En Biografias

Alan García Pérez

Abogado, político, intelectual, pensador, escritor y gran orador se desempeñó como presidente del Perú al ganar las elecciones nacionales, en dos ocasiones. Ambos periodos de gobiernos muy diferentes, el primero llegando a una hiperinflación y la segunda con un gran crecimiento económico.

Alan García Pérez

Alan Gabriel Ludwig García Pérez nació en Lima el 23 de mayo de 1949, en el seno de una familia aprista de clase media. Su madre, Nytha Pérez Rojas, fue fundadora del APRA en Camaná (Arequipa) y su padre, Carlos García Ronceros, fue secretario de organización de dicho partido durante el gobierno de Manuel A. Odría.

En 1966 se une a la Federación Aprista Juvenil y recibe su carné de militante. Desde pequeño frecuentaba la Casa del Pueblo (sede principal del Partido Aprista). Fue discípulo directo de Haya de la Torre, fundador y líder del APRA. En 1980 es elegido diputado por Lima.

Gobiernos del presidente aprista

Según el artículo de Carlos Adrianzén, "Reflexiones sobre la gestión de Alan García Pérez" (2019), nos pone frente a siete cuadros. Nos limitaremos a algunos. Primera cifra, el PBI entre el 2007 y el 2011, la media entre 5% y 6%, por encima de los regímenes anteriores. La segunda, la tasa anual de inversiones, siempre de 2007 a 2011, un 14%. La tercera, "el régimen de Alan García ocupa el primer lugar en el ritmo de crecimien­to del consumo privado", un 6%. Por último, cómo disminuye en su gobierno la pobreza, y esta vez son curvas y cuadros del INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática): "en el período 2006-2011, la pobre­za decreció en 21,4 puntos porcentuales, al pasar de 49,2% a 27,8%". Una disminución significativa que expresa, de paso, la ampliación de las nuevas clases medias. Un fenómeno que no se ha vuelto a repetir. Un dato decisivo para avalar una gobernabilidad, pero por la incapacidad de sus adversarios de reconocerle alguna virtud, ese segundo gobierno se niega, o de ello no se habla.

No hay duda, hay una diferencia enorme con su primer gobierno. En los ochenta, hubo un Alan García del pasaje del sol al inti, y una inflación tal que el FMI nos declara "inelegibles". Hubo una hiperinflación. Los peruanos no lo han olvidado: comienza en septiembre de 1988 con una tasa mensual del 1722% y termina en 7694%, cuando deja el poder. Nadie olvida ese momento: 5 millones de intis, en 1991, equivalían a 5 nuevos soles. Se entiende el shock económico de Alberto Fujimori apenas inicia su gobierno. ¿Qué pasó con el joven presidente?. Fue un período difícil, se había iniciado la guerra de Sendero Luminoso contra el Perú.

Hubo una metamorfosis. Conviene asomarse a lo que pasa en el alma de AGP. Aquello ocurre tras un intervalo prolongado, de 1990 a 2006. Perseguido por Fujimori, luego de su primer gobierno, Alan parte al exilio. Se instala en Francia, vive en la Rue de la Tour, y continúa lo que siempre hizo, estudiar. Ya lo había hecho, en la Complutense de Madrid, cursos de doctorado en derecho en 1972 y 1974, y, en París, en la Universidad Panthéon-Sorbonne, una licencia en sociología de 1974 a 1977. Esta vez, bajo la tutoría de Francois Bourricaud, partidario de una mirada plural sobre las sociedades.

Su itinerario fue una permanente formación intelectual: colegio nacional José María Eguren en su adolescencia, pregrado en la Pontifi­cia Universidad Católica del Perú, y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, un título en leyes en 1971.

Los padres de Alan coinciden con las capas sociales inclinadas al aprismo, esas capas de los años treinta al cincuenta, de pocos ingresos, empleados privados o públicos, obreros urbanos, maestros de escuela. Pero muy cultos. La madre, maestra. El padre, gran organizador, Secretario General del aprismo, en prisión en gran parte de su vida. Y Alan García recibe en Perú un legado singular, la enseñanza de Haya de la Torre, que implicaba una vasta transmisión de experiencias y lecturas de la filosofía y la historia, no sólo del Perú sino de la cultura occidental.

Y en esos años de exilio, el presidente Mitterrand le pide a un brillante profesor, Alain Rouquié, socialista, que se ocupe de Alan, acaso entristecido por la lejanía. Son cosas que los franceses no hacen siempre. De alguna manera, político y hombre apasionado por el conocimiento. La prueba, su biblioteca personal, hoy en la Universidad San Martín de Porres. Los libros que había leído y anotado, van de la filosofía a la historia, de la antropología a las ciencias sociales. Alan García es, pues, un político que no tenía sobre su alma el peso de un dogma. 

Hay que apreciar que retorna, en su exilio, a una Europa de los noventa, cuando se hunde la URSS. Cosa que no lo pudo sorprender en demasía, era un antiguo vaticinio de Haya de la Torre: la Rusia de Stalin no era ni comunista ni socialista, sino un capitalismo de Estado. Alan no se vuelve un liberal. De alguna manera, era un hereje. Ni laisser-faire ni Estado empresario. Su segundo gobierno fue un equilibrio entre Mercado y Estado. Y se ocupó de invertir 350 millones de dólares para acabar con el analfabetismo. Construye hospitales: 32 culminados y entregados. Y otros 15 culminados, pero sin equipamientos.

En Lima, de nuevo presidente, puesto que no expropiaba empresas como Velasco, al contrario, llama a la inversión privada y la izquierda limeña lo ataca a fondo durante esos cinco años. Lo cual es pa­radójico, Alan García, en su segundo gobierno, mantiene lazos de amistad con el presidente Lula de Brasil, con Michele Bachelet en Chile, con la Concertación para la Democracia. Es decir, lo que podríamos llamar una iz­quierda democrática. Ese segundo gobierno no fue una taza de té. Huelgas y prensa hostil, rotación de gabinetes. Y el antiaprismo como ideología. De su persona, solo se puede decir que se casa un par de veces, y cuando tiene un hijo fuera de las normas, lo reconoce. Un intelectual fornido, muy alto, en un país de gente más bien baja. Sonriente, saludable. Lo que se llama una fuerza de la naturaleza. Alan no solo político, sino permanente escritor. Presidentes de ese nivel no abundan. Por lo demás, fue un demócrata. Y un librepensador.

En el 2016, postuló sin éxito en las elecciones generales en busca de un tercer mandato, pero esta vez en alianza con Lourdes Flores, del PPC. Sin embargo, obtuvo solo el 6 % de la votación.

En junio de 2018, la fiscalía de la nación abre una investigación por tráfico de influencias y presuntos aportes de Odebrecht a su campaña presidencial en el 2006 y por la corrupción en la adjudicación de los tramos 1 y 2 de la Línea 1 del Metro de Lima.

Fallece el 17 de abril del 2019, en su casa, luego de dispararse en la cabeza, en el momento que la policía acudía para su detención preliminar.

García publicó unos 18 libros, y entre ellos, El futuro diferente (1982), Modernidad y política en el siglo XXI. Globalización y justicia social (2003). Y en el 2013, Confucio y la globalización. La preferencia por ese pensador, un maestro, un letrado portador de una racionalidad que, con el tiempo, crece, se vuelve escuela de normas y serán el fundamento secular de la humanidad china. El libro sobre Confucio de Alan García lo han traducido en China. A García, mezquinamente, sus adversarios no le reconocieron lo que también era, un intelectual, un pensador, no solo a la cabeza de muchedumbres y masas como otros políticos peruanos.

Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]


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