El problema medioambiental de Madrid con su arbolado, arrasado por la nevada
Dos meses después de una histórica nevada, Madrid se encuentra con cientos de miles de árboles dañados, todo un problema medioambiental en una ciudad enfrentada a un problema crónico de contaminación del aire.
Dos meses después de una histórica nevada, Madrid se encuentra con cientos de miles de árboles dañados, todo un problema medioambiental en una ciudad enfrentada a un problema crónico de contaminación del aire.
Durante varios días de enero, los madrileños se solazaron con la nieve de la tormenta Filomena, que en 30 horas de precipitaciones ininterrmpidas dejó la mayor nevada en al menos medio siglo.
Pero disfrute aparte, el peso de la nieve acumulado en las ramas destruyó cientos de miles de árboles, en una ciudad cuyo ayuntamiento presume de sus más de 1,7 millones de ejemplares solo en espacios públicos.
"Hay 800.000 árboles más o menos que de alguna u otra manera están afectados y de esos, unos 120.000 árboles no se van a poder recuperar porque cayeron en su totalidad o porque ahora hay que talarlos", cuenta a AFP Borja Carabante, delegado de medio ambiente en el ayuntamiento de la capital de España.
La devastación fue evidente en calles y aceras, bloqueadas en algunos casos durante días por las ramas y los troncos caídos. Peor fue el balance en los parques, cerrados muchos de ellos durante mes y medio.
"Yo veía a todo el mundo muy emocionado, jugando con la nieve, pero sentí una tristeza muy grande al salir a mi calle. Mi sensación era de desastre ambiental", recuerda Pablo Fernández Santos, un ingeniero de montes que trabaja en Madrid.
La peor suerte se la llevó la Casa de Campo, una gigantesca extensión de 1.535 hectáreas en el oeste de la capital, dotada de 700.000 árboles.
Medio millón de árboles, muchos de ellos pinos, resultaron dañados, y uno de cada cinco quedó completamente destruido.
- Los árboles de hoja perenne, más dañados -
Y es que el mayor daño lo sufrieron los árboles de hoja perenne, como pinos, cedros y encinas, cuyas agujas y hojas retuvieron en más cantidad la nieve --hasta cinco o seis toneladas-- y cedieron bajo su peso.
Mejor suerte corrieron en cambio los de hoja caduca, apunta Mariano Sánchez, conservador de arbolado en el Jardín Botánico.
Los árboles "están preparados para el viento que hace en Madrid y para cuando llueve (...) Pero no están preparados para esta nevada. Fueron cargándose y la madera no fue capaz de soportar todo el peso", explica.
En el céntrico parque de El Retiro, el 70% de sus 17.400 árboles resultaron dañados, de los cuales unos mil quedaron completamente destruidos o se vieron arrancados de cuajo por el peso soportado por las copas.
- Un problema medioambiental -
La gran pregunta ahora es el impacto medioambiental que tendrá en la ciudad el daño sufrido en las numerosas zonas verdes.
Los árboles son de un gran valor para la calidad del aire, ya que retienen el dióxido de carbono y filtran la polución. Igualmente reducen el calentamiento urbano, un fenómeno pernicioso que previsiblemente irá en ambiento si se acelera el cambio climático.
Juan García Vicente, de la oenegé Ecologistas en Acción, dice que aún no está claro cuál será el impacto de la pérdida de masa vegetal sobre la temperatura, en una ciudad de clima seco y cada vez mas cálida.
"Hay bastante creencia en que el arbolado es la solución, pero hay que ir a la raíz del asunto", que es "la contaminación que hay en Madrid", explica.
"Estamos en los niveles más altos de Europa en cuanto la emisión de dióxido de nitrógeno, y eso no se arregla poniendo más árboles sino haciendo mejor transporte: transporte sostenible, transporte público, más bicicletas", enumera.
- Árboles convertidos en abono -
Expertos y operarios llevan dos meses trabajando para ver qué árboles quedaron sanos y cuáles inservibles. En el momento de más trabajo llegaron a estar ocupados en la tarea 3.500 operarios.
"Vamos camino de las 21.000 toneladas de restos" recogidos", dice a AFP Antonio Morcillo, subdirector general de conservación de zonas verdes del ayuntamiento de Madrid.
A su lado, operarios del consistorio vestidos de verde y amarillo cortan ramas de un pino dañado, y a pie de calle, una grúa despeja un ramaje que servirá de abono o para producir electricidad.
El trabajo urgente ya concluyó, pero los expertos seguirán atentos a los especímenes dañados, matiza Fernández Santos.
"Hay muchos árboles que quedan en pie, pero se quedan muy dañados (...) en el futuro pueden ser la puerta de entrada para enfermedades y plagas, entonces ese arbolado quedaría más debilitado y más vulnerable ante futuras tormentas o eventos climáticos extremos", explica.
De momento, un comité de expertos creado por el ayuntamiento está estudiando la estrategia de reforestación, que se presentará en los próximos meses, y podría incluir una menor práctica de las podas.
Mariano Sánchez, del Jardín Botánico, subraya la necesidad de árboles en las ciudades para dar sombra, quitar contaminación y generar oxígeno, y cree que las podas deberían limitarse ahora a los frutales.
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