Juan Manuel del Mar Bernedo
Político y magistrado ocupó varios cargos públicos, así como el de presidente interino del Perú durante el segundo gobierno de Ramón Castilla, que dejó el cargo temporalmente durante la guerra con el país norteño de Ecuador.

Nacido en la ciudad del Cusco en 1805, Juan Manuel del Mar Bernedo representa una vida entregada a la república, la política y la función pública, de la que se conoce muy poco. Esta reseña busca aproximarse a la vida y la acción del abogado, ministro de Estado y presidente del Consejo de Ministros, vicepresidente constitucional, y presidente encargado de la República en un momento de tensión con el Ecuador. Del Mar fue, además de candidato presidencial derrotado y enfermo, magistrado del Poder Judicial, al tiempo que diputado y senador, honrado por sus pares como integrante del Consejo de Estado y maestro masón.
Del Mar Bernedo, también Del Mar y Bernedo, o Bernedo, según los registros, pertenece a un mundo en construcción, en donde las tensiones políticas y militares no terminaban de asentarse, y la vocación de servicio público, más que una carrera, constituía una apuesta sobre el porvenir.
Del Mar es testigo excepcional de una política al galope: de bandos, de inseguridades, de caudillos, de hombres de uniforme y de desconfianza. Su padre, Pablo del Mar y Tapia, fue notario de la Real Audiencia del Cusco, considerado como un “hombre rico y poderoso”, quien —con la llegada de la república— se convierte en el escribano Mayor del Gobierno y diputado por Paruro. Fue, además, uno de los 52 diputados “persas” que firmaron la petición al Consejo de Gobierno para disolver el Congreso de 1826, por considerar que “la sola presencia del Libertador [Bolívar] era signo inequívoco de lo superfluo del Congreso”.
Su vida política se inicia desde una temprana edad, destacando como un abogado y joven político. En 1822, a sus 17 años, Del Mar ya impartía la cátedra de Filosofía en el colegio de San Antonio Abad. Se recibiría de abogado en 1827 y, como doctor en Jurisprudencia, sería admitido en el Colegio de Abogados en 1830. Su formación se produce en medio de un contexto de cambio y transformación social, política y jurídica de la República.
Bajo “la madre de todas nuestras constituciones”, la de 1828, el abogado Juan Manuel del Mar participó del proceso electoral de 1832. Tenía 27 años y fue electo diputado para representar a la provincia de Paucartambo, Cusco, siendo uno de los 69 diputados titulares. En el año 1834, Juan Manuel del Mar continúa como diputado suplente para la Convención Nacional, instalada el 12 de septiembre de 1833.
Las inquietudes del abogado Del Mar lo llevarían por el camino de la justicia y su servicio. Así, en 1833, se integra a la judicatura como parte de la Ilustrísima Corte Superior de Justicia del Cusco, destacándose dentro del listado de jueces de la Primera Instancia para el Cusco y Paucartambo. Su vida se caracterizó por un tránsito entre la política y la magistratura, pues será al mismo tiempo suplente de la Convención Nacional de 1833.
Hacia 1837, la carrera jurisdiccional del Sr. D. D. Manuel del Mar continúa en ascenso. Para entonces, integra la Ilustrísima Corte Superior de Justicia de Lima, la que preside el Sr. D. D. Julián Piñeyro. Allí comparte escena con el Sr. D. D. José Maruri de la Cuba, viejo conocido de su padre en el primer Municipio republicano del Cusco de 1824, futuro presidente de la Corte Suprema (1841- 1842) y senador por Cusco (1845-1852), elector de los miembros del Consejo de Estado, del que precisamente Del Mar Bernedo sería parte.
Como parte de sus labores en la administración de justicia, a Del Mar se le designa presidente de la Junta Censoria de Imprenta, siendo vocales de la misma José Nicolás Garay y Cayetano Heredia. También, en el año de 1837, integrará el Tribunal de Tercera Instancia de la Corte Marcial de los Tribunales Militares.
Hacia el año 1838, el magistrado Manuel del Mar continúa en la Ilustrísima Corte Superior de Justicia de Lima, así como en el fuero de la justicia militar como vocal del Tribunal de Tercera Instancia de la Corte Marcial, presidido por el Gran Mariscal José de la Riva-Agüero.
