Desde París (AFP)

El baño de Año Nuevo en Europa, una tradición helada

De Edimburgo a Lisboa, pasando por Berlín, los bañistas más temerarios de toda Europa se arrojaron el martes a aguas heladas para celebrar el primer día del año.

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Participantes en el tradicional baño de Año Nuevo en el mar Báltico, en Ystad, en el sur de Suecia, el 1 de enero de 2019 - AFP/TT NEWS AGENCY/AFP
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De Edimburgo a Lisboa, pasando por Berlín, los bañistas más temerarios de toda Europa se arrojaron el martes a aguas heladas para celebrar el primer día del año.

La temperatura del agua es de entre "9 y 10 [grados]. ¡Pero está bien! ¡Sienta bien!", declara Claudy, que participa con cerca de otros 1.000 bañistas en el rito anual en Malo-les-Bains, una estación balnearia ubicada en el norte de Francia.

Justo a mediodía, los bañistas corrieron hacia las aguas heladas, algunos se metieron solo hasta las piernas, con una copa de champán en la mano, mientras que otros se zambulleron completamente y varias veces.

Para retar a las olas, la mayoría se vistieron con disfraces excéntricos, desde capas de superhéroes hasta pelucas o chalecos amarillos (en referencia al movimiento de protesta social de los "chalecos amarillos" en Francia).

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Bañistas corren hacia el mar para el baño de Año Nuevo en Norderney, en Alemania, el 1 de enero de 2019 (AFP/dpa/AFP)

En La Haya, en Holanda, fueron cerca de 10.000, según los organizadores, los que participaron al tradicional chapuzón de Año Nuevo.

Más al norte, en la isla de Nordeney, frente a las costas alemanas, 500 bañistas, pequeños y mayores, se lanzaron a las aguas del mar del Norte.

Con una temperatura de cinco grados, fueron muchos los que se quedaron con sus abrigos en la playa para inmortalizar la hazaña con la cámara de sus teléfonos móviles.

En la capital alemana, solo los aficionados osaron desafiar al frío el martes. Once miembros del club de natación de invierno "Berliner Seehund" (Las focas de Berlín) chapotearon sonrientes en el agua refrigerada del lago Oranke.

Por placer, pero también por una buena causa: en South Queensferry, cerca de Edimburgo, cientos de personas saltaron al estuario del río Forth durante el "Loony Dook". Este baño anual, creado por dos amigos en 1987 para intentar recuperarse de los excesos de la víspera, permite hoy recaudar fondos para organizaciones benéficas. Todo en un ambiente festivo.

Los vestidos de noche reemplazaron a los trajes de baño y un doble de Donald Trump posaba para las fotos.

En el sur de Europa, en la playa portuguesa de Carcavelos, a las afueras de Lisboa, los bañistas también dieron muestras de su ingenio: Papás Noel, prisioneros y jugadores de fútbol disfrutaron juntos de su primer baño.

La víspera, en el Cap d'Agde (sur de Francia), varios franceses se sumergieron desnudos en el mar Mediterráneo para decirle adiós a 2018.




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