Desde Jamestown (AFP)

El discreto café de Santa Elena

El único aspecto positivo de Santa Elena es el café, habría dicho Napoleón. Importado de Yemen en el siglo XVIII, el arábica bourbon producido en esta isla del Atlántico Sur tiene fama de ser uno de los mejores del mundo, pero es sumamente escaso y caro.

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Vista de una señal en la que se indica el camino hacia la casa de napoleón Bonaparte en la isla británica de Santa Elena, el 17 de marzo de 2015 - AFP/AFP
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"El único aspecto positivo de santa Elena es el café", habría dicho Napoleón. Importado de Yemen en el siglo XVIII, el arábica bourbon producido en esta isla del Atlántico Sur tiene fama de ser uno de los mejores del mundo, pero es sumamente escaso y caro.

"Este café tiene un gran aroma, sin sabores enmascarados, con notas afrutadas y floridas agradables, de cítricos y caramelo, que recuerdan fuertemente sus orígenes yemeníes", describe el único importador en su página web, mientras que el blog de apasionados Kawateachoc menciona "un equilibrio entre redondez y acidez".

El aislamiento de la isla británica de santa Elena, perdida en medio del océano, preservó el patrimonio genético de este café, aportado por la Compañía de las Indias Orientales en 1732.

Los cafetos de santa Elena estuvieron abandonados hasta que un puñado de apasionados los resucitó en los años 1990. Pero este reciente renacimiento estuvo a punto de malograrse con la quiebra del empresario que vendía a precio de oro su café en los almacenes de lujo Harrod's.

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Vista de un valle de la isla británica de Santa Elena, cerca de la tumba de napoleón Bonaparte, el 12 de marzo de 2015 (AFP/AFP)

Solomon & Company -una empresa pública comúnmente llamada Solomons en la isla- retomó finalmente la plantación histórica de Bamboo Hedge, y reactivó la producción artesanal.

"Retomamos la plantación de Bamboo Hedge en 2009, cuando estaba abandonada y la mayoría de los árboles se marchitaban", señala Mandy Peters, la directora general de la compañía. "Emprendimos lentamente la reconstrucción de esta plantación, tapar agujeros, podar seriamente estos grandes árboles" que pueden superar los 10 metros de altura si no se cuidan, explica.

Solomons produce entre 1 y 1,5 toneladas anuales cuando todo va bien, es decir muy poco. La producción mundial fue de 8,5 millones de toneladas en 2014. "Nuestro mercado es mundial, pero las cantidades son minúsculas", confirma Peter de Bruyne, director de St.Helena Trading, el importador británico. "Por ejemplo, la cosecha (de Solomons) es este año de 200 kg, lo cual no nos lleva muy lejos".

Todo el café de Bamboo Hedge se exporta directamente a Inglaterra antes de la torrefacción.

- 15 dólares por 50 gramos -

¿Sus clientes? Sobre todo tostaderos de café y detallistas independientes, "de la Unión Europea" -dado que Reino Unido es (un mercado) muy pequeño- a Rusia, pasando por Japón, EEUU, Corea del Sur y Taiwán".

De Bruyne reenvía al comprador interesado a dos páginas web: la primera no tiene existencias y la segunda propone su café "recomendado por Napoleón" por 10 libras esterlinas (15 dólares, 14 euros) los 50 gramos o 21 libras (31 dólares, 29 euros) los 125 g, sin gastos de envío.

En santa Elena, el café local, proveniente de productores independientes, es más barato: 6,75 libras los 125 gramos. Pero las cantidades son todavía más pequeñas.

Bill Bolton, jubilado, ha abierto un café cerca del puerto de Jamestown, la capital de la isla, donde vende su propia producción de menos de 400 kg anuales.

"Es un hobby", dice modestamente mientras muestra su pequeña plantación que baja hacia el mar. "Es muy lento y laborioso, todo se hace a mano", de los primeros esquejes a la poda de los árboles, pasando por la cosecha de las bayas rojas durante el verano, la separación de la cáscara, la fermentación, la limpieza, el secado al sol, el calibrado de los granos y, por último, la torrefacción del café en su garaje.

El mismo proceso artesanal que su vecino, que vende su café en una tienda de souvenirs de Jamestown, y que el cuarto productor de la isla, un hotelero que reserva el suyo para sus clientes.

Todo el café de santa Elena es bio, a pesar de la ausencia de certificación.

Solomons, alentado por la mayor actividad que debería provocar la apertura de un aeropuerto en la isla, tiene proyectos de desarrollo. La compañía pública ha comenzado una segunda plantación y tiene intención de plantar cafetos en un tercer terreno antes de finales de 2017.

"Esperamos por lo menos entre 3 y 5 toneladas anuales si todo va bien, con un potencial de expansión a mayor plazo", explica Mandy Peters.

Entonces, el café que tanto le gustaba a Napoleón será un poco menos escaso.



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