Desde Kabul (AFP)

Afganistán y Toyota Corolla, una improbable y duradera historia de amor

En Afganistán hay pocas cosas seguras: los ejércitos van y vienen, los gobiernos emergen y caen... Pero si existe algo fiable en este país es que al girar la llave de contacto de un Toyota Corolla, su motor responderá.

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Un trabajador de un concesionario de segunda mano limpia un Toyota Corolla en Kabul, el 25 de abril de 2023 - AFP/AFP
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En Afganistán hay pocas cosas seguras: los ejércitos van y vienen, los gobiernos emergen y caen... Pero si existe algo fiable en este país es que al girar la llave de contacto de un Toyota Corolla, su motor responderá.

Este modelo japonés no es el vehículo más glamuroso, pero es fiable y se considera el coche más popular del mundo, con hasta 50 millones de unidades producidas desde 1966.

Robusto, sencillo y asequible, el Corolla está perfectamente adaptado a un país donde las carreteras se convierten en sendas abruptas, las reparaciones dependen de irregulares cadenas de suministros y décadas de penurias han llevado a una mentalidad de "valerse por uno mismo".

"Estos coches siempre han estado para la gente", asegura el mecánico Mohammad Aman. "Si trabajas con estos coches, te pueden llevar a cualquier lugar".

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Un taxista de Kabul espera clientes junto a su Toyota Corolla, el 25 de abril de 2023 (AFP/AFP)

"El Corolla es rápido, su carrocería es dura, funcionan bien", dice este hombre de 50 años a la AFP. Otros modelos "son endebles como el papel", asegura.

En Afganistán, los Corolla están por todos lados.

Flotas enteras de este coche se venden en aparcamientos vigilados por oxidados vehículos militares soviéticos. Destartalados taxis de este modelo pasan junto a humvees inmovilizados desde la retirada de las fuerzas estadounidenses en 2021.

Incluso al trepar una montaña en un poderoso todoterreno, puedes verte adelantado por un intrépido conductor al volante de un Corolla.

Es tan popular que se ha hecho un lugar en el vocabulario popular: "Beautiful Corolla" (bonito Corolla) se ha convertido en un eufemismo para los agobiantes atascos en Kabul.

- Parte de la historia -

Los Corolla inundaron Afganistán tras la retirada de las tropas soviéticas en 1989 y han formado parte desde entonces de la historia del país.

Cuando Estados Unidos lanzó sus bombardeos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el fundador de los talibanes, el Mulá Omar, huyó de Kandahar en un Corolla blanco.

El vehículo se enterró en 2001, pero fue recuperado hace un año "todavía en buen estado", dijo un portavoz del gobierno, que planea exponerlo públicamente "como un gran monumento histórico".

Barato y fácilmente camuflable entre el resto de vehículos, el Corolla también fue habitualmente la elección de los insurgentes talibanes para realizar ataques bomba.

Y en 2022, cuando Estados Unidos ya se había retirado, los talibanes en el poder presentaron como un símbolo de progreso un nuevo coche deportivo diseñado en Afganistán.

Pero detrás de su reluciente y aerodinámico exterior se escondía la mecánica de un modesto Corolla.

- "Una debilidad especial" -

Pero sobre todo es un vehículo para el día a día. En todas partes se ven extensas familias afganas amontonándose en sus interiores, superando claramente el número de ocupantes permitidos.

"En otros países, todo se usa de la forma que es debida", dice el comerciante de coches Azizullah Nazari. "Pero en Afganistán, la gente no se preocupa por estas normas".

El distribuidor importa Corollas para todos los presupuestos, de 1.500 hasta 14.000 dólares.

El origen es dispar: uno procede de Canadá, pero su interior está forrado con periódicos coreanos y su matrícula es de Ghana. Otros tienen una pegatina de una universidad de Estados Unidos o un escudo de armas alemán.

En cualquier caso, todos los caminos los llevan a Afganistán, donde "la gente tiene una debilidad especial por el Toyota", insiste.

En Shuhada-e-Salehin, una jungla sin asfaltar de recambios automovilísticos que es el principal mercado de reparaciones de Kabul, este modelo es apreciado por su fiabilidad.

En el tráfico vespertino de la capital, el taxista de 27 años Naqeebullah conduce un Corolla tres años mayor que él.

El joven estima que un 80% de los vehículos en circulación son iguales al suyo.

"Ningún coche ha dado resultado aparte del Toyota Corolla", afirma.

De su espejo retrovisor cuelga una elocuente estampa: "Glorificado sea el que ha hecho que este medio de transporte esté a nuestra disposición".




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