Desde Ciudad de Panamá (AFP)

Centenarios panameños reviven un siglo en la historia del Canal

Escudriñando en sus recuerdos, Mery, Alberto y Adaljisa cosen a retazos un trozo de la historia mundial. Ellos y el Canal de Panamá tienen algo en común: 100 años de edad.

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Doctor Alberto Calvo, de 102 años durante una entrevista con AFP el 13 de agosto de 2014 en la ciudad de Panamá - AFP/AFP
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Escudriñando en sus recuerdos, Mery, Alberto y Adaljisa cosen a retazos un trozo de la historia mundial. Ellos y el Canal de Panamá tienen algo en común: 100 años de edad.

Sentado en una silla de ruedas en la sala de su casa en una zona cercana a la vía, el doctor Alberto Calvo mira con sus ojos grises un punto perdido en la pared... o en el tiempo: "En esa época Estados Unidos tenía control completo del Canal. Hoy Panamá y el mundo son otra cosa", dice a la AFP con lucidez.

Con sus manos temblorosas muestra el libro en que reseñó el desarrollo de la salud desde que Panamá nació en 1903 como país independiente por el interés de Estados Unidos de abrir la ruta.

Ahí está su aporte a la lucha contra la malaria, fiebre amarilla y tuberculosis, causantes de la mortandad en que se habían cimentado las obras del Canal.

"Los franceses no pudieron con el paquete", ríe el viejito vivaracho hablando de Ferdinand de Lesspes, quien empezó a construirlo en 1881 y ocho años después fracasó por problemas técnicos, financieros y las enfermedades tropicales que mataron a más de 20.000 obreros.

- Vívían como reyes -

Haciendo realidad el sueño de unir a los océanos Pacífico y Atlántico, Estados Unidos empezó a construir el Canal en 1904 y el 15 de agosto de 1914 comenzó a funcionar.

"Los dos estamos de cumpleaños", se presenta Mery Arze, con un elegante vestido azul sobre el que cae un collar de perlas. Parece una reina en una butaca de su apartamento, desde cuyos ventanales se aprecian los rascacielos de la capital.

Sus recuerdos vienen con claridad admirable. "Panamá está muy adelantado, pero me gusta más el de antes: el romántico, el de los paseos a la playa a esperar que saliera la luna, el de los coches y carretas, de las casas y ventanas abiertas", dice con nostalgia.

Sin embargo, era una época dura, tiempos de la primera y segunda guerra mundial y de la Guerra Fría. Estados Unidos tenía control a perpetuidad del Canal y de una zona de 1.380 km2 donde instaló un enclave con gobierno propio, formó dictadores y expandió su influencia en América Latina.

Allí, en la llamada "Zona del Canal", donde hoy está la casa de Alberto, Adaljisa iba todos los días a lavar y planchar los uniformes de los militares estadounidenses y sus familias que vivían como reyes. "Los barcos se veían de lejos", recordó.

"Los policías gringos nos preguntaban a la entrada qué íbamos a hacer, dónde trabajábamos. Para mí no era muy correcto porque éramos panameños y estábamos en nuestro país", dice en silla de ruedas en su modesto apartamento en la barriada El Carmen, en el centro.

De esa época conserva certificados de reconocimiento del Canal Zone Government por más de tres décadas de servicio en la lavandería, uno de ellos con la foto del presidente Theodore Roosevelt. Tambien tiene una cicatriz de quemadura de plancha en su brazo derecho.

- ¡Tanto cosa que ha pasado! -

Aunque vagamente, los tres recuerdan aquel 9 de enero de 1964 en que 23 panameños murieron en las protestas que estallaron cuando estadounidenses destrozaron la bandera que quisieron izar estudiantes en la Zona del Canal.

"Me pasó una bala por aquí cerquita que me dejó la cabeza aturdida. Pero nunca falté a trabajar", cuenta Adaljisa, imitando chistosamente el silbido del proyectil.

Hablan de la dictadura militar de casi dos décadas y de las bombas que escucharon caer en la invasión estadounidense que derrocó al exdictador Manuel Noriega, hoy un anciano preso en una cárcel a orillas del Canal.

Pero una sonrisa común aflora cuando recuerdan aquel 31 de diciembre de 1999, en que Estados Unidos terminó de entregar el Canal, cumpliendo con los tratados que firmó en 1977 el líder nacionalista, general Omar Torrijos, con el presidente Jimmy Carter.

"Fue un día grandioso, celebramos día y noche. Se creyó que los panameños no éramos capaces de manejarlo y se ha hecho divinamente", relata Mery.

Adaljisa no terminó la primaria, su madre murió cuando ella era muy niña, nunca se casó porque vio de chica a una mujer parir y vive con su sobrina. Mery se casó con el "amor de su vida", se dedicó a sus hijos y goza de decenas de nietos y bisnietos. Ambas dicen ser muy felices.

"Yo le di cuatro veces la vuelta al mundo con una novia en cada puerto. Para mi esposa... un secreto de Estado. Tanta cosa que ha pasado: son 100 años", se carcajea Alberto, dejando una invitación abierta para observar algún día su colección de estampillas.




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