Biografias

Hipólito Unanue

Hipólito Unanue fue uno de los grandes líderes peruanos en la lucha por la Independencia de nuestro país, participando activamente al lado de José de San Martín y Simón Bolívar.


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Un criollo que nació en Arica

Don Hipólito Unanue nació en Arica el 13 de agosto de 1755. Su padre fue don Miguel Antonio de Unanue y su madre doña Manuela Pavón. Arica, en ese tiempo, pertenecía al Perú, pero estaba a pocos años de ser escindida de su Madre Patria. En Arica inició el niño Hipólito sus estudios con profesores particulares, como era moda en ese tiempo entre las familias criollas. Luego, se trasladó a Arequipa para estudiar en el Seminario San Jerónimo, donde llegó a tener el grado de bachiller en Artes.

Se hizo médico en Lima

En el año 1777 la familia se trasladó a Lima, donde el joven Hipólito estudió en la Universidad Mayor de San Marcos, obteniendo el grado de bachiller en Medicina en el año 1783. En ceremonia pública muy solemne, hizo el juramento para ejercer la profesión de médico, contando con la asistencia de familiares y altas autoridades políticas, académicas y eclesiásticas. En la universidad de aquellos tiempos, muy pocos llegaban a aprobar la tesis, por lo que causó un gran beneplácito saludar al graduado Unanue. En el año 1788 ingresó como profesor a la Universidad Mayor de San Marcos y se hizo cargo de la cátedra de Método de Medicina.

Sociedad Académica de Amantes del País

Participaba de las tertulias de la Lima culta y bohemia, sobre todo en las que hacía doña Manuelita Orrantia, que eran las más animadas, departiendo no solo conocimientos sino momentos de frivolidad. Hipólito Unanue era de las personas cuya presencia era muy solicitaba y apreciada. Al darse cuenta de que faltaba una organización que sacara de esas tertulias los conocimientos del Perú y las hiciera públicas, en el año 1790 funda la Sociedad Académica de Amantes del País. En dicha iniciativa contó con el patrocinio de la Universidad Mayor de San Marcos. Esta se convirtió en sede de dicha sociedad. Para ello en todo momento tuvo el apoyo de su rector, don Tomás de Orrantia, pariente de Manuelita Orrantia. Unanue asumió el cargo de secretario de la Sociedad Académica de Amantes del País. Mientras tanto, a través del “Mercurio Peruano”, se empezaron a difundir las ideas de los integrantes de la reciente sociedad. Unanue escribía bajo el seudónimo de “Ariosto”.

En su primer número, bajo el título de “Idea general del Perú” se describen los aspectos históricos y geográficos más importantes. En otras páginas se da cuenta de las misiones franciscanas que estaban ubicadas a orillas de los ríos Huallaga, Marañón y Ucayali, y que estaban bajo la dirección de los padres Manuel Sobreviela y Narciso Girbal. Por primera vez, el lector peruano o extranjero se enteraba de las cosas que había en el Perú y de las que se habían hecho antes, porque se relataban las características de los monumentos arqueológicos existentes.

Anfiteatro Anatómico

Preocupado por la difusión de la medicina, su profesión, acudió ante el virrey Francisco Gil de Taboada y Lemus (1790-1796) y lo comprometió a fundar el Anfiteatro Anatómico, donde médicos y estudiantes comenzaron a practicar y observar con sumo interés la disección de cadáveres.

Cargos y encargos realistas

Por su reconocido conocimiento sobre el Perú y su medio ambiente, en el año 1792, fue nombrado Cosmógrafo Mayor del Reino, por lo que se constituyó en uno de los consejeros más importantes del virrey Francisco Gil de Taboada y Lemus.

Entre 1793 y 1797, editó la “Guía política, eclesiástica y militar del Virreinato del Perú”, una de las pocas publicaciones sobre la administración del Virreinato, seguramente una secuela de sus investigaciones como Cosmógrafo Mayor del Reino.

