Desde Taskent (Uzbekistán) (AFP)

Uzbekistán sueña con un auge tecnológico gracias al éxodo de informáticos rusos

Uzbekistán, que sufre frecuentes cortes de electricidad y el bloqueo de plataformas como Twitter y TikTok, no parece el mejor candidato para generar un auge del sector tecnológico, pero la llegada de los informáticos rusos que huyen de su país puede cambiar las cosas.

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Unos empleados del parque informático de Uzbekistán, en Taskent, trabajando el 4 de abril de 2022 - AFP/AFP
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Uzbekistán, que sufre frecuentes cortes de electricidad y el bloqueo de plataformas como twitter y TikTok, no parece el mejor candidato para generar un auge del sector tecnológico, pero la llegada de los informáticos rusos que huyen de su país puede cambiar las cosas.

Los especialistas rusos parten hacia varios países de la antigua órbita soviética desde el comienzo de la ofensiva rusa en Ucrania, para protegerse de la represión y de la crisis económica que se avecina.

En Uzbekistán las autoridades esperan aprovechar su llegada para acelerar la modernización de una economía orientada a la producción de materias primas, como el algodón o el gas.

Un día después de la entrada de las tropas rusas en Ucrania el 24 de febrero, el gobierno uzbeko puso en marcha un procedimiento simplificado para recibir a los informáticos y empresas tecnológicas rusas.

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Unos empleados del parque informático de Uzbekistán, en Taskent, trabajando el 31 de marzo de 2022 (AFP/AFP)

Este programa ofrece visados, alojamiento y ayuda para el cuidado de niños, así como exenciones fiscales a las empresas.

Ya atrajo a unos 2.000 informáticos extranjeros, afirma el gobierno.

"El país nos acogió como si fuéramos uno de ellos", afirma Anastasia Markova, una rusa de 22 años, que recientemente se convirtió en la encargada de relaciones públicas del parque informático del país, gestionado por las autoridades en la capital.

Debía casarse en Rusia en abril, pero huyó de Moscú a Tashkent con su novio, ahora empleado de un grupo domiciliado en el mismo sitio.

La pareja busca un permiso de residencia permanente. Dice sentirse cómoda en la capital uzbeka, donde el ruso sigue siendo ampliamente hablado tres décadas después de la independencia del país tras el colapso de la URSS.

- Menos popular que Georgia, Turquía o Armenia -

Pero la ley del silencio impuesta en Rusia en torno a la invasión de Ucrania pesa más allá de sus fronteras.

Anastasia se limita a decir que su salida "precipitada, como para muchos" se debe a "un conjunto de factores políticos y económicos".

Otros ciudadanos rusos contactados por la AFP después de su instalación en Uzbekistán se negaron a hablar, alegando su temor a ser identificados como críticos del régimen.

En Tashkent, el parque tecnológico acoge a más de 500 empresas que deben concretar la ambición de las autoridades de alcanzar los mil millones de dólares de exportaciones en este sector de aquí a 2028, es decir, una multiplicación por 25 con relación a 2021.

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, entre 50.000 y 70.000 profesionales del sector salieron de Rusia, estimó el 22 de marzo un grupo de presión ruso, la asociación de comunicaciones electrónicas.

Por el momento, Uzbekistán es menos popular que Georgia, Turquía o Armenia. Esto es el reflejo del retraso del país en el sector de la tecnología, ya que los cortes de energía son frecuentes, incluso en la capital.

Sin embargo, la velocidad de internet uzbeka "aumentó considerablemente", según Bajodir Ayupov, vicedirector del parque tecnológico de Tashkent.

La herramienta de telecomunicación de Skype, durante mucho tiempo inaccesible, se desbloqueó recientemente, pero las redes sociales twitter y TikTok, así como el "Facebook ruso" VKontakte siguen bloqueados en esta república autoritaria de 35 millones de habitantes.

A pesar de estas dificultades, algunos de los rusos que llegaron a Uzbekistán prefieren quedarse allí en lugar de regresar a Rusia.

"Al principio pensamos en quedarnos solo unos días, pero decidimos quedarnos más, ya que personas completamente desconocidas fueron muy buenas con nosotros", explica Olga, de 42 años, que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias.




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