Nacimiento de san Francisco Solano

día en Perú Categoría: Religioso | 10 de marzo
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Un día como hoy, nació en Andalucía, en 1549, san Francisco Solano, quien fue un un fraile y sacerdote franciscano, que vino al Perú, para predicar el cristianismo a los aborígenes y ayudarlos en sus necesidades y carencias.

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San Francisco Solano, nació en Andalucía (España), el 10 de marzo de 1549. Fue un religioso que falleció y fue sepultado en Lima. Se le atribuyen muchos milagros. Su fiesta se celebra el 14 de julio.

Fue un fraile y sacerdote franciscano, enviado por su orden a América del Sur, donde residió por 20 años hasta su muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.

El virreinato y los superiores de la Orden residían en Lima (Perú) a donde llamaron a Fray Francisco en 1595. Llegado a Lima, fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Como siempre, se resistió todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de responsabilidad, exagerando de manera deliberada su propia incapacidad para gobernar, pero finalmente tuvo que acatar la autoridad de sus superiores.

Su obsesión por la pobreza era tal que en su celda, tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia junto con algunos otros libros. Era el primero en todo y jamás ordenó una cosa que no hiciera él antes.

Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. Sus excesivas penitencias y su espíritu de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la alegría.

Solano pasaría en Lima los últimos años de su vida. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes penitencias y pasaba noches enteras en oración. También iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su pequeño rabel y una cruz en las manos. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. Predicaba en todas partes: en los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro. Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a Dios.




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