En el año 1805, Unanue expresa una vez más sus dotes de enciclopedista al publicar su obra: “Observación sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el hombre”. Allí, por ejemplo, se ocupa de la hoja de coca y dice lo siguiente: “Los hechos relativos a los cuerpos enfermos que ofrece la experiencia en el uso de la coca son estos: afianza y conserva la dentadura; tomada en forma de té, mueve la transpiración y alivia las asmas húmedas; en esta forma, o mascada, restaura el vigor del estómago, disipa las obstrucciones, promueve del vientre y cura los cólicos estertorosos. Aplicada exteriormente, por la frotación y emplasto, modera o extingue los dolores trópicos que origina el reumatismo causado por el frío. Tales son los hechos incontestables, que nos presenta la experiencia, en los cuerpos sanos y enfermos que usan la coca”.

A los dos años siguientes, en 1807, otro virrey reconoció la enorme capacidad intelectual de Unanue y lo nombró Protomédico General. Fue don Fernando de Abascal y Souza (marqués de la Concordia; 1806- 1816).

Real Colegio de Medicina y una amonestación real

Por su propia voluntad, en el año 1808, funda el Real Colegio de Medicina de San Fernando, que, con el correr de los años, se convirtió en la Facultad de Medicina de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, una de las más prestigiosas de América.
En el año 1813, cuando empezó la turbulencia política en las colonias a causa de la inestabilidad política en España, reunió a sus alumnos para discutir sobre los hechos que estaban ocurriendo en la península (ocupación napoleónica y convocatoria a las Cortes). El virrey Abascal y otras autoridades académicas fueron informados de dicha reunión y Unanue fue amonestado. Ahí, seguramente, se produjo el punto de quiebre entre los realistas y Unanue, porque empezó a colaborar con periódicos sediciosos, como “El Verdadero Peruano” y el “Satélite del Peruano”, de abierta tendencia liberal. Sin embargo, fue nominado diputado a las Cortes de Cádiz por Arequipa, de tal manera que tuvo que viajar a España.

Viaje a España

Cuando llegó a España, a fines del año 1813, ya se había dado la reacción absolutista y el rey Fernando VII había retornado al poder. Cumplió con visitar al rey, quien le ofreció el título honorífico de marqués, a lo que Unanue declinó. Solo recibió un óleo sobre la Virgen de la Asunción que el rey le obsequió. En el año 1815 aceptó el nombramiento honorífico de Médico de la Real Cámara. En el año 1816, al regresar al Perú, anunció que se apartaba de la vida pública, pero, entre el 24 y 30 de setiembre de 1820, a petición del virrey Joaquín de la Pezuela, participó como delegado de los realistas en las conversaciones que estos sostuvieron con los delegados de San Martín en Miraflores buscando un arreglo, que, como es sabido, no se produjo.

Amigo y consejero de los virreyes

Esta época de la vida de Unanue es evaluada por el historiador Raúl Porras Barrenechea de la siguiente manera: “Y es que Unanue, -amigo y consejero de los virreyes y delegado de estos a las conferencias de Miraflores- no es en realidad un espíritu ni un hombre de revolución.
Es tan sólo un adherente, prestigioso y benemérito. Aunque él no hubiera ido a la revolución, ésta le habría buscado como a una de las glorias más legítimas del Perú para propio enaltecimiento y decoro. Pero en Unanue, no había, a pesar de la liberalidad y de la tolerancia generosa de su espíritu, esa honda fibra de pasión que conduce al arrebato de la lucha a los verdaderos insurgentes” (“Ideólogos de la Emancipación”, p.116). Estas tratativas, seguramente, inclinaron el ánimo de Unanue a la causa libertaria. De ahí que el 15 de julio de 1821 fuera uno de los que suscribió el acta de la Independencia.

