El fango, gran ausente de la 49ª edición de Glastonbury
Las carpas estaban plantadas y los participantes maquillados el viernes a la espera de que las primeras cabezas de cartel tomasen los gigantescos escenarios de la 49ª edición del festival británico de Glastonbury... pero ¿dónde están las inevitables mareas de fango?
Las carpas estaban plantadas y los participantes maquillados el viernes a la espera de que las primeras cabezas de cartel tomasen los gigantescos escenarios de la 49ª edición del festival británico de Glastonbury... pero ¿dónde están las inevitables mareas de fango?
Organizado cada año en la lluviosa región inglesa de Somerset, "Glasto" acoge desde 1970 a decenas de miles de personas sin miedo a recorrer durante cinco días sus 350 hectáreas de campos, transformados en escenarios al aire libre, con barro hasta las rodillas.
En 2007, llegó a llover hasta 60,1 milímetros en un día, un récord desde 1910 en Glastonbury.
Imprescindible para sobrevivir: usar botas de caucho, convertidas en elemento esencial en uno de los mayores festivales de música del mundo.
Pero este año, Rory Davidson, un banquero de 48 años con 17 ediciones en su haber, que en ocasiones anteriores ha visto tiendas de campaña hundidas en "un metro" de barro, las dejó en casa por primera vez.
John Noble, asesor tecnológico de 36 años, hizo lo mismo aunque conoce los riesgos. En 2004, "joven e ignorante", vino sin botas de agua y pasó los cinco días empapado, con los pies metidos en bolsas de plástico.
"Con el barro, se tarda el doble de tiempo en ir del punto A al punto B, no te puedes sentar... es agotador", dice a la AFP, disfrutando este año del sol con una camisa de flores ligeramente abierta.
Cuando llueve, "te quedas literalmente atrapado en el barro, sólo mueves la parte superior del cuerpo", explica riendo Louis Mole, cineasta de 29 años. El "barro añade carácter" al festival porque "tienes que darlo todo" pero "es más bien un alivio cuando se acaba", agrega.
El viernes por la noche esperaba "tener más libertad" de movimiento para ver a Lauryn Hill y luego al rapero Stormzy, en el escenario de la Pirámide y pasar, entre ambos, por la zona de West Holts donde debía actuar el dúo electro Maribou State.
- Estaciones "trastornadas" -
La relativa sequedad del suelo este año "tiene un vínculo" con la ola de calor que sacude actualmente Europa y, por lo tanto, con el cambio climático, asegura a la AFP Nicky Maxey, portavoz del Servicio Meteorológico británico.
Según afirma, estas temperaturas calurosas "provienen del sur de Europa": hasta 30 grados el viernes, frente a una media de 19 grados en junio en la región.
En opinión de Ronan McNern, portavoz de Extinction Rebellion, un movimiento de revuelta contra la inacción ante el calentamiento global, la ausencia de barro "demuestra que el ritmo de las estaciones está trastornado" y eso es "preocupante".
Pero aún sin lluvia ni fango, muchos festivaleros siguen calzando las famosas botas.
Las "wellies", como las llaman los ingleses, no se usan solo debido a la meteorología, dice Leona Vaughan, actriz de 24 años. Son "muy cómodas" y constituyen "un modo de reconocerse", afirma, explicando que forman parte de un código como maquillarse los ojos con purpurina.
"¡Es el Glastonbury chic!", bromea por su parte Anne Price, de 25 años, que vino por primera vez al festival con 15 amigos de Londres y Oxford, todos con sus inevitables botas de agua.
"Aunque hace calor, y casi me gustaría usar sandalias, nunca se sabes lo que vas a encontrarte en un festival. Incluso cuando el sol brilla, los campos pueden estar mojados", asegura Shalini Rawlley, de 32 años, que lleva un vestido multicolor con lentejuelas y orejas de gato.
"Así que si tienes que llevar botas, más vale llevar unas bonitas, modernas y divertidas", agrega esta empleada de una organización benéfica que luce unas "wellies" estampadas de color rosa. "Mi estilo está hecho de cosas que brillan, sirenas, unicornios... Todo lo que es mágico. Si no me lo pongo para un festival, ¿cuándo me lo voy a poner?".
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