFP)

El sistema de pensiones chileno condena a la pobreza a miles de jubilados

Ya hay una generación de trabajadores en Chile que sólo ha conocido el sistema de pensiones por capitalización, otrora ejemplo a seguir, pero la realidad muestra una cara diferente: buena parte de los jubilados, en particular las mujeres, integran el pelotón de los pobres.

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Una anciana reza en la iglesia San Francisco en Santiago el 12 de abril de 2012 - AFP/AFP/Archivos
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Ya hay una generación de trabajadores en Chile que sólo ha conocido el sistema de pensiones por capitalización, otrora ejemplo a seguir, pero la realidad muestra una cara diferente: buena parte de los jubilados, en particular las mujeres, integran el pelotón de los pobres.

Gloria Pávez, una profesora de parvularios, optó por trabajar media jornada para dedicarle tiempo a sus hijos. Después de 34 años trabajados, su pensión es de unos 250.000 pesos (unos 359 dólares), menos de la mitad de lo que ganaba cuando estaba en activo y casi lo mismo que el salario mínimo (245.862 pesos).

Las Administradoras de los Fondos de Pensiones, las AFP, "usan tu dinero para invertir y ganar y ganar y cuando lo necesitas te salen con una mugre de plata", se queja.

Pero no todos opinan lo mismo. Klaus Smidt-Hebber, execonomista jefe de la OCDE, dice que el problema es que la contribución del trabajador para la futura pensión -un 10%- es muy baja, casi la mitad de la media del club de países más desarrollados (19,7%).

"Eso se traduce en pensiones que representan el 40-45% de los salarios", explica a la AFP.

A la baja cotización, se suma el aumento de la expectativa de vida, en particular en las mujeres, que es 6 años más que la de los hombres y se jubilan a los 60, 5 años antes que ellos.

Para este economista, acérrimo defensor del sistema, simplemente se trata de aumentar la edad de jubilación, en particular la de las mujeres y equipararla con la de los hombres, y aumentar la cotización al menos en tres o cuatro puntos.

Casi nadie está en contra de esta última medida, pero el problema está en quién asume ese aumento de las cotizaciones, si el trabajador o los empleadores que hasta ahora no ponen un centavo para las pensiones de su personal.

Por si fuera poco, entre un 2-3% de los empleadores incluso se guardan las cotizaciones que por ley están obligados a retirar del salario de sus empleados sin entregarlas a los fondos de pensiones, con el consiguiente perjuicio para los futuros pensionistas.

"Las AFP tienen que hacer seguimiento de los que no pagan", que "ojalá estuviesen castigados con cárcel", pero hay "dificultades enormes" para hacerlo, asegura Smidt-Hebber.

- gobierno prepara reformas -

El ejecutivo de la socialista Michelle Bachelet, que ya en su primer gobierno (2006-2010) introdujo un pilar solidario a cargo del estado para los cotizantes con escasos recursos, encargó en su segundo mandato un informe sobre una nueva reforma. En septiembre pasado, la denominada Comisión Bravo entregó sus propuestas, que están generando un encendido debate.

Eduardo Bustamante, exgerente de un fondo de pensiones y actualmente asesor de una compañía de seguros de vida, dice que hay "que buscar soluciones más creativas" porque lo que es cierto es que a lo largo de la vida laboral en sectores importantes de la población se producen muchas lagunas de cotización: gente que como Pávez trabaja media jornada, los que se quedan sin empleo, los que trabajan en el sector informal.

No es extraño encontrar entre profesionales liberales, educadores, taxistas o en la restauración a gente que sigue trabajando a los 80 años porque la pensión no le alcanza para vivir.

- Guerra de las administradoras de fondos de pensiones -

Como en todo negocio que se precie, las administradoras de fondos de pensiones, que gestionan 150.685 millones de dólares, libran su guerra para captar clientes a golpe de rendimientos dependiendo de la edad, salario o sexo.

Un negocio jugoso, al que se suman los seguros de vida para garantizar que el pensionista, independientemente de lo que viva, tenga asegurada una renta vitalicia. La otra alternativa es recibir mayor cantidad mensual por tiempo limitado pero cuando se terminan los fondos se acabó la pensión.

No obstante, las pensiones están supeditadas a los vaivenes de los mercados financieros internacionales, porque la mayoría de los fondos invierten en bolsa o deuda. Según datos de las superintendencia de pensiones, en septiembre pasado el valor de los fondos había caído un 7,7% con respecto al mismo periodo del año anterior por la crisis financiera mundial.

Smidt-Hebel asegura que la rentabilidad media desde la privatización del sistema de pensiones en 1981 por la dictadura de Augusto Pinochet --que redujo el estado a la mínima expresión--, hasta 2015 ha sido un 8% "real", aunque reconoce que en el futuro esto puede disminuir a la mitad.

Pese a las limitaciones del sistema, ninguno de los expertos consultados es partidario de volver al sistema distributivo, en el que el estado es el gestor y pagador de las pensiones.

"Lo que necesita es modernizarse y actualizarse", dice Bustamante, para adaptarse a la nueva realidad laboral y social de los chilenos.




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