Desde Barcelona (AFP)

Tras el terror, Barcelona espera preservar su atractivo turístico

Barcelona, meca del turismo en España, contiene el aliento ante el posible impacto del sangriento atentado de las Ramblas en este sector clave que, por el momento, asegura no estar notando repercusiones graves.

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Imagen aérea del 22 de agosto de 2017 de las flores y velas depositadas en La Rambla de Barcelona en memoria de las víctimas del atentado en la ciudad y en la cercana Cambrils - AFP/AFP
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Barcelona, meca del turismo en España, contiene el aliento ante el posible impacto del sangriento atentado de las Ramblas en este sector clave que, por el momento, asegura no estar notando repercusiones graves.

Las habitaciones de hotel escasean y los precios están por las nubes esta semana y la próxima debido a la llegada de unos 30.000 médicos para un congreso cardiológico del 26 al 30 de agosto.

El sector ve la cita como una primera prueba de fuego tras los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, localidad costera de Tarragona 120 kilómetros más al sur, que dejaron 15 muertos y más de 120 heridos.

"Hay cierta inquietud porque no es un elemento positivo obviamente", reconoce a la AFP el vicepresidente ejecutivo de la patronal turística Exceltur, José Luis Zoreda. Asegura, sin embargo, no prever "ninguna catástrofe".

Los ataques reivindicados por el grupo estado Islámico (EI) golpearon dos zonas muy apreciadas por visitantes de todo el mundo en plena temporada alta.

Nueve víctimas mortales eran turistas y entre los heridos hay 35 nacionalidades.

- Los restaurantes, más afectados -

Los restauradores sí parecen haber notado una caída de ingresos en los días que siguieron.

"Desde el jueves, hemos bajado un 30-35% de ingresos", lamenta José Yeste, director del restaurante La Tramoia, en pleno centro turístico de la ciudad.

"Está todo muy parado. Gente con miedo que no quiere sentarse en la terraza. El viernes teníamos 40 personas en reserva y se cancelaron todas", dice David Serrat, director de otro restaurante en la céntrica plaza Cataluña y a escasos metros de las Ramblas.

Un temor que se hace sentir en la caja registradora: "estábamos en facturaciones de entre 8.000 y 10.000 euros y estos días no pasamos de 6.000", afirma.

Aún así, se muestran convencidos de que será una caída pasajera.

"Creo que Barcelona volverá. A lo mejor no al nivel de antes, porque estábamos viviendo un año récord, batiendo cada mes récords de años anteriores, pero no será tan dramático como estos días", agrega.

- Daños limitados -

Barcelona, que con más de 400 hoteles genera entre el 12% y el 14% de su Producto Interior Bruto gracias al turismo, recibió a unos 30 millones de visitantes en 2016.

La afluencia es tan alta que la municipalidad estudiaba la necesidad de reducir su flujo, mientras grupos de ciudadanos se manifestaban, en ocasiones violentamente, contra lo que consideran una invasión de visitantes.

Ahora, los responsables del sector piden tiempo para analizar el impacto de los atentados pero, por el momento, los daños parecen limitados.

En el hotel Rialto, a un centenar de metros de donde quedó parada la furgoneta tras atropellar mortalmente a 13 personas, apenas registraron cinco cancelaciones de 80 entradas previstas.

"Prácticamente es lo mismo. Las cancelaciones fueron muy pocas y sobre todo de gente que venía a pasar sólo una noche. Las estancias largas se han mantenido", asegura su jefe de recepción, Vicente Rodríguez, de 54 años.

En primera línea de mar, el hotel W, con su emblemática forma de vela, registró algunas cancelaciones, pero estas "se han estabilizado en las últimas horas", afirma Stijn Oyen, su director general, sin precisar cifras.

"El ritmo de reservas se mantiene igual. Incluso la misma noche del atentado seguíamos recibiendo reservas", apunta por su parte el presidente de la asociación de apartamentos turísticos Apartur, Enrique Alcántara.

Y agrega: "Ha pasado en París, en Londres, en Berlín, en Bruselas, en Niza... Mi conclusión, aunque sea triste, es que nos estamos acostumbrando a este tipo de eventos".

En las Ramblas, llenas de nuevo de turistas y locales, Falko Wieclemann, un profesor alemán de 49 años, contempla con su hija y su esposa la alfombra de flores, velas y mensajes depositadas en honor a las víctimas.

Llegaron el sábado, dos días después del ataque, para estar una semana en la ciudad. "Nos sentimos seguros, fue un acto aislado. Venimos de Berlín, allí pasó lo mismo. La vida tiene que continuar", declara.




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