Desde La Meca (Arabia Saudita) (AFP)

En La Meca, la perspectiva de un hach verde

El peregrinaje a La Meca, reducido este año por el coronavirus, ha dejado menores emisiones de carbono, menos basura y más gestos amistosos con el medio ambiente, lo que podría abrir la vía a un hach verde.

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Peregrinos musulmanes giran en torno a la Piedra Negra de la Kaaba, la Gran Mezquita de La Meca, en Arabia Saudita, el 31 de julio de 2020 - AFP/AFP
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El peregrinaje a La Meca, reducido este año por el coronavirus, ha dejado menores emisiones de carbono, menos basura y más gestos amistosos con el medio ambiente, lo que podría abrir la vía a un "hach verde".

Además de un dolor de cabeza logístico y de seguridad, el peregrinaje suele ser una de las mayores concentraciones religiosas del mundo y un reto para el medio ambiente.

La presencia de millones de fieles de todo el mundo en un lapso corto de tiempo y en un espacio limitado generan un tsunami para el entorno: contaminación atmosférica generada por decenas de miles de vehículos de transporte, decenas de miles de toneladas de desechos de todo tipo y un sobreconsumo de agua.

Este año, el aire es más respirable en el hach, en el que han participado una decena de miles de fieles.

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Una foto proporcionada por la agencia de prena saudí SPA el 3 de julio de 2020 muestra a un peregrino musulmán lanzando piedras durante un ritual del hach, en Mina, cerca de La Meca, en Arabia Saudita (AFP/SPA/AFP)

Pero para la militante ecologista Nuhad Awad, el impacto en el medio ambiente lo determina más "nuestro comportamiento colectivo" que la cantidad de gente.

- "Todo está limpio" -

En el hach de este año, "todo está limpio y hay pocos obreros municipales para recoger los escasos desechos", constata Azim Allah Farha, originario de Afganistán que ha realizado varias veces el peregrinaje, en el Monte Arafat, a 20 km al este de La Meca, una de las paradas rituales esenciales de la peregrinación.

Rahim Fajredin, un trabajador del servicio de recogida de basuras, recuerda las centenares de toneladas de desechos que en los últimos años dejaban los fieles en el Monte Arafat donde pasan un día para invocar la misericordia de Dios.

"Muchos trabajadores estaban movilizados para limpiar toda la basura", recuerda.

El año pasado, unos 2,5 millones de fieles participaron en el hach.

Hasta hace poco, el medio ambiente no estaba entre las preocupaciones de las autoridades sauditas.

A los soberanos sauditas que asumieron el título de "guardianes de dos mezquitas santas" de La Meca y Medina, solo les preocupaba acoger al mayor número de peregrinos.

Lo que explica las ampliaciones de estos últimos años para aumentar la capacidad de las dos mezquitas y acondicionar los lugares del recorrido de los peregrinos.

Pero en 2018, el ayuntamiento de La Meca emprendió un programa de triaje de la basura y empezó a contemplar su reciclaje.

- "Fuente de esperanza" -

Este año, pese a la drástica limitación del número de peregrinos, la municipalidad ha desplegado más de 13.000 agentes de limpieza en los lugares santos.

Enormes cantidades de basura sólida se almacenarán y su reciclaje está previsto en el marco de un proyecto en estudio.

"El hach de este año, pese a que tiene lugar en un momento difícil a nivel planetario, puede ser motivo de esperanza", dice Nuhad Awad que colabora en las campañas de Greenpeace en Oriente Medio y África del Norte.

"Da una idea de lo que podría ser (...) un peregrinaje verde", dice a la AFP.

Según ella, lo que se ha producido como consecuencia de una "fuerza mayor" debería ser en el futuro "fruto de una elección".

"Con la inversión en desarrollo sostenible y la adopción de prácticas verdes, podemos seguir viviendo nuestras tradiciones y cumplir nuestros rituales mientras mantenemos nuestro cielo despejado de polución y nuestras calles sin desechos", dice.

Esto pasaría por el uso la energía solar en el mayor exportador de petróleo del mundo que todavía no ha iniciado la transición energética.

Es el "futuro en el que deberíamos trabajar", dice la militante, optimista.




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