Del Mar seguiría en la judicatura hasta 1858. Precisamente en este tiempo, fue cuando —en su condición de vocal de la Corte Suprema de Justicia— la ley del 23 de octubre lo proclamaría vicepresidente constitucional.
La carrera judicial de Del Mar resulta de la máxima relevancia, pues lo muestra como un hacedor de una cultura jurídica que proviene no solo del imaginario liberal revolucionario, sino que construye los parámetros de los derechos de aquellas primeras décadas de la República. Al respecto, se extrañan conocer sus fallos y opiniones, los mismos que merecerán una investigación posterior sobre su pensamiento jurídico.
A sus 40 años, el magistrado Juan Manuel del Mar retornará a la política como senador por Cusco en la elección de 1845, integrando —además— la Directiva, presidida por Salazar y Baquíjano, como secretario suplente, puesto privilegiado para comprender el juego de la política desde una mirada más reflexiva.
En las elecciones de 1851-1852, Manuel del Mar y Bernedo será electo diputado por Aymaraes, Cusco. Lo mismo ocurre para las elecciones de 1853, siendo uno de los 80 diputados titulares. Para 1858, será diputado suplente por Paruro, circunscripción electoral de su padre en el año 1926.
El 4 de septiembre de 1847, Del Mar abandona el Consejo de Estado. No obstante, solo dos días después, el lunes 6, el Congreso lo reelige como el miembro más votado del Consejo de Estado con 47 votos, seguido de Manuel Mendiburu con 46 y Mariano Blas de la Fuente con 40 votos. Los demás obtuvieron menos de 40 votos y una nueva sesión tuvo que ser convocada. En suma, Del Mar sería elegido entre sus pares como miembro del Consejo de Estado desde 1845 a 1851.
Más tarde, entre 1855 y 1858, Del Mar será convocado como ministro de Estado por el presidente Ramón Castilla. Como tal, fue reconocido por su apego a la ley y el derecho, así como por buscar la paz antes que cualquier conflicto, espíritu que luego le traería una aludida desconfianza por parte del jefe de Estado.
A mediados de 1858, fue responsable de la Presidencia del Consejo de Ministros. Posteriormente, considerando su situación de salud, así como familiar, Del Mar pide se admita su renuncia a las carteras ministeriales que mantenía a su cargo.
Sin embargo, el 12 de agosto de 1858, el Congreso Extraordinario sesionó proclamando a Del Mar como vicepresidente de la segunda Administración Constitucional de Castilla. Como tal, Del Mar tendrá ideas propias que, reflejando su apego a la ley y a la Constitución, supondrán una distancia del mandatario.
Posteriormente, con ocasión del conflicto con Ecuador, se emite el Decreto del 28 de septiembre 1859, el cual determina que el vicepresidente Del Mar asuma el mando, debido a que el presidente Castilla tiene que liderar “el mando de las fuerzas terrestres y navales, como general en jefe del Ejército y la Armada”. En estricto respeto a la Constitución vigente y a lo señalado en sus artículos 84 y 88, Del Mar asumiría la presidencia desde el 29 de septiembre de 1859 hasta el 22 de marzo de 1860, que fue cuando regresó Castilla.
La salud de Del Mar no le permitió ejercer por segunda vez la presidencia, excusándose de dicha responsabilidad conforme obra en el Decreto del 28 de julio de 1860, mediante el cual el presidente Castilla encargó el mando del gobierno al Consejo de Ministros por encontrarse él y el vicepresidente Juan Manuel del Mar delicados de salud.
En las elecciones de 1862, el cusqueño Del Mar —abogado, juez, diputado, senador, ministro, vicepresidente y presidente interino— fue uno de los candidatos que disputaban la presidencia como independiente.
En aquella elección, también competían el gran mariscal Miguel San Román y el general de brigada Juan Antonio Pezet. San Román contaba con el favor de Castilla —quien siempre “impuso a sus sucesores”—, por lo que Pezet abandonó su candidatura para sumarse a dicha plancha presidencial.
Del Mar, a quien no se le conoció más prestigio que el de su acción pública, pobre de dinero y con una salud deteriorada, fue derrotado.
Fallece en Lima en junio de 1862. Su testamento permitió conocer la real situación económica de este hombre de Estado. Treinta y cuatro años más tarde, el Congreso les otorgaría a sus hijas Emilia e Isabel un derecho de pensión, conforme a la Resolución Legislativa del 2 de noviembre de 1896.
Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]