Desde Moscú (AFP)

La Iglesia ortodoxa, escéptica sobre los restos de la familia imperial rusa

No son más que huesos ennegrecidos y numerados en bolsas de plástico dentro de una caja fuerte en Moscú, pero los restos de los últimos miembros de la familia imperial rusa son motivo de discordia con la iglesia ortodoxa, que duda de su autenticidad.

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Una empleada muestra la caja que contiene los huesos del zarévich Alekséi, el 13 de noviembre de 2015 en el archivo estatal ruso, en Moscú - AFP/AFP
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No son más que huesos ennegrecidos y numerados en bolsas de plástico dentro de una caja fuerte en Moscú, pero los restos de los últimos miembros de la familia imperial rusa son motivo de discordia con la iglesia ortodoxa, que duda de su autenticidad.

Para los genetistas, los forenses y los investigadores no cabe duda de que se trata de los huesos del zarévich Alekséi y de su hermana María, dos de los hijos del último zar de Rusia, Nicolás II, asesinados junto a toda la familia imperial por los bolcheviques.

Los restos fueron hallados en 2007 en Ekaterimburgo, cerca del lugar donde el zar, su familia y sus empleados domésticos fueron masacrados en la noche del 16 de julio de 1918.

Pese a los análisis de ADN, las continuas objeciones de la influyente iglesia ortodoxa rusa impiden que los restos de Alekséi, de 13 años en el momento de su muerte, y los de María, de 19 años, descansen al lado de sus familiares en San Petersburgo, la antigua capital imperial.

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Los huesos del zarévich Alekséi en el archivo estatal de Rusia, en Moscú, el 13 de noviembre de 2015 (AFP/AFP)

Los tiempos de los científicos e investigadores son distintos a los de la iglesia ortodoxa, más lenta en procedimientos. "Lo que está en juego es el reconocimiento de estos presuntos restos de la familia del zar como reliquias santas", recordó recientemente Vladimir Legoida, portavoz de la iglesia ortodoxa. La iglesia ha convertido a la familia imperial asesinada en mártires y santos, por eso no quiere albergar duda alguna sobre la autenticidad de los restos.

El estado ruso no se preocupó por conocer la opinión del clero cuando inhumó los restos de Nicolás II y de una parte de su familia en 1998 en presencia del presidente de entonces, Boris Yeltsin, pero actualmente prefiere poner fin a las divergencias antes de enterrar al único hijo del zar y a su hermana.

Los restos de Nicolás II y de la zarina Alexandra Feodorovna, de tres de sus hijas y de cuatro empleados domésticos fueron hallados en 1991 en una fosa común, en un bosque cercano a Ekaterimburgo.

- Zares desenterrados -

Este verano, el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, repitió que es partidario de enterrar los restos de los jóvenes al lado de su familia en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

Finalmente, la iglesia acordó con el gobierno reabrir la investigación sobre la muerte de la familia imperial, aceptando que se realicen pruebas de ADN a los otros Romanov con la condición de que haya sacerdotes presentes.

Alejandro III, el padre de Nicolás II, será exhumado el martes de su tumba en la antigua capital imperial. En septiembre, los investigadores rusos ya habían desenterrado los restos de Nicolás II y de su mujer. Los resultados preliminares confirmaron la identidad de los restos conservados en los archivos estatales, pero la iglesia sigue dudando.

El clero dice estar dispuesto a reconocer que los restos son de Alekséi y María pero antes desea "descartar la posibilidad de cualquier error" y lleva a cabo su propia investigación.

El reconocimiento llevará tiempo. "Se han reunido pruebas suficientes para demostrar que en las tumbas halladas en 2007 los restos son de la gran duquesa María Nikoláyevna y del zarévich Alekséi Nikoláyevich", declaró a la AFP Serguei Mironenko, director de los archivos estatales. "Para ser honesto, ya que me lo pregunta, no entiendo la posición de la iglesia ortodoxa rusa", reconoce.

Después de tantos años, los descendientes de la familia imperial esperan ver salir los restos de Alekséi y de María de la caja fuerte en la que se encuentran. "El gobierno ruso reconoció que no había hecho lo que debía", explicó a la AFP Paul Kulikovsky, bisnieto de la hermana de Nicolás II, quien está convencido de que los funerales se acabarán oficiando.




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