Cargos y encargos republicanos

Antes de su retiro del Perú, el general José de San Martín había convocado al Primer Congreso Constituyente. Unanue fue elegido diputado por Puno y llegó a presidir dicho Congreso (del 20 de setiembre de 1822 al 20 de febrero de 1823). Cuando empezaron las divergencias entre José de la Riva Agüero y los que apoyaban el ingreso de Bolívar con poderes absolutos, encabezados por Antonio José de Sucre, el presidente del Perú abandonó Lima y trasladó la sede de su gobierno a Trujillo, en compañía de los miembros de su gabinete y otras autoridades. Entre  ellos estuvo Unanue, pero retornó a Lima cuando le ofrecieron una senaduría.

Amigo y consejero de Bolívar

Por fin, se dan las condiciones para que el general Simón Bolívar y Palacios asuma todo el poder. Este convoca también a Unanue, quien se desempeña como Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, entre el 20 de enero al 3 de abril de 1824. Dos veces más va a desempeñarse como ministro de Bolívar. Como Ministro de Hacienda, entre el 28 de octubre de 1824 y el 25 de febrero de 1825. La tercera vez, como Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, cargo que Bolívar le dio por segunda vez, entre el 26 de febrero hasta el 3 de abril de 1825.
 
Cuando Bolívar se ausentó del Perú para hacer una gira hacia el sur y convalidar la creación de la República de Bolivia, Unanue fue encargado de la presidencia del poder ejecutivo desde el 10 de abril de 1825 hasta el 5 de enero de 1826. En reconocimiento a su leal colaboración, Bolívar, el 10 de octubre de 825, lo condecoró con la medalla cívica que tenía el busto del Libertador,  con una leyenda que decía: “... cooperando a romper nuestra cadenas y a establecer el imperio de la voluntad general”. Por encargo de Bolívar, tuvo la misión de dar instrucciones a los delegados peruanos que asistieron al Congreso de Panamá, diciéndoles que aboguen por el respeto a los límites territoriales existentes.

Su despedida y el fin de sus días

Fue su última actuación pública y se retiró a sus predios de Cañete, despidiéndose con estas palabras: “Veinte años hace que trabajo con indeclinable afán por la prosperidad y la independencia de mi patria: como profesor y literato durante la dominación española; como magistrado desde el dichoso día 28 de julio de 1821, en que proclamé al lado de San Martín, la Independencia nacional hasta el año de 1826, en que con la entrega de las fortalezas del Callao, último asilo de los enemigos, selló la libertad de América, el héroe Simón Bolívar. En tan dilatado período, ¡cuántos disgustos y contrariedades han oprimido mi alma; y cuántos peligros han amenazado mi existencia! Pero todo ha sido para el bien; y doy por feliz mi misión, cuando pienso que al separarme de los altos destinos a donde me llamaron los dos más ilustres guerreros de la América, San Martín y Bolívar, mi patria queda triunfante y libre, abierta la senda de la paz y la gloria”. En Cañete, luego de siete años, murió el 15 de julio de 1833.

Unanue, símbolo del periodismo peruano

“Si en el Mercurio Peruano su labor adquiere proyecciones universales y las producciones contenidas en sus páginas se traducen al inglés, al francés y al alemán, causando verdadera admiración en cuantos las conocen, el ‘pensamiento vivo’ de Unanue que se desprende de sus artículos del Nuevo Día del Perú tiene la emocionada entonación del Padre de la Patria. No fue guerrero con la espada, pero sí el luchador con la pluma. Con sus escritos libra la campaña espiritual. Ya los del período colonial habían encontrado resonancias en el precursor Juan Pablo
Vizcardo y Guzmán. Por ellos y por los de la Emancipación, Hipólito Unanue se convierte en símbolo del Periodismo Peruano. Afirma la continuidad histórica y en todas sus producciones vibra con noble persistencia el afán de servir a la Patria. Por su siembra magnífica se forjó la conciencia del Perú. Ella la realizó por medio de los papeles públicos que a su influjo, se convierten en fecundos vehículos de los sentimientos nacionalistas” (Vélez Picasso, citado por Juan B. Lastres en “Hipólito Unanue”, Ministerio de Educación; Lima; 1955).

Fuente: Julio Villanueva Sotomayor
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