Desde Paradise (Estados Unidos) (AFP)

Cubrir el terror del fuego en el Paraíso perdido de California

Josh Edelson, fotógrafo en San Francisco, acaba de regresar de cubrir los gigantescos incendios en el norte de California, los más mortíferos de la historia del estado.

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Lasa brasas vuelan como el viento y las llamas del incendio Camp cerca de Paradise, California, el 8 de noviembre de 2018 - AFP/AFP/Archivos
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Josh Edelson, fotógrafo en San Francisco, acaba de regresar de cubrir los gigantescos incendios en el norte de California, los más mortíferos de la historia del estado.

El año pasado, cuando grandes incendios asolaron el norte de California, la gente pensó que se trataba de un hecho único. Habíamos tenido un mega incendio y ahora volveríamos a tener los fuegos regulares que han sido parte de la vida de California por décadas. Entonces, apareció Camp Fire.

Los números lo dicen todo. Más de 10.000 hogares quemados. Cerca de 80 personas muertas y alrededor de 700 que no han sido localizadas. Es de lejos, el incendio más mortífero de la historia de California. Simplemente es impresionante.

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Es esta toma aérea se ve un vecindario quemado de Paradise, California, el 15 de noviembre de 2018 (AFP/AFP)

La mañana que el fuego se desató, el 8 de noviembre pasado, supe que era algo grande. Un colega me envió un mensaje de texto antes de levantarme.

Había más de 400 hectáreas quemadas en una área boscosa -léase como combustible- con baja humedad y vientos de más de 80 kilómetros por hora. Condiciones muy parecidas a las que hubo durante los infiernos que se vivieron el año pasado. No había mucho que los bomberos pudieran hacer.

Cuando llegué a Paradise, a unas tres horas manejando al norte de San Francisco y al pie de las montañas de la Sierra Nevada, el fuego estaba en su pleno apogeo.

Una de las primeras cosas que vi fue un hospital envuelto en llamas. Los pacientes habían sido evacuados en camionetas. No pueden ni resguardar un centro urbano, pensé. Esto es serio.

- Pared de fuego -

En un momento me encontraba en una intersección donde los edificios de toda la esquina estaban en llamas. Había vientos de 50 kilómetros por hora. Uno podía pasar de tener una visión clara a ser incapaz de ver una mano frente a sí.

Tomé unas cuantas fotos desde el carro y me preguntaba si debía tomar algunas más, cuando un remolino de unos tres metros de ancho se vino contra mí.

Un remolino de fuego es básicamente como un torbellino de arena grande de esos que se ven en el desierto. Excepto porque en vez de polvo está lleno de brasas.

Yo estoy protegido de las brasas porque uso el mismo equipo de protección que utilizan los bomberos, pero los remolinos son muy raros e impredecibles.

Metí reversa y mientras retrocedía, un puñado de cables de electricidad cayeron justo enfrente de mi auto. Había escenas similares en todo el pueblo.

Casa por casa, negocio por negocio fueron devorados por las llamas. Locales de KFC, McDonald's, un supermercado Safeway.

Había un centro comercial, con un gran estacionamiento. Normalmente, los estacionamientos dan protección porque no hay nada que se queme. Pero no en esta ocasión, pues las llamas devoraron edificio tras edificio. Para el día siguiente, diría que el 90% del área se había quemado.

Una de las cosas que hizo a este incendio tan letal es que irrumpió en una área montañosa donde los caminos son estrechos y la gente que huía quedó atrapada en el tráfico.

Si el fuego está al lado de una carretera y no hay viento puedes conducir por ese camino, pero cuando tienes vientos que corren a 80-90 kilómetros por hora, las llamas danzan a través del asfalto y no puedes manejar sin que tu vehículo sea atrapado por el fuego.

- El miedo congelado -

La cobertura de los incendios tiene dos partes, el incendio y las secuelas. Fue ésta última parte la que realmente me golpeó.

En un momento, estábamos en una casa que había quedado destruida cuando los rescatistas levantaron un techo de metal que había colapsado encima de alguien. El cuerpo estaba completamente quemado aunque creo que era una mujer. Tenía los ojos abiertos y el miedo había quedado congelado en su rostro.

Bajé mi cámara y las manos me temblaban cuando de golpe percibí su miedo. No envié las fotografías por respeto a su familia.

Nunca deja de sorprenderme lo que el fuego derrite. Vidrios, matrículas de autos.

Lo que queda es interesante también. Llegué a través de un camino de pasto al frente de una casa consumida por el fuego. En medio había un esqueleto con una calabaza, una decoración de Halloween. La cabeza del esqueleto estaba ladeada. Fue espeluznante.

Si algo sucede una vez, podría ser una casualidad, si pasa dos podría ser el comienzo de un patrón. Ahora, hemos tenido dos mega incendios en dos años.

El consenso general en mi círculo es que esto es el comienzo de un patrón de megafuegos. Es mucho más grande de lo que habíamos visto antes y, por desgracia, podemos esperar que esto vuelva a ocurrir.




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