Desde Nueva York (AFP)

Crece el desencanto entre Donald Trump y los empresarios en EEUU

La luna de miel entre Donald Trump y el mundo empresarial se interrumpió tras la reacción considerada inadecuada del presidente estadounidense a la violencia en Charlottesville, lo que incitó a grandes empresarios a abandonar los consejos asesores del mandatario.

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El presidente ejecutivo del gigante farmacéutico Merck, Kenneth Frazier,durante un encuentro con el presidente Donald Trump y líderes de la industria farmacéutica en la Casa Blanca, en Washington, el 31 de enero de 2017. - AFP/AFP/Archivos
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La luna de miel entre Donald Trump y el mundo empresarial se interrumpió tras la reacción considerada inadecuada del presidente estadounidense a la violencia en Charlottesville, lo que incitó a grandes empresarios a abandonar los consejos asesores del mandatario.

La elección hace nueve meses de un empresario al frente de la Casa Blanca suscitó el entusiasmo de numerosos ejecutivos, pero cuando Trump puso al mismo nivel a militantes de extrema derecha y contra-manifestantes en los enfrentamientos que causaron la muerte de una mujer el sábado en Virginia (este de EEUU), algunos de ellos le dieron la espalda.

El presidente ejecutivo del gigante farmacéutico Merck, Kenneth Frazier, inició la rebelión dando un portazo el lunes en el Consejo de industria estadounidense.

Fue seguido rápidamente por Kevin Plank, presidente de la marca de artículos deportivos de moda Under Armour, y por Brian Krzanich, presidente del gigante de los chips informáticos Intel.

Scott Paul, presidente de la Alianza para la industria estadounidense, siguió sus pasos este martes explicando simplemente en twitter que: "Es lo que hay que hacer".

El sindicalismo también expresó su indignación, con la renuncia del presidente de la principal central del país, la AFL-CIO, Richard Trumka, quien también integraba el grupo de consejeros de Trump en temas industriales.

"Sospecho que otros empresarios también habrían querido protestar dimitiendo o posicionándose públicamente pero están atrapados", estima el economista Joel Naroff: "Por un lado deben maximizar la rentabilidad de los accionistas y por otro lado no pueden mantenerse indiferentes a las implicaciones sociales de sus decisiones, aunque solo sea por sus empleados".

- ¿Miedo de los presidentes ejecutivos? -

Notorios dirigentes ya se han expresado públicamente contra Donald Trump.

El pasado mes de enero varios de ellos denunciaron un controvertido decreto que limitaba la migración de algunos ciudadanos a Estados Unidos, entre ellos el presidente de Apple, Tim Cook, o el de Google, Sundar Pichai.

En junio el mediático dueño de la empresa constructora de autos eléctricos Tesla, Elon Musk, y el de Disney, Bob Iger, abandonaron varios comités asesores de Donald Trump tras su decisión de salirse del pacto de París sobre el clima.

Las partidas anunciadas este lunes tienen un tono algo más personal.

Para justificar su rechazo a seguir sirviendo al presidente, Frazier, uno de los pocos presidentes negros de una gran empresa estadounidense, señaló que los dirigentes de Estados Unidos debían "honrar" los valores fundamentales del país "rechazando claramente las manifestaciones de odio, de sectarismo, y toda reivindicación de supremacía que niegue el ideal estadounidense que estipula que todos los hombres han sido creados iguales".

Under Armour tiene su sede en Baltimore, una ciudad portuaria del este del país muy afectada por problemas de pobreza y segregación racial, donde su presidente, Kevin Plank, apoya muchos proyectos de rehabilitación.

Cuando estimó en febrero que tener un presidente "tan favorable a las empresas" era "una verdadera ventaja para el país", fue criticado por el jugador de la NBA Stephen Curry y por la bailarina Misty Copeland, dos deportistas afro-estadounidenses que exhibían los colores de su marca.

"Al dimitir, hacen de un grupo teóricamente no partidista algo más partidista, pierden la influencia que habrían podido tener", lamenta Charles Elson, especialista de gobernanza empresarial de la Universidad de Delaware.

Según él, estas partidas no tendrían ninguna influencia en las decisiones adoptadas por la Casa Blanca.

"Ningún consejero que crea sinceramente en la tradición estadounidense de un gobierno bipartidista puede creer verdaderamente que sirve actualmente para algo" estar del lado de Trump, considera por su parte Larry Summers, exsecretario del Tesoro en la administración demócrata de Bill Clinton.

"Deberían tener vergüenza de dar su apoyo moral a las palabras y a los actos de Trump", escribe en una tribuna del Washington Post.

El presidente parece no haber apreciado estos desaires.

"Por cada ejecutivo que abandona el Consejo, hay un montón que quieren tomar su lugar. Los grandilocuentes no deberían haber venido. ¡PUESTOS DE TRABAJO!", tuiteó el presidente este martes.

La víspera arremetió directamente contra Kenneth Frazier escribiendo: "Así tendrá más tiempo para dedicarse a reducir los precios completamente abusivos de sus medicamentos".

"Nadie le defendió", se sorprende Joel Naroff. Los presidentes ejecutivos estadounidenses "no son tímidos, no tienen ningún problema para hacer valer su punto de vista. ¿Tienen miedo de sus empresas, de su puesto?, se pregunta.




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