La Lúcuma
La lúcuma (Pouteria lucuma) es un árbol de la familia de las sapotáceas originario de los interandinos del Perú. Se cultiva por su fruto, empleado en gastronomía, sobre todo en la confección de postres y helados.

La lúcuma es un árbol perenne de fuste recto y cilíndrico, que alcanza los quince metros de altura. Su madera es de color claro, grano fino y resistente. La copa es densa y de forma esférica; las hojas se concentran en el ápice de las ramas tiernas, ligeramente pubescentes, y son de forma elíptica, con la base achatada. Tienen entre 12 y 25 centímetros de largo, textura coriácea, y color verde oscuro en el envés.
Las flores se dan solitarias o en racimos de dos o tres, axilares, y de forma tubular; son pequeñas, de color amarillo o verdoso, e invariablemente hermafroditas. Muestran cinco a siete sépalos vellosos, que quedan adheridos al punto de inserción del pecíolo en el fruto, que tarda casi nueve meses en madurar desde la fertilización de la flor.
Éste muestra una semejanza superficial al persimonio: es oblongo, frecuentemente con un ápice cónico redondeado, y está recubierto por una piel delicada de color verde brillante cuando inmaduro, que vira al pardo en la madurez. Alcanza unos 15 cm de largo en las variedades cultivares, y unos 200 gramos de peso. Durante la maduración está saturado de látex; una vez listo para su consumo la pulpa es de color amarillo-anaranjado, inusualmente seca y almidonosa, y muy dulce. Contiene dos a cinco semillas ovales y achatadas, de color pardo oscuro, con un filum blanquecino a un lado.
La fruta se consume ya muy madura, varios días después de su caída; debe conservarse envuelta en paja o material similar durante este período. Tiene un sabor que recuerda al jarabe de arce, y se emplea cocida en tartas, pasteles,[2] helados,[3] batidos, , pudines y otros postres. Su consumo fresca es más raro por su peculiar retrogusto, aunque este es menos perceptible en los cultivares de mayor calidad.
Por su alto contenido en almidón, la pulpa se seca en ocasiones para su conservación; rinde una harina no perecedera, muy dulce y nutritiva, que concentra el hierro, betacaroteno y niacina contenidos en la fruta. Puede también congelarse por períodos prolongados.
La madera es liviana pero compacta, y se emplea para usos industriales y en construcción.