Desde París (AFP)

La diáspora uigur teme que el coronavirus se propague a campos de detenidos

La diáspora uigur intenta hoy alertar sobre los riesgos de un contagio masivo del nuevo coronavirus en los campos del noroeste de China, donde cientos de miles de sus compatriotas estarían detenidos en condiciones deplorables.

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La socióloga francesa de origen uigur Dilnur Reyhann, el 3 de enero de 2020 en París - AFP/AFP/Archivos
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La diáspora uigur intenta hoy alertar sobre los riesgos de un "contagio masivo" del nuevo coronavirus en los campos del noroeste de China, donde cientos de miles de sus compatriotas estarían detenidos en condiciones deplorables.

"El pánico se está instalando. Nuestras familias están allá, atrapadas entre los campos de concentración y los virus, no sabemos lo que ocurre con ellos, si tienen que comer, si tienen mascarillas", explica la socióloga francesa de origen uigur, Dilnur Reyhan.

Una petición en Change.org y múltiples tomas de posición en las redes sociales apelan a la comunidad internacional a preocuparse por el problema, empezando por la Organización Mundial de la salud (OMS).

En esos llamados, se pide a la OMS que envíe una delegación a la región autónoma de Xinjiang, cuya capital es Urumqi.

Expertos y organizaciones de defensa de los derechos humanos acusan a Pekín de haber internado en el Xinjiang al menos a un millón de musulmanes, principalmente uigures, minoría turcófona.

China lo niega y afirma que se trata de "centros de formación profesional" para prevenir el extremismo y la radicalización mediante la enseñanza del mandarín y de competencias profesionales.

Interrogado por la AFP sobre las eventuales medidas de prevención adoptadas en esos centros, el gobierno de Xinjiang no respondió.

"Si la comunidad internacional fracasa en obtener de China medidas adecuadas para impedir la epidemia en la región, la naturaleza de su masiva red de campos de concentración y de trabajos forzados añade otra dimensión al genocidio en curso de los uigures por parte de China", proclama la petición, que pide la "liberación de 3 millones de uigures antes de la propagación de la epidemia a los campos de detención".

Si no es así "las consecuencias serán catastróficas (...) ya que las informaciones sobre esos campos dan cuenta de gran superpoblación, hambruna, trabajo forzado, abusos sexuales y tortura", prosigue

- "Desastre" potencial -

En un comunicado publicado a fines de enero, el Congreso mundial uigur (WUC) se preocupaba por los riesgos existentes en "Turkestán Oriental" (término usado por los separatistas uigures para designar al Xinjiang), y sobre todo en los campos, donde la gente es "vulnerable" y está "debilitada por el mal trato y los abusos del gobierno chino", subraya su presidente Dolkun Isa.

Esta opinión es compartida por sinólogos y expertos.

El inmunólogo francés Norbert Gualde dice en efecto "ignorar precisamente en qué condiciones viven los uigures y otros detenidos en los campos chinos".

Pero, para él, una detención no es el mejor entorno para luchar contra la enfermedad. "Hay buenas razones para pensar que su detención es sinónimo de promiscuidad impuesta, de estrés, de depresión, de miedo, todas ellas circunstancias que favorecen la transmisión del virus entre quienes están obligados a vivir confinados".

"El coronavirus podría otorgar una dimensión diferente a la crisis del Xinjiang", abundó en un tuit, tras la confirmación del primer caso de coronavirus en Xinjiang, el sinólogo Adrian Zenz.

Al 5 de febrero, 32 casos habían sido oficialmente confirmados en el Xinjiang, según la embajada de China en Francia.




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