Desde Warrenpoint (Reino Unido) (AFP)

En la frontera irlandesa, Warrenpoint atrapada en la vorágine del Brexit

Atrapado desde hace cuatro años en la vorágine del Brexit, el puerto norirlandés de Warrenpoint, que a partir del 1 de enero se convertirá en frontera de facto entre el Reino Unido y la Unión Europea, se pregunta aún cómo y para qué prepararse.

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En esta foto se ve la ciudad fronteriza de Warrenpoint, asentada al lado de Carlingford lough, con Irlanda del Norte a un lado y la República de Irlanda al otro, el 15 de diciembre de 2020. - AFP/AFP
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Atrapado desde hace cuatro años en la vorágine del Brexit, el puerto norirlandés de Warrenpoint, que a partir del 1 de enero se convertirá en frontera de facto entre el Reino Unido y la Unión Europea, se pregunta aún cómo y para qué prepararse.

Permanentemente sumida en el zumbido de los transbordadores, la localidad se encuentra en la frontera con la República de Irlanda y fue escenario en 1979 de un atentado con bombas del IRA en que murieron 18 soldados británicos, el ataque más sangriento contra las tropas registrado durante las tres décadas de conflicto en Irlanda del Norte, que dejaron más de 3.500 muertos.

"Desafortunadamente estamos en Warrenpoint justo en medio de una plétora de problemas, viejos y nuevos, en torno al Brexit", dice a la AFP el presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad, Mark Kelly.

Como copropietario de un negocio mayorista cuya mercancía procede al 70% de la UE, ha pasado más tiempo que la mayoría reflexionando sobre el futuro tras el fin del período de transición posbrexit el 31 de diciembre.

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Mark Kelly, el jefe de la cámara de comercio de la ciudad posa en el patio de la empresa de suministros Kelly en la ciudad fronteriza de Warrenpoint, asentada al lado de Carlingford, con Irlanda del Norte por un lado y la República de Irlanda por el otro, el 15 de diciembre de 2020. (AFP/AFP)

- Frontera históricamente conflictiva -

Tras el referéndum de junio de 2016, en el que los británicos decidieron por 52% abandonar la UE, las conversaciones entre Londres y Bruselas se toparon rápidamente con la espinosa cuestión de la frontera irlandesa, que corta en dos el estuario de Warrenpoint.

Esa línea de 500 kilómetros entre la provincia británica y el país vecino, miembro de la UE, se ha desdibujado en gran medida desde que cesó la violencia entre republicanos católicos y unionistas protestantes con el Acuerdo de Paz del Viernes Santo de 1998.

Durante el conflicto, la frontera fue un importante punto de fricción: en las afueras de Warrenpoint, el lugar del atentado sigue marcado por una fila de coronas de amapolas.

"Irlanda del Norte ha estado en plena vorágine del Brexit desde el principio", afirma Jane Morrice, exrrepresentante de la Comisión Europea en la región.

En opinión de esta mujer que participó en el acuerdo de paz, "la mayoría en Gran Bretaña no entendía el impacto que la frontera tendría en la negociación" del Bréxit.

El Reino Unido y la Unión Europea llegaron finalmente a un acuerdo para evitar reinstaurar una frontera física en la isla, mediante un sistema que mantiene a Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera y del mercado único europeo.

Pero, en Warrenpoint todos se preparan para cambios sustanciales.

Su puerto, el segundo más activo de la región, se convertirá en una frontera de facto entre el Reino Unido y la UE, ya que se harán aquí los controles normalmente realizados en las infraestructuras aduaneras que nadie quiere ver reaparecer.

- Prepararse pero ¿para qué? -

Desde la oficina, en el centro de la ciudad, de la empresa de transporte de mercancías Trans Europe Express se puede oír el tráfico de los camiones llevando y trayendo contenedores del puerto.

Un estruendo que Ryan McGovern teme dejar de oír a partir del 1 de enero.

"Mi padre fundó la empresa en 1990 y una de sus principales motivaciones fue la desaparición de los controles aduaneros", explica. "Desgraciadamente ahora con el Brexit, estamos viendo un retorno de esos controles", lamenta.

Hasta la semana pasada, cuando Bruselas y Londres llegaron a un acuerdo para gestionar de forma práctica el comercio con Irlanda del Norte, estaba poco claro cómo funcionaría el sistema.

Dicho acuerdo concede a los importadores de alimentos un período de gracia de tres meses antes de que se establezcan los controles alimentarios y prácticamente elimina la perspectiva de que se apliquen aranceles a los productos destinados al mercado de Irlanda del Norte.

El acuerdo trajo por fin algo de claridad para el futuro de la región. Pero en Warrenpoint, tras cuatro años de cambios e incertidumbre, los empresarios aún se sienten mal preparados para el 1 de enero.

"De momento, el consejo que he recibido del ministro de Empresa es 'prepárese'", dice el contable Adrian Markey. "Pero en realidad no hay contenido. ¿Para qué nos preparamos?", se interroga.




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